sábado, 18 de octubre de 2008

Te escribiré una carta cada día…

… le dijo el caballito de mar al hombre de hielo… “lo haré para que sientas calor, para que recuerdes esa sensación pese a no tenerla”… el hombre de hielo siguió con su camino mirando hacia atrás sólo de soslayo… dejando sus huellas medio borradas sobre la espuma del mar…

… le aseguró mientras se despedía en una estación… con el frío de la madrugada… el adormecimiento de estar saliendo del sueño… mientras el terrón de azúcar sonreía mientras se lo prometía, el niño libre tan sólo sonreía… quizás sabiendo que sería cierto, con la ilusión de recibir noticias de quien se quiere…

… dijo en silencio la pequeña pulga mientras el marciano conocido escupía rabia y rencor… “no quiero tus cartas”, dijo él leyéndole el pensamiento… “te escribiré una carta cada día” repitió ella para sus adentros… sabiendo que, con o sin sello de correos, esa carta existiría para volcar su pequeñez…

… le aseguró en mitad de un desayuno en ninguna parte la pantera dormida… lo dijo sin pensarlo, sólo sintiéndolo… mientras al cangrejo nómada aquélla afirmación le estaba sobrando… tan sólo quería emprender el lento camino hacia ningún lugar… hacia una noche eterna en la que se esperaba con esperanza la luz del sol…

… le gritó la luna rota al sol maldito… en un atardecer con el cielo rojo que parecía incendiar el romper del día… “para que salgas de tu encantamiento, para que se termine el maleficio”… pero él tan sólo podía arder con más fuerza, brillar como nunca antes lo había hecho…

… propuso la mujer marmota día a día durante muchos… volcando todo lo que tenía dentro sobre una hoja de papel… litros de tinta para terminar con las palabras de su propio diccionario del corazón… “no puedo” contestó el hombre intranquilo mientras colgaba el teléfono… el quebrar una voz que ni siquiera puede plasmarse en papel…

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