miércoles, 2 de diciembre de 2009

La goma elástica...




 "Cumplamos la tarea de vivir de tal modo que, cuando muramos, incluso el de la funeraria lo sienta"
Mark Twain




Vívelo mucho, me dijo esa mujer con nombre de marca que huele a flamenco, por qué no vas a disfrutar de las cosas que pasan así porque sí… me lo decía la misma que conocí de casualidad como resultado de una locura transitoria que no lo fue… una mujer que, en apenas unas horas, me llamó la atención de una manera brutal… por su manera de ver la vida, por su forma de hablar… por ese gen que tiene y que, probablemente, la convierte en alguien singular… de esas personas que recuerdas porque sí… sonreí… su frase me sonó a déjà vu… a esa que yo diría, a esa que yo he dicho en alguna ocasión a esa familia elegida que tengo a mi alrededor… me río… yo la predico sin parar y, sin embargo, no me la aplico… prefiero diseccionar… prefiero medir los miedos a decir, a escuchar, a pensar… a soñar… a sentir, en cierta manera, para qué negarlo… pero sonreí a lo que me dijo, deseándole que fuera feliz… que nos volviéramos a ver… con su “me ha encantado conocerte” sujetándome las manos, una frase que me sonó tan sincera como ella… tan de cristal como yo… no sé, supongo que a veces me gusta encontrarme con gente con la que no me hacen falta horas sino que me faltan…
Estiré mi propia goma, una que sujeto entre los dientes… una que comencé a sostener de la manera más tonta y que, ahora, noto como se tensa contra mis labios… noto como se hunde suavemente contra el inferior… salivo… trato de acomodármela… y sonrío… sonrío por las cosas peculiares que tiene la vida… por los cuentos de capitanes y princesas en los que paso las páginas queriendo saber más de la historia… siguiendo el relato línea tras línea, suspirando… no queriendo perderme ningún detalle… apagando la luz de la mesilla por las noches y rebobinando lo leído… lo vivido… sonrío… es curioso, en plena oscuridad es quizás cuando más siento esa goma tensa… cuando saboreo su extraño sabor… cuando me doy cuenta de que, antes o después, tendré que soltarla… supongo que sólo cuando comience a sentir que se rompe… cuando intuya que el latigazo se volverá contra mí destrozándome la boca… haciéndome sangrar… despertando un dolor del que huyo pero que no tengo miedo de enfrentar… me río… el dolor es una sensación relativa, me digo a veces… pero duele…
Salí a la calle para sentir el escalofrío que te dan las sensaciones… la adrenalina… la vergüenza relativa esa que me acompaña a veces y me hace preguntarme qué coño estoy haciendo… salí para abrir un libro que sabía a caricia… para ver algo que, aún desconociendo su procedencia, me hizo sonreír… me enfrenté a ese frío de noviembre con música… con una carta breve con destinatario y remitente… con una taza de esas letras medio maulladas que siempre me gustan y que huelen al canalla que es Sabina… mirando mi cielo de Madrid con una taza de té… escuchando, sin más… perdiéndome entre las nubes de un atardecer de invierno con la mente en otro sitio… con la cabeza sobre la almohada… midiendo la intensidad de mirar… escuchando a mi espalda cómo suena mi móvil sin prestarle atención, sonriendo a un sonido que reconozco... tratando de calibrar el impacto de esas fotos mentales que tenía y que, ahora, he ampliado para poder ver con más nitidez… un abrazo envasado al vacío… cómo respira una espera cuando deja de serlo… el mordisco en el alma… con el dulce beso de la goma apoyada sobre el labio recordándome que está… que la sujeto, que la tenso… que juego con ella… y lo que es peor, que me encanta hacerlo… que me gusta mirarla y sentirla así… y que, pese al riesgo, prefiero seguir sosteniéndola…
Me desperté para tener calor en mitad del frío… para notar el frío de golpe en mitad de tanto azúcar… para reírme y oír el eco de una carcajada… para sentir ilusión y vacío en un impas tan relativo que sentí vértigo… para revolver horas con una cuchara de café… para percibir el olor de las cosas, el de la experiencia… el de la pérdida de rumbo, el que tienen esos cruces de caminos tan singulares en los que a veces nos encontramos… mantengo un pie por delante de la delgada línea amarilla… el otro me lo sujeta todavía vivir… quizás porque recuerdo sensaciones olvidadas… quizás por la ingravidez que noto a veces… de estar a salvo aunque camine sobre el alambre… sonrío… me van los retos, no es nuevo… forma parte de mí, de mi manera de vivir… de mi manera de ver este barco que, a veces, no sé hacia dónde va pero al que sigo como una fiel pirata… a veces creo que se me ha caído el parche, otras que me tapa la vista más que nunca… otras que me he metido en un mar prohibido, uno de esos en los que lo más fácil es que te dejen con lo puesto… qué más da, me digo… nunca me había sentido tesoro, y es lo que persigue cualquier pirata que se precie…
Salí a la calle para sentir kilómetros… para reencontrarme con música metida en los bolsillos… con fechas marcadas en la cabeza… con recuerdos con una caducidad máxima de doce horas… medio día… una cuenta atrás que habría estirado tanto como la goma que sostengo… una llena de sonrisas, de silencios… de palabras… de más fotos mentales de esas que me llaman la atención… de esas que saco sin un motivo espectacular… tan sólo por esos pequeños momentos que intento capturar para mí y que, a veces, hablan sin decir… me callo, lo sé… soy la reina del silencio en un mundo gobernado por eso que dejé atrás pero que, en ocasiones, todavía me persigue… por esa hibernación absoluta en la que me escondí para escaparme de tantas sombras… de tantos fantasmas, para lamerme las heridas al ritmo que marcaba cada latido de corazón… para olvidarme de tantas bofetadas poniendo la otra mejilla… quizás para darme cuenta de lo que no merezco… de lo que soy… de lo que nunca debí permitir o, incluso, para sentir la rabia que siento ahora… la de saberme, sentirme… la de conocer qué hay más allá de esa puerta que durante tanto tiempo nunca quise cruzar ni tan siquiera por curiosidad… esa que me recordaba lo que guardé en un cajón por miedo a que me lo robaran… eso a lo que ahora he logrado quitarle algún candado pero que sigue estando bajo llave…
Volví a sujetar la goma desde este barco pirata… para verla balancearse al paso de los días… compartiendo cromos de un álbum que observo callada… uno que me gusta escuchar… uno del que me gusta lo que dice y hasta cómo lo hace… sujetándolo entre las piernas como cuando era cría, sentada sobre cualquier escalón… sintiéndome pequeña e inmensamente grande a la vez… estirando cada músculo, haciendo que cada hueso vuelva a su lugar… con un cosquilleo… un escalofrío… mi respiración… escribiendo un capítulo que no sé comenzar… sintiendo un beso más de esa goma elástica que se estira… saboreando el tacto del plástico que se vence sobre la piel… el de la piel que se rinde ante su presión… hablando dos idiomas distintos en una misma Torre de Babel… sonrío… eternos incomprendidos, pienso... se me acelera el pulso… suben las apuestas y en la mesa de este pócker a veces creo que voy de farol… me río… me lo beberé con tiempo, ese que todo lo cura y todo lo coloca… ese que permite que el puzzle cobre forma… el mismo que hace falta para rendirse… el mismo que hace falta para saber cuándo soltar la goma…


Una pizquita de canalla de uno de los discos que más me gustan de él...

1 comentario:

Anónimo dijo...

hasta donde dé, nena.
:)