viernes, 24 de octubre de 2008

La casa de los locos

Antes siempre creía que la mejor manera de saber cómo estaba esta peculiar ciudad era preguntándole a un taxista… los tengo en gran estima, me parecen los espectadores privilegiados de esta ciudad… sin embargo, hoy mi prisma vital ha cambiado… he descubierto que si quiero saber cómo está Madrid tengo que preguntárselo a Charo… sí, la señora de la limpieza de este santo edificio… esa mujer que siempre va de azul celeste y parece arrastrar el aburrimiento con cada paso que da dentro de sus zuecos medicinales… este edificio es una radiografía de la ciudad… de una ciudad que no reconozco… y en el fondo, pese a que me aterre la realidad, me resulta curioso que este edificio sea así…

Hoy he puesto en duda mi grado de tolerancia… sí, lo confieso… algo que jamás me había pasado… tan sólo me han hecho falta 15 minutos en el portal de mi propia casa… primero, los niños ecuatorianos de la casa de al lado… jugando en el portal con sus gritos y su ineducación… son de esos que te pegan un empujón a posta y jamás se giran… y eso es un mal menor comparado con todo lo que podría contar de la lista… después, una pareja rumana… se estaban peleando… él le había tirado a ella por la ventana –desde un sexto, ojo- un anillo valorado en más de 500 euros que le había regalado a ella un señor mayor, de unos 70 años, que siempre viene cuando él no está… ella, que no tendrá más de 25, tan sólo lloraba… y él, avergonzado, buscaba entre las piedras del patio diez minutos después la preciada joya…

Sólo un minuto antes de que desaparecieran por la puerta que da al patio interior, hace entrada Pamela… un travesti muy masculino subido en unas botas de plataforma de unos 25 centímetros… va de la mano de un chico de no más de 30 años que lleva un pedo monumental… consulto la hora, son las 15:35 de un viernes… al llegar a la puerta del ascensor, Pamela se suelta el abrigo negro que lleva… y ahí, sin ser capaz ni de reaccionar, descubro que va desnuda… y veo, tan sólo a 30 centímetros de distancia, cómo es de peculiar esta vida… pechos de mujer, sexo de hombre, rostro maquillado… de golpe, me recorre un escalofrío… y me pregunto a mí misma por qué… por qué si creo que la libertad de la persona es absoluta a nivel de sentimientos, y que cada uno es lo que es por dentro… sin embargo, esa visión me impresiona… y me aprisiona… entre una sensación de extrañeza y el sentimiento de lástima de ese ser humano atrapada en un cuerpo a mitad de caballo entre ninguna parte…

Charo me sigue contando lo que yo no sé… que, además de lo que mis ojos han visto en pocos minutos, hay mucho más que no veo en el esqueleto de este edificio… entra un matrimonio colombiano, cogidos de la mano… no tendrán ni los 25… se miran con ternura y entran en el ascensor… ella se tuvo que marchar de Cali huyendo de un ajuste de cuentas, presenció lo que no debía… a él le conoció aquí, en Madrid… a miles de kilómetros de su país… y resultó ser de su misma ciudad… entran en el ascensor y él apoya la cabeza en el hombro de ella… respiro hondo… la adolescente china entra, hace un gesto con la cabeza con el que dice hola… respetuosa, callada, silenciosa… parece que se mueve de puntillas… pasa en una exhalación… vive en el primer piso… a su madre la veo temprano por la mañana haciendo taichi en el patio… da igual el frío que haga, ella está siempre… pero jamás sale de casa, nunca…

Mientras pienso en esta peculiaridad, baja David… un chico de Jaén que, el primer día de vivir aquí, ya me marcó… es de esas personas que, por algún motivo, no me transmiten nada bueno… ni tan siquiera su olor, ni su manera de mirar siempre huidiza e inquisitiva… extraño es poco para definirle… se dedica a comprar y vender coches… pegaba a su novia… que siempre salía con un ojo morado de casa y decía que, siempre, se tropezaba en el mismo sitio… ella se fue una mañana de martes, perro incluido, y él desapareció una temporada… sin embargo, había vuelto… su olor, su presencia… su extraña manera de mirar…

Mi espacio vital es una extraña sopa de miso… de todas las procedencias… y con oscuras historias que contar… este edificio respira un extraño aroma a sexo, historias y locura… mucha locura… la que emana una ciudad que a veces me resulta enemiga…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pequeña...

La verdad es que tu edificio es peculiar cuánto menos! Yo he sufrido en mis cannnes propias el fin de semana de Eurovisión en tu casa peleando contra el reggeton de tus vecinos durante todo el día y noche...Gritando entre nosotras para poder oirnos!Totalmente insufrible!! pero sé por lo que me has contado que eso es de lo más light que pasa por allí..A llevarlo con resignación, que remedio!!

Por cierto, ZORIONAK de nuevo, espero que en éste momento estés celebrando tu cumpleaños sino a lo grande sí muy agustito...

Besitos de la rubi!!