miércoles, 24 de junio de 2009

Brujeando en la noche de San Juan

En medio del calor de esta madrugada, miro mis velas… no podía ser de otra manera, me sonrío… una perfecta escorpio como yo no podía dejar pasar esa noche en la que, supuestamente, la magia puebla hasta el último rincón… esa noche que inunda las costas de España de hogueras en mitad de la arena… de sueños viejos que hay que quemar… de nuevos propósitos… de todas aquéllas cosas que pedimos a la madrugada aún sabiendo que dependen de nosotros… quién sabe, me digo, quizás este extraño mundo de casualidades causales necesite esas pequeñas limosnas de fuego… para desear aún, como dice una amiga mía, sabiendo que lo que uno desea se puede cumplir…

Ha pasado un año desde esa última noche de San Juan en la que decidí invocar a lo desconocido para plantear mis sueños… un año desde que me bajé de un tren procedente de Málaga para venir a casa a encender mis velas… a encender mis plegarias sin dios existente en mi vocabulario ni definido bajo ningún nombre ni ninguna religión… cada día creo más que el dios de cada uno está dentro de cada uno… volví a casa corriendo a quemar aquéllas cosas viejas que nos dejó el año… ha pasado un año, me digo… un año desde aquélla noche no tan calurosa como esta en la que regresé un camino mil veces andado… de aquélla, la casa se pobló de velas… pequeños fuegos controlados que tan sólo ardieron tratando de acallar unos demonios que nada tenían que ver con la noche ni con la magia… quizás por eso, cuando he vuelto a colocar un año después diez velas sobre el poyete de las ventanas de mi casa, lo he pensado bien al encenderlas… me ha sorprendido… he pedido por mí primero, por mí segundo… por mí tercero… interesante el cambio de prisma de esta nueva época vital… sin duda… a este peculiar lugar que ocupo en el mundo le queda un solo tropiezo para la conquista… muchos pasos para el descubrimiento… no seguí la ruta de Colón, no… supongo que, como siempre, seguí lo que me dictó aquello que me guía… “Donde el corazón te lleve” fue uno de esos libros que leí con ganas a los 17 años… curioso… nunca he dejado de hacerlo… y ahora tan sólo tiene una dirección…

Mis velas arden en lo que la noche se escapa… la más corta del año… la más mágica de todas… esa que te hace quemar con un motivo y una excusa… esa que te permite pensar que el fuego no sólo destruye sino que, simplemente, genera nueva vida… más allá de las velas, me gusta volver a recuperar esa parte de lo que fui… la de las intuiciones, la de los momentos en los que de manera incomprensible no logro explicar lo que pasa… pero ocurre… durante mucho tiempo, ese mundo incomprensible se ha quedado dormido… supongo que como yo… pero los sueños han vuelto, aunque no sepa entenderlos… las señales me persiguen, aunque a veces no les haga caso… sí, soy traviesa… me gusta incordiar a mi propio destino… quizás porque el mundo es mucho más divertido si le pones la zancadilla a las cosas… o quizás porque cada paso que damos nos lleva en una dirección necesaria… necesario, buena palabra… un titular único para estos meses de metamorfosis… de cambio… de renovación… de quemar para poder volver a construir… de hacer arder hasta poder recoger las cenizas… hasta poder encontrar entre ellas esa pizca de luz que a todos nos ilumina… que nos guía…

No, no se me ha ido la olla… creo que nada es blanco ni negro… cada pequeña cosa de este mundo tiene demasiados matices… demasiados enigmas… demasiados misterios… nunca podré conocerlos pese a mi adicción absoluta a los por qués… pese a desplegar mi lado felino y dejarme matar por la curiosidad… ahora es mi aliada, y me hace sentir bien esta nueva coalición… sin ella no sería la loca que casi le pega fuego a su casa, quizás… pero está claro que sin ella me quedaría únicamente en los registros del blanco y el negro… y, lo siento, para mí el mundo cada día tiene más colores… y lo que es mejor… si alguno se tiene que borrar, simplemente se quemará… el fuego es así…

No hay comentarios: