domingo, 3 de enero de 2010

El frasco de botones


"Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda
medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda
una hispano olivetti con caries, un tren con retraso"


Joaquín Sabina, "La canción más hermosa del mundo"


Lo sujeto entre las manos… girándolo lentamente…
Verde… naranja… rojo… azul…
Lo agito… sonrío…
Me gusta cómo suena…
Me pregunto cuántos botones tendrá…
Cuántos de cada color…
De cada tamaño… de cada material…
Pequeños trocitos de plástico agujereados…
Sonrío…
Sorprendida como una niña pequeña…
Un frasco de botones…
Algo tan simple como eso…
Un regalo de esos que te desconciertan porque, quizás, nunca te lo esperas…
Algo tan simple como un botón…
De esas cosas en las que uno no repara… de esas que, a la hora de la verdad, son imprescindibles…
Me río…
Un montón de piecitas distintas que forman parte de un conjunto…
Vuelvo a girar el frasco…
Oyendo cómo se deslizan suavemente los botones…
Con ese sonido tan mínimo como es una marea de plástico atrapada en un cristal…
Con un leve cambio de lugar…
Casi imperceptible… mínimo…
Los miro atontada…
Botones, muchos…
Míos…
Sonrío…
Un carnaval de colores con forma redonda…
Para mí, un montón de historias atrapadas…
Quizás por ese lugar del que proceden…
Por ese montón de orígenes distintos dentro de un mismo espacio…
Giro de nuevo el frasco…
Cerrando los ojos…
Oyendo ese tintineo tan leve que, quizás, sólo yo oigo…
Sonriéndole a esta extraña fortuna de sentir felicidad con cosas tan pequeñas…
Con momentos tan efímeros…
Un leve sonido…
La ilusión de la sorpresa…
Ronroneo…
No lo puedo evitar, no quiero disimularlo…
Me encantan las sorpresas…

No hay comentarios: