domingo, 2 de agosto de 2009

Una escapada a Barcelona

La cosa surgió como una pregunta de esas que cuesta dejar salir… Barcelona, escuché… lo reconozco, no pensé en los kilómetros de más de nuevo… no pensé en que tenía que volver a conducir… tan sólo pensé que podía resultar divertido… ir con mi atómica amiga y sus chicos de compras… pisar de nuevo esa ciudad que hace tanto que no visitaba… ir a esa urbe que, para mí, tiene algo especial y a la que siempre me gusta volver… no sabría explicar qué tiene Barcelona, pero sé que es un lugar en el que no sólo no me importaría vivir una época de mi vida sino que, además, me encantaría hacerlo… nos pusimos en camino por la mañana… doscientos y pico kilómetros nos separaban de nuestro destino… y, lo que era peor, una operación salida de vacaciones digna del 1 de agosto… los chicos dormían en el asiento trasero, mi amiga me daba conversación en el del copiloto… a medida que restábamos kilómetros, me iba animando… Barcelona… más que una ciudad, muchas cosas… muchos recuerdos… buenos amigos… grandes historias… sonreí… quien te iba a decir, me decía a mí misma, que acabarías aquí…

Llegamos por la Diagonal acordándome de la DGT cuando vi que tenía que circular el último tramo –hablo de varios kilómetros- a 80 por hora… pero estaba allí… en una ciudad que respira distinto y en la que me encanta perderme… perderme, me río… me la conozco incluso demasiado bien, tanto que creo que sería imposible hacerlo aún intentándolo… aterrizamos en la calle Tallers y un mes de febrero saltó a mi mente… un viaje de trabajo que acabó con una larga charla en un banco… un momento de esa otra vida que viví y que, ahora, me resulta estar tan lejos… caminábamos entre el gentío… entre los guiris, los góticos, los punkies… entre todas esas tribus urbanas que viven en esa ciudad y que, lo siento, no sé etiquetar de ninguna manera… creo que estoy desactualizada en ese aspecto… caminábamos mirando escaparates, charlando de camino a Las Ramblas… la primera parada, una tienda de cultivo de marihuana… como cucaracha en baile de gallina, me dijo mi atómica amiga con cara de resignación… me reí… en los días de su vida se imaginó contemplando cómo su hijo mayor miraba las pipas de agua con fascinación… supongo que ha optado por unirse al enemigo… por tolerar, aunque en el fondo le duela, la situación… nos reímos con la camiseta de “Blancanieves y los 7 cogollitos”… es lo que se llama una madre moderna, le dije…

Caminamos por Plaza Catalunya para entrar en El Corte Inglés… el objetivo de nuestro viaje relámpago era llenar el armario de sus hijos… en la planta Joven comenzó el disloque… el uno iba y venía a los probadores renegando de tener que probarse la ropa… mientras el otro elegía con sumo cuidado sus camisetas, probándose encantado de la vida y haciéndonos un pase de modelos… dos chicos, una misma madre… dos mundos distintos, completamente opuestos… hay ahí una marca que seguro que te gusta, me dijo el pequeño… me reí cuando le escuché decir “Desigual”… tan previsible soy, le pregunté riéndome a esa entregada madre… te cogió la medida mamita, me contestó ella sonriendo… petardeamos entre la ropa persiguiéndoles entre las perchas… volvían con sus prendas elegidas buscando aprobación… me reí… ser adolescente, como dicen algunos estudios, es una enfermedad… pero, sin duda, todos tenemos que pasarla…

