jueves, 25 de junio de 2009

Compartir

Últimamente pienso mucho en lo amplio que puede llegar a ser el verbo compartir… en la cantidad de significados, acepciones y aplicaciones que tiene en la vida diaria… nos pasamos el día entero compartiendo, aunque no seamos conscientes de ello… compartimos un espacio con desconocidos haciendo la cola del pan… compartimos pequeños ratos de nuestra vida con gente a la que, quizás, no volveremos a ver… compartimos con una amiga un disco que nos ha gustado, una película que nos ha impresionado... compartimos sin apenas percibirlo pueblos, ciudades, países… da igual… compartimos un lugar físico en el aquí y en el ahora… un lugar que, muchas veces, es tan sencillo de delimitar como el metro cuadrado que me corresponde como habitante del planeta… es mío, cierto, pero incluso ese minúsculo cubículo lo compartimos aunque no queramos… e, incluso, en ocasiones permitimos que sea porque queremos que nos lo invadan... sonrío... hace poco alguien me dijo que le había gustado invadir mi espacio bailando...

Nunca había pensado en la cantidad de cosas que me perdía sin prestarle atención a la palabra “compartir”… según el diccionario –por cierto, no sabéis la cantidad de páginas de palabras que empiezan por “com”-, dícese del acto de repartir, dividir, distribuir en partes o participar en algo… sonrío mientras busco la luna por la ventana desde este barco pirata… me las puedo aplicar todas y cada una de ellas… y, lo que es mejor, me encanta… he repartido mi tiempo entre todas aquéllas personas que en un momento dado lo necesitaron o a las que necesité… aquéllas a las que sólo les hacía falta sentirme cerca, aquéllas que buscaban alguien en quien encontrar respuestas, aquéllas en las que yo las busqué… vuelvo a sonreír… es curioso esto de compartir, me digo, comparto incluso aquello de lo que carezco… aquello que hace que mi vida sea peculiar… diferente… quizás, simplemente, mía… he dividido mi vida en “antes” y “después” como algo fundamental para poder seguir hacia delante… la he compartido de dos maneras distintas… y compartir con mi nuevo acompañante de estas noches en las que no encuentro la luna me gusta… me gusta porque me ayuda a mirar… a pensar… a sentir de otra manera… a verme crecer día tras día… me he distribuido en partes… un trocito aquí, otro allá… pedacitos de mí a los que he renunciado porque me ha dado la gana… porque los he regalado para que cada uno de ellos se vaya a un lugar… no, no me siento incompleta… simplemente siento que ahora algo de mí está en muchos otros lugares… que, sin quererlo o queriendo, formo parte de la vida de otras personas aunque sea en el recuerdo… aunque sea a través del tiempo vivido, de las experiencias… de las conversaciones o de los silencios… participo cada día en esta extraña comunidad que comparte… hablando, diciendo… regalando un instante… o, simplemente, quedándome muda… a veces lo necesito, lo siento… he aprendido a compartir conmigo misma y eso me gusta…

Hace poco me dijeron “me ha gustado compartir contigo”… y, dada la situación, me extrañó supremamente la frase… nunca me habían dicho algo así después de darme un beso de despedida… pero “compartir” se quedó en mi mente grabado a fuego… he compartido sin saberlo… he compartido aún dejándome llevar por el instinto… he compartido, tan sólo, por haber vivido un rato de mi propia vida cerca de otra persona… un rato que, pese a ser finito, nunca lo será… nos empeñamos en cuantificar el tiempo y, sin embargo, no existe… me gusta sentir que incluso lo que uno es se puede compartir aún no queriendo… pese a colocarnos barreras absurdas e insalvables a nosotros mismos… siempre me he reído de la típica frase que muchas veces yo he dicho… “compartir es vivir”… somos una extraña cadena de trueque de poquitos de cada uno… de lo sentido, lo pensado, lo vivido… vivido, sí… se vive desde que uno se levanta hasta que se acuesta… en eso consiste el juego aunque en ocasiones se nos olvide…

He compartido muchas cosas últimamente… incluso aquéllas que pensé que me guardaría de manera egoísta para mí… por qué, pensé el día que me di cuenta de hasta qué punto este verbo se había colado en mi vida, por qué guardar para mí si precisamente lo más auténtico que tengo realmente soy yo… un bien preciado, como el de cada uno… ese increíble tesoro que nos hace reír, llorar, callar o simplemente dejar correr el tiempo... da lo mismo… compartimos de muchas formas, de muchas maneras… nunca había pensado también que, en cierta manera, comparto mi vida escribiendo este blog... contando las cosas que me pasan para que me lean los demás aunque sea en las sombras -Jaime, todavía recuerdo tu frase de que eres ese lector oculto que siempre está ahí, pendiente de este barco pirata-... aunque a veces sienta la necesidad de contar a través de cuentos, de fábulas... siempre son gatos, sí... es curioso, no se distinguen por ser el animal que más comparte... y, sin embargo, no se me ocurre otra manera de contar sin hacerlo las cosas que me pasan...

Tal vez porque ahora practico este peculiar deporte, pueda darme cuenta de que ese constante intercambio es gratuito, no tiene precio y ni siquiera una Mastercard puede conseguir que lo tengas… y, lo que es mejor... compartir se hace sin querer... sin buscarlo... tan sólo encontrándolo en el camino... como parte de ese destino que todos tenemos... como parte de eso que todos creamos con cada paso...

No hay comentarios: