"Cumplamos la tarea de vivir de tal modo que, cuando muramos, incluso el de la funeraria lo sienta"
Mark Twain
Vívelo mucho, me dijo esa mujer con nombre de marca que
huele a flamenco, por qué no vas a disfrutar de las cosas que pasan así porque
sí… me lo decía la misma que conocí de casualidad como resultado de una locura
transitoria que no lo fue… una mujer que, en apenas unas horas, me llamó la
atención de una manera brutal… por su manera de ver la vida, por su forma de
hablar… por ese gen que tiene y que, probablemente, la convierte en
alguien singular… de esas personas que recuerdas porque sí… sonreí… su frase me
sonó a déjà vu… a esa que yo diría, a esa que yo he dicho en alguna ocasión a
esa familia elegida que tengo a mi alrededor… me río… yo la predico sin parar
y, sin embargo, no me la aplico… prefiero diseccionar… prefiero medir los
miedos a decir, a escuchar, a pensar… a soñar… a sentir, en cierta manera, para
qué negarlo… pero sonreí a lo que me dijo, deseándole que fuera feliz… que nos
volviéramos a ver… con su “me ha encantado conocerte” sujetándome las manos,
una frase que me sonó tan sincera como ella… tan de cristal como yo… no sé,
supongo que a veces me gusta encontrarme con gente con la que no me hacen falta
horas sino que me faltan…
Estiré mi propia goma, una que sujeto entre los dientes… una
que comencé a sostener de la manera más tonta y que, ahora, noto como se tensa
contra mis labios… noto como se hunde suavemente contra el inferior… salivo…
trato de acomodármela… y sonrío… sonrío por las cosas peculiares que tiene la
vida… por los cuentos de capitanes y princesas en los que paso las páginas
queriendo saber más de la historia… siguiendo el relato línea tras línea,
suspirando… no queriendo perderme ningún detalle… apagando la luz de la mesilla
por las noches y rebobinando lo leído… lo vivido… sonrío… es curioso, en plena
oscuridad es quizás cuando más siento esa goma tensa… cuando saboreo su extraño
sabor… cuando me doy cuenta de que, antes o después, tendré que soltarla…
supongo que sólo cuando comience a sentir que se rompe… cuando intuya que el
latigazo se volverá contra mí destrozándome la boca… haciéndome sangrar…
despertando un dolor del que huyo pero que no tengo miedo de enfrentar… me río…
el dolor es una sensación relativa, me digo a veces… pero duele…
Salí a la calle para sentir el escalofrío que te dan las
sensaciones… la adrenalina… la vergüenza relativa esa que me acompaña a veces y
me hace preguntarme qué coño estoy haciendo… salí para abrir un libro que sabía
a caricia… para ver algo que, aún desconociendo su procedencia, me hizo
sonreír… me enfrenté a ese frío de noviembre con música… con una carta breve
con destinatario y remitente… con una taza de esas letras medio maulladas que
siempre me gustan y que huelen al canalla que es Sabina… mirando mi cielo de
Madrid con una taza de té… escuchando, sin más… perdiéndome entre las nubes de
un atardecer de invierno con la mente en otro sitio… con la cabeza sobre la
almohada… midiendo la intensidad de mirar… escuchando a mi espalda cómo suena
mi móvil sin prestarle atención, sonriendo a un sonido que reconozco...
