lunes, 23 de febrero de 2009

Cien adioses y un encuentro

Me despierto con la maleta preparada para irme... ¿irme?... me resulta casi imposible de procesar… tengo la sensación de haber llegado hace tan poco tiempo… no sé definir la sensación que siento en ese momento… es una mezcla de tristeza por la despedida y de alegría por la experiencia… por el cariño, por mirar con mis ojos otro mundo…por encontrarme con gente a la que quiero sin saber que la quería tanto… por saber que me voy sabiendo que voy a echar muchísimo de menos las charlas con mi tía Adelia, sus lágrimas por las pequeñas heridas que te deja la vida… la magia de su sonrisa, parece que el mundo se ilumina cuando lo hace… los momentos con mi prima Ana María, nuestra extraña química a caballo entre la complicidad y la comicidad… el tener la sensación de que está ahí desde siempre, que vive el mundo que la rodea con unos ojos muy parecidos a los míos… las discusiones de política con Pipe, sentir que pese a su vehemencia hablando encierra dentro de sí a un niño… los abrazos del ratón Nico con esa ternura que te desmaya, con ese calor que te regala incluso sin hablarte y tan sólo sintiéndote… mi primo Carlos con sus divertidas batallitas, Pacho con sus apariciones estelares… mi tío Jaime, Coco y los niños por sus divertidos y tristes momentos conmigo… las conversaciones con Margarita en la cocina, cómo se reía conmigo… a Cristóbal cuando se ofreció a hacer de mi guardaespaldas cuando conmigo pueden hacerse tres de él… las charlas con Weimar y su mirada tímida, por esa paz que te da cuando habla y sonríe… demasiadas cosas para incluir en mi maleta sin que me dé pena subirme a ese avión…

Cuando salgo de mi habitación, casi no me lo creo… es mi último día… desayuno, charlo con mi tía y con Margarita… mi tío Jaime viene con Coco a traer el vídeo que me han hecho… música colombiana sobre mis fotos… me emociona lo emocionado que está, recordar todos esos momentos que he vivido en este mes… después toca volar para poder comer… Ana, Pipe, mis tíos y yo terminamos con la mejor despedida que podía tener de Colombia… comer en una Surtidora, en la de Ferias… ver el ambiente de la "clase media" colombiana, vivirlo con ellos… me pareció simbólico pensar que mi última comida iba a ser con el sabor que hace que mis raíces se hundan de alguna manera en esa tierra… simbólico que iba a la primera Surtidora a la que me llevó Ana en una de nuestras salidas… me despedía de mi prima de una manera especial… después, al aeropuerto para encontrarme con que facturar con Iberia puede convertirse en una hora de trámites… primero porque tengo que ir a una ventanilla a que me eximan de pagar un impuesto para salir del país… después por el exceso de equipaje me toca hacer cola en otra diferente al mostrador de facturación para pagar el dinero… bregar con una que se me intenta colar haciéndose la lista… soportar que la señorita –que debía estrenarse ese día en el cargo- dejara de consultar cómo podía hacer lo básico para poder cobrar un billete… sí, desesperante ese tiempo dando vueltas… tiempo perdido para mi despedida… cuando terminé de hacer todo el papeleo y me dieron la carta de embarque, era casi el momento de embarcar… mi tía me miró y comenzó a llorar… me abrazó tres veces, me confesó que me había regalado el billete para ir a ver a Nando y Nela a Panamá… me quise morir, me dolía tanto como a ella pero no podía llorar… abracé a Ana y recordé que espero tenerla pronto en España con Susi y un par de mochilas… me despedí de mi tío… besé en la mejilla a Pipe, tratando de evitar las ganas de pegarle un achuchón… sabiendo que, para él, esa distancia física es necesaria… es un adolescente… sentí no abrazar a su alma de niño… y entré en la fila, me giré para decir adiós con la mano… y entonces, por fin, me permití el lujo de emocionarme… me dejaba un pedacito de mí con ellos en Bogotá y eso me gustaba…

Cómo no, tuve un encuentro en la tercera fase… en el control de pasaportes, veo una cara conocida… me mira fijamente, me dice que me conoce… yo le miro y le digo que yo también… ninguno de los dos sabe de qué, pero nos hemos visto antes… y de copas, además, los dos tenemos ese mismo recuerdo… cuando descubro quién es, el pasado me golpea en la cara… me río, sonrío… las cosas en la vida pueden llegar a ser divertidas cuando decides reírte de ti misma… y, francamente, funciona… quién me iba a decir a mí que me iba a encontrar con un pedacito de pasado a 8.000 kilómetros de distancia… me cachean nuevamente, me pasaron todas las cosas por el arco de seguridad… ya era una realidad, pensé en la cola de embarque, me voy… localizo mi asiento y descubro, no sé si contenta o no, que es la puerta de emergencia… supuestamente tengo ventanilla pero esas puertas carecen de ella…

