viernes, 21 de agosto de 2009

Comando gnomo de jardín

Sí, estoy fatal… que casi a mis treinta años me dé por cometer pequeños actos vandálicos al margen de la ley me sorprende incluso a mí… no pude resistirme, lo reconozco… me acuso de comportarme como una auténtica gamberra en una madrugada… de hecho, tras enviar dos sms, fue la respuesta que obtuve… el calificativo… gamberra, me mola para qué mentir… la cosa comenzó unos días atrás… los chicos jugaban un partido en un pueblo próximo que estaba en fiestas y nosotras, fieles a la tradición, nos acercarnos… la mayoría de las veces no miramos el partido, es cierto… pero estar allí nos resulta un apoyo moral que prestamos desinteresadamente mientras nos tomamos un café o nos sentamos a tomar el sol trasladando así la charla unos kilómetros… al entrar en el pueblo, llegó el descubrimiento… primero flipé… luego me entró un ataque de risa… no pude por menos comentar la extraña visión de la que estaban siendo testigo mis ojitos de búho… el resto del coche entró en el mismo estado de shock de descojono que estaba yo… la cosa tiene miga, me dije, hay que estar realmente pirado…

Lo que veían mis ojos era una casa plagada de gnomos… de los típicos enanos de jardín que hizo malditamente famosos la película de Amélie… una de esas películas que tengo entre las preferencias cinematográficas de mi mente… una vez me lo llamaron, me río… ahora quizás más que nunca lo soy… el dueño de la casa había llenado cada uno de los espacios de la verja que delimitaba la casa de gnomos… de diferentes colores, en diferentes posturas… la cosa alcanzaba cotas tan bestias que, incluso, los espacios que había entre los barrotes de la barandilla de la escalera tenían su propio enano… allí estaban todos, tiesos… descolocándote las neuronas con semejante despliegue… uno de piedra de medio metro remataba la esquina de la casa… otro se descolgaba barandilla abajo vestido, incluso, con sus polainas de tela… descubrí que había un perro Chow-chow detrás de la barandilla… inmóvil… le silbabas, ni se movía… le decías algo, ni se inmutaba… no me extraña, dije hablando con él, tienes que estar flipando… la carcajada en el coche fue general…

Aquello es una maldita provocación, solté en la terraza del bar compartiendo el hallazgo con el resto de la pandilla… cuando lo dije, me tacharon de loca… mi prima se descojonó, la rubia más… en mi mente, aquélla visión permanecía viva… no podía sacarme la maldita casa de los gnomos –como la bauticé- de la cabeza… y, lo que era peor, en mí comenzó a germinar un maquiavélico plan… tenía que raptar uno de ellos… traerme semejante trofeo a casa… aunque no me molaran los gnomos de jardín, daba lo mismo… el simple hecho de idear un secuestro me hacía sonreír… durante varios días volví rigurosamente al pueblo a no ver esos partidos de fútbol… cada vez que pasaba por delante de la casa en cuestión los miraba… allí estaban todos… jodidamente ordenaditos, cada uno con su propio lugar… diciéndome “atrévete”… la idea no se me iba de la cabeza pese a los intentos de todo el mundo de quitármela… durante varios días, ideé el mejor plan… pensé, incluso, en reconocer el perímetro de la casa para localizar aquél que me resultara más atractivo dentro de mis posibilidades… sí, posibilidades porque llegué a la conclusión de que el perro Chow-chow que observaba no es que fuera tranquilo sino que estaba aleccionado para saltar en caso de acercarte más de la cuenta a cualquiera de las figuritas… la estrategia era clara… tenía que ser durante la noche… en mitad de las fiestas… tenía que comprobar como cuánto de pegados estaban los benditos enanos…

La última noche de la fiesta del pueblo de los gnomos llegó… las oportunidades se terminaban… en mitad de la madrugada, una amiga de mi hermana –con la que compartí el hallazgo y que estaba igual de flipada con la situación que yo- apareció con su enorme sonrisa… tengo uno, me dijo descojonada, lo hemos dejado en el coche… reconozco que me mató sanamente la envidia por dentro… la idea era mía y, sin embargo, otra se me había adelantado… quieres ir a por uno, me dijo entre descojonada y desafiante mi prima… opté por el no para acallar mi conciencia… con una baja en una noche es bastante, pensé, ya sólo deben quedar 198 más… seguí bailando… charlando… observando con admiración una noche en la que la testosterona flotaba en el aire… una noche en la que esos amigos míos andaban como perras en todos los sentidos… cuando fui consciente de sus circunstancias, lo vi claro… era el momento de volver a casa…