tratando de calibrar el impacto de esas fotos mentales que tenía y que, ahora,
he ampliado para poder ver con más nitidez… un abrazo envasado al vacío… cómo
respira una espera cuando deja de serlo… el mordisco en el alma… con el dulce
beso de la goma apoyada sobre el labio recordándome que está… que la sujeto,
que la tenso… que juego con ella… y lo que es peor, que me encanta hacerlo… que
me gusta mirarla y sentirla así… y que, pese al riesgo, prefiero seguir
sosteniéndola…
Me desperté para tener calor en mitad del frío… para notar
el frío de golpe en mitad de tanto azúcar… para reírme y oír el eco de una
carcajada… para sentir ilusión y vacío en un impas tan relativo que sentí
vértigo… para revolver horas con una cuchara de café… para percibir el olor de
las cosas, el de la experiencia… el de la pérdida de rumbo, el que tienen esos
cruces de caminos tan singulares en los que a veces nos encontramos… mantengo
un pie por delante de la delgada línea amarilla… el otro me lo sujeta todavía
vivir… quizás porque recuerdo sensaciones olvidadas… quizás por la ingravidez que noto a veces… de estar a salvo aunque camine sobre el
alambre… sonrío… me van los retos, no es nuevo… forma parte de mí, de mi manera
de vivir… de mi manera de ver este barco que, a veces, no sé hacia dónde va
pero al que sigo como una fiel pirata… a veces creo que se me ha caído el
parche, otras que me tapa la vista más que nunca… otras que me he metido en un
mar prohibido, uno de esos en los que lo más fácil es que te dejen con lo
puesto… qué más da, me digo… nunca me había sentido tesoro, y es lo que
persigue cualquier pirata que se precie…
Salí a la calle para sentir kilómetros… para reencontrarme
con música metida en los bolsillos… con fechas marcadas en la cabeza… con
recuerdos con una caducidad máxima de doce horas… medio día… una cuenta atrás
que habría estirado tanto como la goma que sostengo… una llena de sonrisas, de
silencios… de palabras… de más fotos mentales de esas que me llaman la
atención… de esas que saco sin un motivo espectacular… tan sólo por esos
pequeños momentos que intento capturar para mí y que, a veces, hablan sin
decir… me callo, lo sé… soy la reina del silencio en un mundo gobernado por eso
que dejé atrás pero que, en ocasiones, todavía me persigue… por esa hibernación
absoluta en la que me escondí para escaparme de tantas sombras… de tantos
fantasmas, para lamerme las heridas al ritmo que marcaba cada latido de
corazón… para olvidarme de tantas bofetadas poniendo la otra mejilla… quizás
para darme cuenta de lo que no merezco… de lo que soy… de lo que nunca debí
permitir o, incluso, para sentir la rabia que siento ahora… la de saberme,
sentirme… la de conocer qué hay más allá de esa puerta que durante tanto tiempo
nunca quise cruzar ni tan siquiera por curiosidad… esa que me recordaba lo que
guardé en un cajón por miedo a que me lo robaran… eso a lo que ahora he logrado
quitarle algún candado pero que sigue estando bajo llave…
Volví a sujetar la goma desde este barco pirata… para verla
balancearse al paso de los días… compartiendo cromos de un álbum que observo
callada… uno que me gusta escuchar… uno del que me gusta lo que dice y hasta
cómo lo hace… sujetándolo entre las piernas como cuando era cría, sentada sobre
cualquier escalón… sintiéndome pequeña e inmensamente grande a la vez…
estirando cada músculo, haciendo que cada hueso vuelva a su lugar… con un
cosquilleo… un escalofrío… mi respiración… escribiendo un capítulo que no sé
comenzar… sintiendo un beso más de esa goma elástica que se estira… saboreando
el tacto del plástico que se vence sobre la piel… el de la piel que se rinde
ante su presión… hablando dos idiomas distintos en una misma Torre de Babel…
sonrío… eternos incomprendidos, pienso... se me acelera el pulso… suben las
apuestas y en la mesa de este pócker a veces creo que voy de farol… me río… me
lo beberé con tiempo, ese que todo lo cura y todo lo coloca… ese que permite
que el puzzle cobre forma… el mismo que hace falta para rendirse… el mismo que
hace falta para saber cuándo soltar la goma…
Una pizquita de canalla de uno de los discos que más me gustan de él...
1 comentario:
hasta donde dé, nena.
:)
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