sábado, 15 de agosto de 2009

La noche de Lario

A veces reencontrarse es, simplemente, cuestión de una fecha… de una que, de manera absolutamente absurda, es casi una cuestión de religión para quiénes vivimos este micro cosmos entre montañas… 13 de agosto, la fiesta de Lario… el pueblo más próximo, apenas 2 kilómetros… cada año nos reunimos en esa fecha… tratamos de estar… nos juntamos aunque sólo sea durante una noche porque es la que es… para muchos, un final del verano absolutamente mental… para otros, simplemente, una noche que siempre da mucho de sí… si algo tiene este peculiar número 13 es que siempre se convierte en una noche en la que el “más difícil todavía” circense bate todos los récords… es la noche de las confesiones, de las charlas… de las copas con los amigos, esos que viven lejos o que incluso viviendo cerca ves poco… es la noche en la que vuelves a casa recordando todas las batallitas que han sucedido… antes lo hacíamos andando incluso teniendo coche… por el mero hecho de volver todos juntos… por descojonarnos de la risa recorriendo dos kilómetros granados de anécdotas que podían alargarse durante horas… quizás sea una cuestión de predisposición, puede… pero lo cierto es que tiene algo de mágica… algo de brutal… pero, sobre todo, mucho de sonrisas…

Llegué pasada la una y media de la mañana… casi no salgo, les dije a las chicas, estoy hecha una mierda… tan sólo dos horas antes, estaba acostada… un dolor de cabeza y una taquicardia habían hecho de mí un despojo acurrucado entre mantas… cuando mi hermana entró a llamarme, dudé por un instante… arrastré mi cuerpo hasta su habitación para contarle mis dudas existenciales… este cuerpo mío, le decía, que a veces pesa como una losa y que me recuerda que tengo que darle tregua… me paré a pensar mirando por esta ventana… recordé el último 13 de agosto… recordé esa vida distinta que ahora parece estar tan lejos… creo que en ese momento se acabaron las dudas… inténtalo, me dije, siempre puedes volverte a casa… un café con leche Olga, le dije a esa pobre mujer que nos aguanta noche tras noche en el bar, que no soy personita… se rió… sí claro, me dijo, hasta que llegues a la fiesta … pensaba en su frase cuando me senté en mi coche camino de recorrer esos absurdos dos kilómetros que tantas veces he andado de vuelta de esta misma fiesta caminando por la mañana… sonreí… eran los tiempos en los que se convertían en la parte más divertida de la noche… esos tiempos en los que el maldito “Campanera” de Ovalle nos acompañaba sin parar taladrándole las neuronas a una amiga que llevaba un ciego de campeonato… esos tiempos en los que podíamos tardar horas hasta llegar al pueblo… esos en los que, quizás, la vida era de otra manera y nosotros también…

Cervezas, saludos y un par de canciones petardas que ya me encantan había entrado en la espiral… a mi cuerpo se le había olvidado que me tiene interpuesta una orden de alejamiento… bailaba sin parar… sin parar de reír… sin parar de sonreír… viendo a la gente, a mi gente… disfrutando… el hombre más arrítmico del mundo se empeñó en bailar conmigo con mi consentimiento y el descojono generalizado… mi policía favorito de cuando en cuando me hostigaba con sus constantes insinuaciones de venir a tirar la puerta de mi casa abajo… una siciliana, novia de un amigo con una eterna sonrisa, flipaba en colores con las situaciones de su alrededor… sonrío… creo que este lugar no sería lo que es de no ser por el zoo que habita dentro de él… me reía pensando en cuántos niñatos había… una guardería, le decía con mucho cachondeo a la rubia… me quedé mirando la plaza… eran más que nosotros, más que esos casi treintañeros o ya treintañeros que seguíamos cumpliendo la cita… seguíamos, pensé… seguimos, me dije sonriendo… nocturnidad, alevosía y alguna que otra excursión a lo oscuro del pueblo para desaguar tanta copa –en mi caso, cerveza- estaba de lleno metida en la fiesta… me faltaban caras, es cierto… pero sonreí pensando que, al menos, estábamos allí… eso era importante…

