miércoles, 12 de agosto de 2009

Lluvia de estrellas

Hay que pedir un deseo, preguntó Ricardo… se supone que es la idea en líneas generales cuando uno ve una estrella fugaz… pero cuando la noche es, por sí misma, una pura lluvia de estrellas la cosa cambia… simplemente es imposible… lo pensaba mientras analizaba la situación… estábamos como cuando éramos adolescentes… nos habíamos subido con un par de mantas a la Valleja, a ese lugar donde pasamos siendo pequeños tanto tiempo… subíamos a tirarnos ladera abajo subidos sobre un cartón… subíamos para reunirnos a contar historias de miedo en la torre que parece vigilar todo lo que pasa en el pueblo… y, a medida que fuimos creciendo, nos tocó subir al cementerio para ir a acompañar a los que se nos marchaban… es el precio de crecer, sin duda… hacía mucho tiempo que no subía de noche aquí, pensé mientras miraba el cielo plagado de estrellas, no recordaba hasta ahora lo mucho que me gustaba…

La cosa había surgido de la manera más tonta… mi atómica amiga me había avisado la noche anterior de que se producía un fenómeno habitual cada verano… las Perseidas, una de esas noches en las que el cielo se llena de puntos de luz que corren de un lado para otro… puntos que te ilusionan cuando los ves, cuando logras percibirlos… a las doce y media aquí, comenté antes de despedirme, yo pongo las mantas… la idea de verlas llevaba rondándome la cabeza todo el día… una fanática como yo no puede perderse algo así, me decía, aquí el cielo es increíble… no alcanza las cotas de ese cielo maravilloso que vi en Bogotá y que tanto me recuerda a mi tía, pensé para mí mientras buscaba la manta, pero no desmerece nada…

Instalarnos en mitad de la nada y en mitad de la noche nos llevó algo más de tiempo del que esperábamos… para empezar, el grupo inicial sufrió bajas… a los problemas de aterrizaje de la rubia siguieron los desaparecidos de la excursión del día… una excursión que, palabras textuales, casi les cuesta la vida… primero discutimos sobre cuál era la orientación correcta sin ponernos de acuerdo… calculábamos estratégicamente el mejor lugar para que no nos pudiera incordiar la luz de la luna… después de sortear todas las cacas de oveja habidas y por haber, plantamos la manta… me reí… cuando éramos niños, no nos andábamos con tantos miramientos… no iluminábamos con el móvil para saber qué había o no, inspeccionando el área como perfectos CSI… llegábamos, echábamos un breve vistazo y nos sentábamos… ya descubriríamos más tarde sobre qué… esto antes lo hacíamos mucho más rápido, dije descojonada cuando encontramos el lugar ideal… nos tumbamos sobre esa manta que me acompaña y lleva haciéndolo desde hace tantos años… una que ha vivido mucho conmigo y que ha sido testigo de muchos atardeceres en el pantano… muchas confesiones… muchas conversaciones a corazón abierto con diferentes amigos…

Nos tumbamos… cuatro colegas… contemplando el cielo… mirando toda esa mancha de luces… aquello es Venus, dijo Silvia… me quedé gilipollas mirándolo… mirando esa media luna invertida que brillaba en un dorado insoportable en el cielo… al fondo se oía una vaca, por otro lado un caballo… comenzaba a haber rocío… comenzaba a refrescar… mi prima estaba a punto de morir de frío cuando una estrella que parecía un cometa cruzó de lado a lado el cielo… compartíamos una noche en la que cazábamos estrellas, guardándonos esos trofeos en ese poco o mucho de niño que queda dentro de nosotros… tumbados mirando hacia arriba… Silvia y Ricardo bromeaban como si fueran un matrimonio… yo creo que te inventas las estrellas, le decía él, porque estamos cuatro y eres la única que las ve… nos reímos entre el frío de la madrugada… hablando de esa luna que se movía frente a nosotros… hablando de ese cielo tan bonito que estábamos contemplando…

Lo hicimos como cuando éramos niños… entre risas, preguntas y debates… muertos de frío, sí… pero encantados de estar allí compartiendo ese rato… sintiendo esa extraña ilusión que te deja en el estómago ver una estrella fugaz… viviendo una noche con más luz que ninguna…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes toda la razón. Disfruté de esa noche como una niña. Sin poder apartar la mirada del cielo por miedo a perderme alguna de esas ráfagas brillantes. Sin dejar de sonreír mientras pensaba en mis deseos varios. Sin dejar de sentir el frío pero sin ganas de moverme de allí.

Fue una noche increíble, desde que empezó hasta que terminó. Algunas cosas terminaron sin duda esa noche... tal vez en la próxima lluvia de estrellas..

Besos linda