martes, 10 de noviembre de 2009

Caracas, la ciudad del miedo


Es curioso, es sólo medianoche y tan sólo escucho por la ventana algo parecido a un grillo… nada del ruido que me ha acompañado desde que llegué… nada de gritos, ni cláxon… ni los ruidosos motores de los buses del año de la polka que suben y bajan por esta calle residencial… esta mañana, una guacamaya escondida entre los enormes árboles pegaba alaridos pero ahora parece haber dado una tregua… silencio, noche… un cigarro y un vaso de agua… respiro… si miro por la ventana sólo veo un millón de luces escapadas en un cerro… la sombra de los altísimos árboles recortándose en mitad de la semioscuridad… me río… según el reloj de mi BlackBerry, es el amanecer en España… estoy al otro lado del mundo y, sin embargo, soy incapaz de cambiar la hora aunque a veces eso de restar cinco horas y media –la media es una ocurrencia de Chávez- me resulta complicado… repaso mentalmente el día, los días que llevo vividos en este lugar… vuelvo a estar en América, en ese lado del mundo que piso por segunda vez en menos de un año… un lugar en el que todo me llama la atención, en el que vivo abriendo los ojos más que de costumbre… el búho que vive dentro de mí se ha vuelto a despertar para mirarlo todo… quizás sea porque hay mucho que mirar… pequeños descubrimientos que -no queda más remedio- hago abrazada a mi bolso… con ojos en la espalda… con todas las precauciones que no tengo en Madrid pero que, no sé por qué, aquí me salen de manera natural… un cromo más para ese álbum que me he propuesto rellenar antes o después…

He descubierto que Caracas es la ciudad del miedo… del miedo a los ruidos, a los demás… a quiénes caminan por la calle detrás de ti… a todo lo que te rodea… esta ciudad respira eso… en los ojos de la gente, en la manera de mirar… en la manera de andar por las calles… es una sensación europea, sin duda, pero ellos la viven como parte de su día a día… he caminado por el centro sin sentirlo, quizás porque soy una inconsciente o porque simplemente creo que no se puede vivir con miedo… un domingo es el único día en el que uno puede caminar sin tener que estar aterrado … momento perfecto para que esta española con mucha pinta de extranjera pusiera un pie sobre el sucio asfalto de esta ciudad, eso sí, escoltada por una recua de locales dispuestos a cuidarme en todo momento… cuidarme, me río… por algún motivo que desconozco despierto ese instinto de protección que no comprendo aunque reconozco que me gusta… salimos a medio día de casa con el hermano de Thais, un singular cantante vocal que acababa de llegar a Caracas para unas entrevistas de promoción… cree que Jesucristo es “un hermano mayor”, el singular líder de una mezcla entre marcianos y ángeles que es la extraña religión que siente y profesa… crea en lo que crea, es absolutamente encantador y decidió ejercer de guardaespaldas... caminamos hacia la plaza de Bolívar, me reí… supongo que no existe país en América Latina que no tenga una en honor a ese libertador que aquí alcanza cotas máximas de mención… no sé qué le parecería si levantara la cabeza, francamente… pero, mientras tanto, se cometen todo tipo de tropelías y atropellos en su nombre… al llegar a la plaza -provista, como no, con sus palomas de atrezzo... imprescindibles para cualquier plaza de Bolívar del planeta-, nos encontramos con un despliegue de medios brutal… un rato después descubrimos que se trataba del encendido de la llama olímpica de los juegos bolivarianos… cuando vi aparecer al ejército, vestidos ellos de blanco y más tiesos que un palo, casi me da un algo… no vi más… la Catedral estaba cerrada, la casa de Bolívar tomada por la recua de chavistas del acto… intento fallido de ver lo único mínimamente llamativo que tiene esta ciudad…

Seguí oliendo el miedo... mi alma de búho constató que la gente, aquí, se pasa la vida dando vueltas en los enormes centros comerciales… caminan relajados, se sienten protegidos… pueden sacar sus móviles sin tener que mirar constantemente alrededor… pasean, caminan, comen… y yo, simplemente, flipo… creo que me estoy haciendo lesbiana, le decía a Thais con mucho cachondeo… desde que he llegado aquí, no hago más que mirar tetas y culos… y no es para menos… es alucinante la cantidad de mujeres recauchutadas que ves… la cantidad de mujeres con enormes implantes de silicona y muy poca ropa encima… con escotes de esos que desafían todo lo posible y metidas dentro de una ropa tan ajustada que podrías contarle los lunares… alucino, miro y me descojono… cada vez que pasa una de ellas no puedo por menos decir “gol, gol, gol” porque, francamente, eso no son tetas… son balones de fútbol… más tarde descubrí que el regalo de las quinceañeras aquí es, precisamente, un implante… un implante que puedes comprar en unos supermercados específicos como el que se compra un cepillo de dientes… me río… esta tribu peculiar mía está zumbada, sin duda… creo que sólo necesitaba saltar a este lado para descubrirlo… para constatar que las mujeres viven sumidas en una constante competición que se articula en torno a la que sea más llamativa, más guapa, más sexy… compiten entre sí para llamar la atención de los hombres… es difícil ser fiel en este país, escuché decir hace poco… lo que realmente me sorprende, como mujer, es que sean compañeras de mi género las que precisamente promueven un machismo que es el centro de sus vidas… por lo visto, en cierta medida, tener éxito gira en torno a la talla de sujetador... supongo que mi vena feminista se despierta contra eso...

