"Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda
medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda
una hispano olivetti con caries, un tren con retraso"
Joaquín Sabina, "La canción más hermosa del mundo"
Lo
sujeto entre las manos… girándolo lentamente…
Verde…
naranja… rojo… azul…
Lo
agito… sonrío…
Me
gusta cómo suena…
Me
pregunto cuántos botones tendrá…
Cuántos
de cada color…
De
cada tamaño… de cada material…
Pequeños
trocitos de plástico agujereados…
Sonrío…
Sorprendida
como una niña pequeña…
Un
frasco de botones…
Algo
tan simple como eso…
Un
regalo de esos que te desconciertan porque, quizás, nunca te lo esperas…
Algo
tan simple como un botón…
De
esas cosas en las que uno no repara… de esas que, a la hora de la verdad, son
imprescindibles…
Me
río…
Un
montón de piecitas distintas que forman parte de un conjunto…
Vuelvo
a girar el frasco…
Oyendo
cómo se deslizan suavemente los botones…
Con
ese sonido tan mínimo como es una marea de plástico atrapada en un cristal…
Con
un leve cambio de lugar…
Casi
imperceptible… mínimo…
Los
miro atontada…
Botones,
muchos…
Míos…
Sonrío…
Un
carnaval de colores con forma redonda…
Para
mí, un montón de historias atrapadas…
Quizás
por ese lugar del que proceden…
Por
ese montón de orígenes distintos dentro de un mismo espacio…
Giro
de nuevo el frasco…
Cerrando
los ojos…
Oyendo
ese tintineo tan leve que, quizás, sólo yo oigo…
Sonriéndole
a esta extraña fortuna de sentir felicidad con cosas tan pequeñas…
Con
momentos tan efímeros…
Un
leve sonido…
La
ilusión de la sorpresa…
Ronroneo…
No
lo puedo evitar, no quiero disimularlo…
Me
encantan las sorpresas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario