domingo, 23 de agosto de 2009

Triángulo de una noche de verano

Cuando dije su nombre, le cambió la cara… no me lo puedo creer Fátima, me decía… al principio, lo reconozco, no sabía de qué hablaba aunque por un instante me lo temí… tan sólo un nombre, estuve a punto de llamarle por el apodo que ya le identificaba… pero dije su nombre tal cual me lo presentaron… apenas cinco letras… un recuerdo, una cara, unos ojos… algunos mensajes en mi móvil en horario no infantil… supe lo que pasaba tras esa mano que se tapaba la boca para evitar reírse… cuando escuché lo que ya sabía, me descojoné de la risa… qué cabrón, la escuchaba decir sonriendo con cierta desilusión… reconozco que durante unos instantes yo también la sentí… la desilusión de no saber si sentirte idiota o, directamente, morirte de la risa… la de abrir una caja de truenos que quizás habría estado mejor quietecita… éramos dos mujeres en mitad de una noche de fiesta al aire libre compartiendo un nombre… compartiendo la misma noche de comienzos de agosto… compartiendo, incluso, el recuerdo de esa noche… esto aunque no te lo creas, le decía descojonándome, une mucho… ella se reía… me gusta su sonrisa, pensé…

En pleno ataque de risa con mucha ironía y disculpas mutuas incluidas, nos hicimos una foto… una foto que, con el trajín de la plaza donde bailábamos, era difícil que saliera bien… se nos reconoce, le dije al tercer intento… nos reímos mientras escribíamos el texto… el mundo es a veces tan pequeño, le decían mis dedos a su destinatario… sonreía al escribirlo… verás cuando se lo cuente mañana a la rubia, pensaba para mí, no va a dar crédito… está claro, mi vida es un constante Expediente X… creo que debería hacer caso a aquéllos que me animan siempre a que escriba un libro contando mis anécdotas… al darle a enviar, sentí nervios y una enorme envidia por no poder ver la cara del destinatario al recibir semejante misiva incendiaria… estaba actuando maliciosamente… esto de los descubrimientos es lo que tiene, que te dispara la vena sarcástica de una manera absoluta… ella me miraba con una sonrisa de medio lado… creo que yo también lo hacía… de esta nos hacemos amigas, me decía ella… sonreí… se explicaba… ahí sí que reconozco que me descojoné… y qué tal, me preguntó descojonada… bien, le contesté mientras se me caían dos lagrimones de la risa… qué curioso es esto de compartir coño, me dije, hasta la pregunta más normal se convierte en algo sumamente gracioso de contestar… como dos señoras, nos despedimos…

Cuando se lo conté a mi hermana, no se lo podía creer… lo curioso es que creo que estaba ella mucho más cabreada que yo con mi descubrimiento… recuerdo que sólo me reía… ella flipaba con mi reacción… enana, le dije muy seria metiéndome la camiseta por dentro del pantalón para paliar el fresquito, está claro que tu hermana es cada día más hippy… lo pensé durante unos instantes en mitad de la fiesta… en mitad de la música… bebiéndome una cerveza mientras trataba de ordenar mentalmente el puzzle mental de aquella noche de agosto… muchas imágenes se me venían a la cabeza… de pronto, algunas casaron… me reí… tú que eres el mayor búho del mundo, pensé, y no te diste cuenta… tengo que reconocer que una parte de mí quiso saber en su momento quién era el afortunado… formulé una pregunta, obtuve una respuesta… fin de mi alegato… mi intuición estaba de vacaciones ese día… o, simplemente, preferí no hacerle caso en su momento… me reí… yo habría hecho lo mismo en su lugar, pensé… ni quiero ni puedo juzgar… simplemente, pensé, no soy quien para hacerlo…

Con la mañana, llegó la respuesta a esa misiva explosiva que enviamos de madrugada… ratificaba que el mundo sí, es jodidamente pequeño… sentía vergüenza… reconozco que me hizo gracia leerlo… para esas alturas, estaba dispuesta a disfrutar malvadamente de la situación un poquito… me reía… es curioso lo distinto que te tomas la vida según cada circunstancia… en mi vida anterior, algo así me sacó del quicio de mi vida… las personas son distintas, me dije, sólo por eso todo es diferente… yo también lo soy… pensé en ella… en esa increíble sonrisa que tiene… en la situación… tenía que informarla de la novedad… de la respuesta… creí justo compartir que teníamos una respuesta… me descojono… como sigamos compartiendo cosas, pensé, no vamos a poder presentarnos mutuamente la una al novio de la otra por si las moscas…

Me permití el lujo de tranquilizar al acojonado destinatario por teléfono –eso sí, con mucho cachondeo- en un heroico esfuerzo por reírme más todavía de la situación… y, lo confieso, por reírme también un poquito de la voz de pánico que escuché nada más descolgar… logré que se riera, reconozco que pretendía hacerlo… la vida es demasiado corta para andarse con gilipolleces, me dije… y por lo que sea esta mente mía es capaz de darle la vuelta a la peor de las tortillas de una manera absolutamente increíble… a veces me comprende su capacidad de comprensión… no es fachada, no… es auténtica… y reconozco que he descubierto que me gusta tenerla… soy coleccionista de historias… y una así, obviamente, no podía faltar…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amiga, sin tus historias las cosas no son iguales. Piensalo, no te puedes quejar de no haber vivido!! Me encanta esa alma tuya que ha renacido.

Un beso desde alguna parte del mundo