martes, 11 de agosto de 2009

Cosas de los treinta

Es curioso, me quedan sólo dos meses… algo más de sesenta días para esa fecha que, durante mucho tiempo, consideré fatídica… 25 de octubre… cumplo treinta años, me digo… un salto de década… lo pensaba mientras volvía a casa del bar de este bendito lugar donde ahora reposa mi barco pirata… apenas unos minutos antes lo había comentado en esa extraña fonda que es casi club social de este micro mundo… ese bar sin el que este pueblo, simplemente, no sería como es… me despedía de mi hermana… me dejas la llave donde siempre, me decía ella… compartía una fría noche de agosto con sus amigas alrededor de una mesa… aquí el precio de tener un precioso día de sol como el de hoy es que la noche sea fría de verdad… yo pensé que tenías menos, me dijo una de sus amigas… me hace gracia, se lo agradecí cuando lo escuché… nunca pensé que fuera tan coqueta como para agradecer que se me viera más joven de lo que soy… soy joven, lo sé, pero pese a este extraño momento mío casi adolescente -sin serlo- me siento vieja en algunas cosas… pensaba en ello mientras miraba el jardín y esa casa de piedra donde vivo… miré las flores blancas y fuxias, la hierba que mi padre cortó despertándome con el ruido del cortacésped el domingo por la mañana… pensé en mis treinta, esos que se acercan… en todos ellos hay recuerdos de este lugar… de ese jardín donde, a veces, todavía puedo imaginarme a mi abuelo sentado al sol después de comer… sonrío, no lo puedo evitar… hace muchos años que se fue, es cierto… pero aquí lo siento más vivo que nunca… será porque creo que su alma se quedó a vivir aquí… o, quizás simplemente, porque creo que nunca se ha separado de mí pese a no estar… sonrío… tal vez esté loca, pero lo siento así…

Subí a mi habitación dándome cuenta de que tenía las piernas cansadas… a ese espacio que yo escogí y que es la habitación de todas las que tengo que más me gusta… me fascina tumbarme por la tarde al revés en la cama… con la cabeza donde estarían los pies… simplemente, a mirar ese cielo que veo… esa montaña que se recorta al fondo… viéndome los pies apoyados en el borde de la ventana… me encanta “mi cielo” de este lugar… al entrar en la habitación esta noche, he visto la luna menguante… estoy cansada, me digo para mí mientras me quito el forro polar… para mi cuerpo, en este momento, es 30 de agosto… para esas alturas, ya llevaría muchas fiestas corridas… muchas madrugadas en la calle… me descojono… llevo aquí menos de una semana, me digo, y ya estoy acabada… los treinta, está claro… sonrío… benditos sean si este agotamiento me lo dan los días vividos… esta misma tarde, mientras hacíamos una ruta por el monte, mi prima me decía que la excursión que proponían hacer mañana era algo que tenía que hacer antes de los treinta… me reí… tengo una larga lista de prioridades antes que eso, le dije… me dio un escalofrío por dentro… se está acabando el tiempo, pensé, pero he cumplido la más importante de todas… volver a mi vida… mi prima me sugería algo que tenía que hacer antes de ese cambio de número… me sonreí para mí… no hace mucho yo di un consejo parecido… Italia puede ser una de esas cosas de tu lista de antes de los treinta, escribí en una pantalla… ojalá, me contestó, pero si logro hacerlo tiene que ser contigo… sonrío… las palabras se las lleva el viento, está claro… pero sólo por haberlas escuchado han existido… las has oído… y muchas de ellas son de las que te hacen sonreír…

Pese al cansancio, al meterme en la cama, he pensado en esa lista de cosas… en esa lista de objetivos que te marcas antes de esa edad… me río… me encantan las listas, lo reconozco… me considero un espíritu caótico, pero hasta el caos necesita su propio orden… sonrío… esos objetivos los tenemos todos… cada uno dentro de su esquema vital, de lo que le pide el estómago que meta o saque de su vida… me tengo que comprar una casa, escuché sonreír hace un par de noches a un Hulk cargado de ternura, ya tengo treinta y sigo viviendo con mis padres… sonrío… cuando esta edad llega a todos nos da por rebelarnos de alguna manera… necesitamos mucha más libertad… un espacio propio en el que podamos decidir sin contar con nadie más… para algunos ese espacio es físico, para otros está dentro de nosotros mismos… sonrío… esa conversación fue el preludio de algo que te enreda el alma aunque sólo sea durante unas horas... almas que buscan alcanzar cotas cada vez más altas de libertad pero, aunque sólo sea por una noche, se dejan echar el lazo…
Los treinta… no, no son tan terribles… me río… al contrario… me están abriendo la mente hacia direcciones que no conocía… hacia esas ganas de vivir cada cosa con intensidad… pensando que hoy es hoy… que mañana, ya veremos… me gusta, soy culpable de ello… me quedan dos meses antes de tenerlos… y tengo el presentimiento de que no me voy a perder ninguno… sonrío… nunca los he perdido, me digo, pero ahora tengo la oportunidad además de vivirlos…

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