Nos subimos al coche las tres últimas mohicanas del grupo de chicas… y, cuando apenas quedaban unos metros, no me pude resistir… tenía que raptar uno… apagué las luces… paré el motor… y, en plan comando, me bajé del coche… hay que ser gilipollas, pensé, quién coño va a estar a las seis de la mañana pendiente de unas figuritas… creo que simplemente le estoy cogiendo gusto a esto de montarme las situaciones tipo guión de película de acción… llegué a la esquina de la casa agachada… me parapeté tras mirar el ángulo de visión de las ventanas… una será ladrona, lo reconozco, pero aquello se convirtió en un juego de estrategia que disfruté horrores… levanté la mano con miedo, acercándome a la primera figurita… completada la fase I de la misión –aproximación- había que pasar a la fase II… la vital… descubrir cuánto pegamento tenían los jodidos enanos bajo sus pies… agarré la primera figurita comprobando que no estaba tan pegado… con el primer giro le despegué un pie… lo miré con horror… no era el que más me gustaba, tan sólo una prueba de resistencia… pero, incluso cuando optas por cometer pequeños actos vandálicos, una tiene corazón de Juana de Arco… pensé en lo injusto que era para el loco propietario de aquél ejército de escayola encontrarse no sólo con dos bajas sino, además, con uno medio despegado que en cualquier momento podía desintegrarse contra el suelo… era el que había despegado, era el que tenía que llevarme… tiré de él hacia mí, hice la fuerza justa… y antes de que me diera cuenta estaba sentada de nuevo en mi coche tirándole a mi prima en el regazo a mi secuestrado…

Para cuando pude mirarlo con detenimiento, ya habíamos llegado a casa… el gnomo escogido en cuestión estaba vestido de verde y, para colmo, me había salido golfista… tócate los cojones, le dije a mi prima Nesquik en mano, encima tengo un gnomo pijo… como no podía ser de otra manera, tenía que tener un nombre… y Tomás –en honor al espantoso y enorme pájaro de peluche que nos acompañó una noche completa de las fiestas de Santiago y al que llegamos a pedirle una copa en la barra- me pareció más que apropiado… mi prima apuntilló que, en el pueblo de procedencia del enano de jardín que ahora reposa sobre el alfeizar de mi ventana, todo el mundo tiene nombre compuesto… me descojoné… era verde… no podía ser de otra manera… Hulk Tomás me gusta, pensé para mis adentros, en recuerdo de las locuras de un verano…

Con mi conquista nocturna de escayola me subí a mi habitación… orgullosa de haber “luchado contra los elementos” en una auténtica batalla al filo del amanecer… me descojono… la operación comando esta permanente de este verano me mola, pensé, como le coja gusto me veo expoliando media montaña… con la luz del día entrando ya por las rendijas de la persiana, me acosté… viéndole colocado fuera de su espacio… recordándome que había sido capaz de aparcar durante un rato tanta coherencia… tanta cordura… había cumplido el objetivo… tenía un enano de la casa de los gnomos en mi poder… dormí orgullosa, lo reconozco… quizás suene a gilipollez, pero para mí supo a victoria…

Lo curioso después de traerlo a casa –más allá de la cara de póker de mi padre cuando me vio bajar a comer con él para presentarlo en sociedad y preguntó asintiendo alucinado si finalmente lo había hecho… algo obvio por otra parte- ha sido el enorme fenómeno que se ha producido… al principio, hubo quien incluso me propuso que le enviara a su anterior propietario una postal con gnomo incluido… algo muy en la línea de esa película francesa que tanto me gusta… pero lo más curioso es lo famoso que se ha hecho… todo el mundo sabe quién es… mi pobre tía anduvo medio descolocada el primer día preguntando quién coño era ese Tomás que estaba en todas las conversaciones… para cuando llegó la noche se había acostumbrado a que teníamos un noveno pasajero en esta casa… de aquí a hacerle una página en Facebook va un paso, sin duda…

Hulk Tomás nació en la madrugada de un 17 de agosto de 2009… con su palo de golf y su pelotita en la mano… con su traje pintado de verde… pero, sobre todo, para recordarme lo jodidamente divertido que es permitirme el margen de ser niña de vez en cuando…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hulk Tomás ya forma parte de la chupipandi..Neni, sólo tú estás tan loca cómo hacerlo, pero bienvenida sea esa locura que te permite difrutar así.
Me lo he pasado muy bien este verano contigo.

Ya te echo de menos ;-)

Fátima dijo...

Yo también baby... nos han faltado cosas por hacer en la lista... sniff, sniff...

El invierno es largo, sin duda... pero con una agenda en la mano, puede hacerse más llevadero... avísame cuando deje de llover en Bilbo que allá voy!

Boladedrac dijo...

Bueno yo no tengo nada que ver con la chupipandi, yo formo parte de otro comando itinerante en barcelona que se dedica a cosas similares, alguna cosa tienes mia, felicidades por tomas, buen engendro, bien acometido, sobre todo acuerdate de no darle de comer despues de las doce de la noche, que se le pone duro el palo.....o tu misma, atiborralo. Un beso.