Cuando el hambre parecía empezar a pasar factura, nos encaminamos hacia un Kentucky Fried Chicken… caminábamos por las callejuelas del Gótico charlando… compartiendo un ratito de cada uno… aquí nadie mira a nadie, me decía uno de ellos, y eso me gusta… respiré hondo… bendiciones de esta gran y extraña ciudad que huele a otra cosa, me dije… después de descojonarnos con la cara de sorpresa de un guiri en la puerta del baño del Starbucks –se puede llegar a rebelar de una manera muy cómica si no se te ocurre tirar de la puerta a ver si la contraseña la ha abierto-, entramos en el H&M… entre sombreros, me di cuenta de cuánta ternura existe en un niño de 17 años que cree comerse el mundo… me reí… supongo que, con esa edad, todos lo creemos pese a tener alma de niño de manera irremediable… no tengas tanta prisa por crecer, pensé para mí, te queda toda la vida por delante… jugábamos cuando llegó la llamada… mi amigo, ese que guardo en el bolsillito del corazón, había llegado… salí a la humedad de ese día de resol de la Ciudad Condal para encontrarme con él… para compartir un rato juntos… para ponernos al día de nuestras existencias, de nuestras pérdidas respectivas con sus consecuentes encuentros… llevaba un año sin verle, demasiado tiempo… más que nunca, de hecho… la primera media hora, como siempre, fue acelerada… teníamos poco tiempo, quería contarle muchas cosas… quería que él me contara muchas más, estaba preocupada por él… después de una cerveza rápida cerca de Plaza Catalunya, nos propusimos encontrar ese lugar que tantas otras veces habíamos perdido… una noche de hace un par de años lo estuvimos buscando insistentemente sin éxito en mitad de una madrugada más que divertida… esta vez, incluso lo había buscado en el Google… por algún motivo que desconozco, y pese a ser su ciudad, siempre que vengo yo acabábamos perdidos… si no a pie, en metro… lo mismo da… y siempre, siempre nos suelen pasar cosas divertidas… sonreí… en ese momento me di cuenta de cuánto le había echado de menos…

La estadística de nuestras pérdidas se rompió cuando llegamos a la puerta de “Les gens que j´aime”… un lugar modernista que vive en la penumbra, con sofás de mediados del siglo pasado y un ambiente especial… un lugar de la calle Valencia que tiene algo de especial… coca-cola, le dije, que tengo que conducir… hablábamos de un ladrido, me preguntó por una herida que ya no duele como antes… hablamos de las cosas raras que te pueden pasar en un parking de noche… de una película absurda que, a los dos, nos hace mucha gracia… hablamos de su encierro, de su necesidad de salir de Barcelona al menos unos días… de nuestra absoluta incomprensión de esa gente que no sabe estar sola… estar por estar no va conmigo, me dijo… sonreí… quizás por eso nos entendemos, mamamos de la misma teta en muchos aspectos… el tiempo se nos escurrió y yo tenía que desandar el camino…

Anduvimos hacia atrás… volviendo hacia La Rambla para reencontrar a esa pequeña familia que tenía abandonada en la esquina de la calle Tallers… creo que hacía mucho tiempo que no le abrazaba tantas veces… supongo que también hacía demasiado tiempo que no le veía… vente al pueblo, le dije por última vez haciéndole pucheros… le abracé cuando ya tocaba despedirnos… hablamos pronto, me dijo… más te vale, pensé… me encaminé con mi agotada amiga de vuelta al parking… los chicos estaban molidos, ella tenía cara de estar a punto de autodestruirse… conducía en mitad de la noche animadísima… sin parar de hablar… contándole cualquier cosa a una copiloto que no daba un duro por su vida mientras los chicos dormían en el asiento trasero… sonreía, lo reconozco… volver a ver a Jordi me había animado, pasar el día con esta pequeña familia prestada me estaba gustando… estamos en casa, pensé cuando tomamos el desvío de Vinaroz… les dejé en casa para venirme a mi mansión de soltera… repasaba el día sentada en la terraza con mi humo… pensando en los pedacitos que había vuelto a meterme en el bolsillo… recordando a un amigo casi hermano al que me giré a mirar y volví a despedir cuando caminaba por la calle Tallers de vuelta a mi coche… no sé por qué, pero sabía que se giraría a despedirme de nuevo… recordé a esa pequeña familia que sentía en parte mía… es curioso esto de la amistad, pensaba mientras conducía por la noche… te pone algodones en las esquinas… te da de comer de una manera especial… con pequeñas cosas que se convierten en grandes días…

1 comentario:

Unknown dijo...

Gracias...leerte me hace aprender más cosas de ti. Me fascina que hayas entrado a mi vida. En el momento justo para las dos. Me siento un poco responsable de esta etapa de tu vida y me encanta. Así que siento que de ahora en adelante, puedo contar contigo y sabes que de ahora en adelante cuentas conmigo. Que estas en casa cuando estés conmigo a pesar que te empuje hacer cosas locas. Así que BIENVENIDA.