Le había prometido una pieza –como él las llama con mucho cachondeo- a uno de esos amigos que siempre hace ilusión reencontrar y que identificaré por siempre con la música del Dúo Dinámico sin saber explicar por qué… a ese fiel lector que sigue el trajín de este barco pirata sin dejar nunca un comentario… como él dice, desde las sombras… bailamos recordando que teníamos que hacerlo más a menudo, como me chillaba al oído, para no perder la práctica… cuando la canción terminó, nos pusimos a charlar a duras penas con los decibelios de la discoteca móvil que amenizaba esa noche… me habló de que leía siempre este extraño espacio mío… a ver si hablas un día de mí en tu blog, me dijo… me reí… pido perdón, le contesté, por estar menos pendiente de esta sopa pero últimamente se me acumulan las historias… en mitad de esa noche fría de la montaña, me dijo que me leía mejor… estás mejor, me preguntó afirmando… le sonreí un sí auténtico, sincero… estoy bien, le dije sintiendo que esas palabras salían del fondo de ese alma que tanto me ha costado reencontrar… la vida ha sido justa e injusta contigo, me dijo muy serio al oído… lo sé… quizás no debí preguntar pero lo hice… injusta, siguió diciendo, porque has perdido probablemente lo que más querías… sonreí… o no, pensé… pero ha sido justa, me dijo mirándome fijamente, porque te hemos recuperado… lo reconozco… un nudo se me ató en la garganta… hemos vuelto a tener a la Fátima que eras, me decía con cariño, y tal vez sólo por eso haya merecido la pena… le miré con las luces de la discoteca dándole en la cara, oscilando y cambiando de colores… me lo decía de corazón… me había echado de menos, pensé… sonreí… se me escapó una lágrima… he estado un poco perdida, le dije, pero no voy a perderme más… nos sonreímos… la vida es curiosa, pensé… y cada día lo es un poco más con sorpresas de esas que te ponen más algodones…

La noche siguió después de informar religiosamente a la rubia… sonrió al escucharlo con esa sonrisa que conozco y sé leer… esa que dice “por fin te das cuenta” cargado de una dosis increíble de ternura… espero que te haga pensar, me dijo ella sin quitar esa sonrisa… le pegué un trago a la Mahou que sostenía… la sonreí… eres genial, pensé, quizás por eso te quiero tanto… seguimos bailando mientras las palabras de ese fan incondicional que sigue estas locuras vitales mías rebotaban de lado a lado de mi cabeza… y entonces apareció… con su cara de niño… con esa cara que he visto crecer y que, por algún motivo que no sé explicar, me hace sonreír siempre… ese niño que ya no lo es que era amigo de mi hermana y al que hace mucho me guardé en el bolsillo del corazón… me abrazó sonriéndome… y, en mitad de una noche de frío de esta montaña que me da de comer mentalmente, me regaló otra dosis de calor… tú para mí eres especial, me decía al oído, y no hace falta que te lo diga porque ya lo sabes… le sonreí… le resbalaron dos lagrimones mientras me sonreía clavándome la mirada… sentí la música, recuerdo la canción… a ti no puedo mentirte, me decía al oído, eres tú y soy incapaz… le sonreí con ternura… con la ternura que me inspira un niño que ya es un hombre… me abrazó… sabes que te quiero, me preguntó… lo sé, le contesté de corazón, y tú también lo sabes… sería una conversación de borrachos, no digo lo contrario… pero creo que es de las conversaciones más sinceras y con más sentimientos que he tenido en mucho tiempo… otro regalo más de la noche…

Entre tanto calor llegó un amanecer… uno al que la rubia y yo pasamos revista sentadas en el muro de la plaza mientras nos comíamos un bocata de lomo… repasábamos la noche, las caras… no te líes, me dijo muy seria cuando emprendíamos el camino de regreso al coche, que te vas a encontrar con todo dios y salir de aquí va a llevarnos horas… me reí… sabía que había salido en gran medida porque a mí me hacía ilusión… no podía mortificarla durante mucho más tiempo… volvimos a casa… con el sol calentando la cara… esperando encontrar a nuestras chicas, que habían emprendido el camino de vuelta andando… respiré hondo al tomar la última curva… estoy en casa, sentí… con mi gente, en mi mundo… y, pese a las ausencias, de la manera que sea no faltó nadie…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Otra gran noche de Lario, como no podía ser de otra manera, se aliarán los astros para que siempre ocurra algo en esa fiesta?

Yo también te quiero mucho mi leina!