Me siento y abro mi cuaderno dispuesta a hacer un ejercicio mental que me encanta… escribir sin pensar todos los recuerdos espontáneos que tengo de una época… revivir esos momentos especiales de un viaje, un día, un verano, un trabajo… creo que es una manera bonita de recordar las cosas que nos hicieron felices… sin embargo, no tengo ni siquiera tiempo de empezar a escribir… mi compañero de asiento me ofrece caramelos de menta, le acepto el detalle… es un hombre bastante alto, moreno de piel, con los ojos verdosos… lleva una gorra negra rollo ochentero… me pregunta si hablo inglés, yo le pregunto si es francés por cómo pronuncia en castellano… de Israel, me responde… dentro de mí misma, me río… hace sólo 48 horas estuve discutiendo con Pipe –sobre la cama de mi tía y con mi tía incluida y de mi parte en la conversación- sobre el conflicto de Israel y Palestina… él apoyaba al pueblo judío, yo al palestino… me prometí a mí misma honrar a mi prima Ana y su amiga Susi en algún momento de la conversación preguntándole desde el “bando palestino”… si el tipo resultaba pesado, qué mejor manera de terminar con la conversación…

Pero no tuve que recurrir a ello porque mi compañero de viaje resultó ser un tío la mar de interesante… hablaba y gesticulaba con mucha gracia, sonreía todo el tiempo… me contaba en qué trabajaba, que viajaba mucho… hablamos de historia de España, cómo no con un judío… no sé cómo la historia no nos odia más por todo nuestro pasado... me habla del pasado polaco de sus padres, su huída de los nazis a Inglaterra… “volver” a Israel… hablamos de su peculiar español, de que se le olvidaba en cuanto estaba un tiempo sin viajar a América Latina… cuando nos trajeran la cena, estábamos de clase de pronunciación… cada verdura de su bandeja vegetariana era pronunciada por él en inglés, yo tenía que repetirla… traducirla al español y corregir cómo pronunciaba él… hasta un azafato de Iberia participó en la clase… hablamos de Israel, de cómo era Tel-Aviv… yo le hablé de Madrid, de Barcelona, de los pueblos de Cádiz y Huelva…

Apagaron las luces del avión, era la hora oficial de dormir… seguimos charlando durante un buen rato, me enseñó vídeos de su curro… dos insomnes compartiendo una noche de avión, teníamos que considerar la posibilidad de dormir… nunca pensé que pasaría tanto frío en un avión, las puertas de emergencia no sellan completamente… dos horas después, era momento de desayunar… sobada, zumbada y con ganas de matar al pobre azafato de Iberia, decidí que tenía que despertarme… en hora y media estaría en casa… en hora y media, me dijo él, a mí todavía me quedarán dos horas de espera para coger mi conexión a Tel-Aviv… hablamos de qué se puede hacer en 12 horas en Madrid, qué visitar… de música... acabo escuchando música hebrea… cantada en hebreo… me da paz, mogollón de paz… me la tengo que descargar en el Emule al llegar a casa, le pido que me escriba el nombre a ser posible no en caracteres hebreos para buscarla… mi compañero de viaje me pregunta cuando comenzamos el descenso si había pedido la puerta de emergencia… le digo que no, que simplemente ventanilla… se ríe… me sonríe… me dice que será cosa del destino entonces… me pregunta mi nombre, me pregunta si soy musulmana cuando se lo digo… se ríe cuando le explico que es una virgen cristiana… y, cuando menos me lo espero, aterrizamos en Madrid… estoy en casa…

Me acompaña hasta el control de pasaportes… me inquieta la situación, nunca me he despedido en inglés de alguien… sin comerlo ni beberlo, le suelto un “nice to meet you” que acaba con 8 horas de conversaciones… me desea buena suerte, me sonríe… mientras me marcho de allí, sonrío… no sé por qué, pero lo hago… me ha gustado conocerle, me ha parecido un hombre interesante… un buen final para mi aventura, me digo mientras le suelto un “Good morning” al madero del control… buenos días, me contesta con cara de cachondeo… vuelvo a tener “española” escrito en la frente por lo visto… el equipaje tarda en salir, hay maletas de varios vuelos en la misma cinta… me río de la vida cuando veo que uno de los aviones es precisamente un vuelo que procede de Tel-Aviv… sonrío… ni siquiera se me ha ocurrido preguntarle su nombre…

Esta es la canción que escuché mientras aterrizaba en Madrid, la que me dio paz y pedí me escribieran… curiosamente, "darkenu" -el nombre de la canción- significa camino... y curiosamente -gracias al Google Traductor- el estribillo de la canción dice "No es fácil, no es fácil el camino... aún es largo, el viaje no ha terminado todavía"...


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