Seguí oliendo el miedo cuando fuimos a eso que vine a hacer a este país… presentar una propuesta para hacer una gira de conciertos, para hacer un planteamiento de comunicación y alejar al Sistema de ese argumento de “niños de la calle” que tanto les molesta al final… la reunión era en un lugar llamado Parque Central… un lugar sórdido donde los haya, concebido como una mini ciudad en su día que aúna edificios de oficinas, viviendas y bajos comerciales… un lugar sucio, sucísimo, en el que pasa un hombre vestido de traje de chaqueta y corbata al lado de un tipo que, simplemente, se ha sentado a ver pasar las horas bebiendo… un lugar al que ni los propios caraqueños quieren ir, del que huyen… olí mi propio miedo cuando tuve que subirme al ascensor que me llevaría a la planta 18… un ascensor que debe llevar en ese lugar cuatro décadas y que acciona una mujer sentada en una silla provista de un palito… creo que no he pasado tanta angustia dentro de un ascensor jamás… en ese momento, lo tuve claro… puedo bajar caminando, le pregunté a Thais… los pisos son dobles mamita, me contestó, así que son 36 en realidad… me daba lo mismo… pese a los tacones, pese a que llegara abajo con las piernas temblonas… a mí no volvía a quitarme la respiración un elevador que, confirmado por ella, no era la primera vez que se caía… creo que la que más está sufriendo ese miedo que destila este lugar es ella… en cada paso que damos… en cada momento que salimos a la calle… en un trayecto en taxi que eligió el camino más corto para traernos al apartamento… uno que pasó por esas casas de hojalata -llamados ranchos- que se ven en las laderas de las imponentes montañas que rodean Caracas… un trayecto que me enseñó parte de las tripas de este lugar… su cara oscura en la manera que tenía la gente de mirar el taxi… un taxi que se quedó parado en la subida de una cuesta y que al taxista le costó dos intentos arrancar con toda la parsimonia venezolana que corría por sus venas… su miedo a veces es carcajada, también… la he contratado como manager y va a empezar a cobrar por mirarme… me miran por la calle como si fuera de otro planeta… los hombres me dicen toda clase de cosas… algunos son más correctos y ventilan su piropo con “bella mujer” o “lindos ojos” –lo que más me han dicho hasta ahora-… otros, sin embargo, mascullan entre dientes cosas ininteligibles de las que sólo comprendo el “mamasita” que sé qué significa… soy un show y ya me he hecho a la idea, aunque sigo sin saber cómo manejar que un hombre se me quede mirando gilipollas desde un autobús… sin comprender cómo es posible que, habiendo las mujeres que hay por la calle, me miren a mí… supongo que porque soy marciana para ellos...

Caracas huele a dejadez… a invasión, una táctica respaldada por el Gobierno que te hace ver el esqueleto de un enorme edificio de oficinas sin acabar de construir con un montón de tiendas de campaña… con gente cocinando… con muretes de ladrillo… no, no son indigentes… han ocupado ese espacio –con el respaldo de la ley- y tienen “derecho” a vivir ahí… esta ciudad huele a montones de basura por la calle… a agua estancada… a gasolina de mala calidad quemada en enormes rastros de un humo negro que salen de cualquier vehículo y te envenenan silenciosamente… huele a niñas muy niñas que son madres y cargan a bebés preciosos que no tienen edad para tener… huele a puestos de comida ambulante sobre enormes trampillas de ventilación que destilan lo podrida que está esta ciudad por debajo… trampillas bajo las cuales, muchas veces, viven niños de la calle de los de verdad… huele a tráfico desordenado, a velocidad… a constantes infracciones, a falta de respeto… a propaganda política por cada rincón que puedas pisar… con citas de Ché Guevara, con su cara grafitada en muchas paredes… con la cara del presidente en la mayoría de los lugares a los que mires… huele a un desorden total, a construcciones ruinosas… huele a intercambio clandestino de dinero… a penas y apuros económicos contados en clave de desesperación… a regateo, a precaución… huele a cuenta atrás, a una esperanza que cada día muere un poco más… a una huída necesaria para poder seguir hacia delante sin vivir atrapado en el pánico...

Caracas huele a tantas cosas que no sabría explicarlas todas… estoy segura de que, en algún momento, tuvo que ser una hermosa ciudad... una en la que la Avenida Libertador era bonita, con sus ocho carriles... abrigada por una montaña imponente, majestuosa... una ciudad en la que había museos... en la que no se olía lo que se huele, en la que no se vive cómo se vive ahora... pero es curioso porque, pese ser así, yo no siento miedo…

1 comentario:

Anónimo dijo...

JO, SOLO SABER QUE ESTÁS TAN LEJOS ME HACE ECHARTE DE MENOS...
UN BESOTE Y DISFRUTA!!!
lASPIUR alias Maritrini