viernes, 14 de noviembre de 2008

Parole, parole

Escritas sobre cualquier superficie… todo vale… la trasera de cualquier flyer de los que te dan a al salir del metro… una servilleta de bar… el recibo del teléfono… “amigo, me dejas un boli?”, le digo siempre al camarero… raras son las veces que salgo sin mi cuaderno, pero a veces ocurre…

Palabras… tiempos verbales… puntos suspensivos… sin pensar, sin releer… sin mirar jamás hacia la línea anterior… nunca… tan sólo escupir con tinta… todo o incluso nada… ¿cuántas palabras habré escrito?, ¿alguien sabe cuánto vale un drachma?... imposible saberlo… se estiran, se retuercen… de golpe viven en mi cabeza y mueren en cuanto las dibujo sobre el papel… son cautivas de cada paso de página que doy… porque se quedan encerradas en papel sin que nadie las lea… ¿para qué, entonces?... un río de tinta sin objetivo definido… quizás sea un vicio… quizás una necesidad…

Y con ellas, de golpe, expresas sentimientos… temores… rabia… rencor… alegría… felicidad… ¿cómo se puede explicar algo que se siente con palabras?... imposible… pero lo consigues… las destripas hasta desangrarlas… para que sean lo que sientes en ese momento… ¿para no leerlas?... cierto… quizás es sólo por el hecho de atraparlas… de conservarlas en el cajón de los recuerdos…

Mi cuaderno se termina… lo empecé en un momento muy concreto… muy simbólico para mí… pero se le acaban las páginas… demasiadas palabras… demasiada tinta lanzada sobre un papel para, simplemente, quedarse en un cajón… pero incluso comenzar uno nuevo es simbólico… un nuevo comienzo… un cuaderno distinto… diferente a los anteriores, cargado de palabras… de letras que, unidas, descifran tantas cosas…

Al principio, como siempre, escribiré… “si me pierdo, devuélveme a mi dueña… ella no me lee pero sí me escribe”

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