lunes, 21 de septiembre de 2009

Domingueando sensaciones

Tratando de volver a la vida a un antiguo aparato arrinconado en un cajón me encontré con un pedacito de pasado… un pedacito escrito en líneas… breves, concisas, crueles en ocasiones… no recordaba que estaban ahí… no sabía que, quizás, podía topármelas… recordé entonces la fábula del pez y el pájaro… esos absurdos intentos del uno por salir del agua, esos estúpidos intentos del otro por meterse dentro de ella… recordé el frío, la rabia… recordé esos antiguos dolores que un día dolieron y que, ahora, simplemente pasaron… los traumas de la vida son, simplemente, eso… traumas… dolores inmensos que, pese a sentirlos de cuando en cuando, nos recuerdan que la herida ha cerrado… que la página se pasó… que el libro, aunque nos queden páginas pendientes de leer, está colocado en lo alto de una estantería… quizás, si nos hubiera dado tiempo a leer esas líneas que nadie nos permitió, comprenderíamos… pero, llegado un punto, te conformas con el final… con esas páginas que sí has podido leer pese a todos los interrogantes… quizás tenía que ser así por algún motivo… o quizás, simplemente, no exista ninguno…

Rebuscando en ese pasado de un septiembre de hace un año sentí rabia… sentí tristeza… y una profunda lástima… nunca creí que utilizara esta palabra, pero creo que es el término más correcto para definir lo que veían mis ojos… permití que eso que formaba parte de mi vida me clavara los dientes en el alma… entregué un bien preciado más allá de lo material… más allá de un amasijo de escombros, entregué una parte del pasado que me hace ser yo… para qué, me pregunto ahora… para nada quizás, me contesto, o sólo porque así tenía que ser… si algo he aprendido en esta nueva vida de gata mía es que la gente nunca dejará de sorprenderme… algunas personas alcanzando las cotas más elevadas de generosidad emocional, esas que te sorprenden para bien y te ponen algodoncitos en el alma… pero, de la misma manera, las sorpresas no son siempre positivas… en ocasiones las personas te sorprenden para recordarte cuántas dobleces tiene el alma humana… cuántos pliegues desconocidos se pueden esconder en una mente en la que un día creíste… creer, qué gran verbo… creo en mí misma, lo admito pese a esos momentos en los que me levanto en armas contra lo que soy… pero creo de una manera que nunca he creído antes… el espacio de esa fe me lo robó un extraño… quizás, ahora, simplemente haya podido recuperarlo plenamente… sonrío… me río de las vueltas que da la vida… así tenía que ser, no me cabe la menor duda… pero es curioso… si me lo hubieran dicho en mi otra vida, habría apostado por la derrota… por el “no pasaría jamás”… ahora sé que pujaba por un caballo perdedor… lo siento, quizás es que en esa vida anterior me iban las causas perdidas…

En esta madrugada de Madrid, lo puedo decir alto y claro… este lugar en el que habito no es el mío… ya no lo es… quizás porque, simplemente, tuvo su fecha de caducidad… fue un refugio, un calentador para un alma congelada… una lucha absoluta contra los molinos que podría decir literalmente casi me empuja a la locura… sin embargo ahora, lo sé… he empezado a volar… a sentir de manera distinta, mirar de manera distinta, descubrir de manera distinta… no lo digo con rabia, es lo curioso… no la siento, quizás, porque no forma parte de mi naturaleza… porque, pese a todo, prefiero saber lo que es vivir sin ella… creo que es mucho más sano, mucho más maduro también… me hace gracia… hace poco desee a alguien mucha felicidad… un deseo que se resbaló por un silencio con el que ya contaba… pero lo hice aún sabiendo que no habría respuesta… quizás porque mi corazón no sirve para vivir en guerra fría… o, más bien, porque necesitaba despedirme de verdad… me río… lo he dicho tantas veces ya que ni yo me lo creo… siempre creo que será la última, esta vez también lo pienso… ahora sé que no es más fuerte que yo, y saberlo que gusta… quizás sólo por eso me permita estas absurdas licencias que hacen que el buen corazón y la gilipollez supina cuenten con barreras muy finas…

Domingueé en este barco pirata durante un día entero… midiendo las semanas de esta nueva vida… descontando del total de vidas las perdidas… pesando un alma que siento engordar… con la cabeza ligera… creo que he aprendido a pensar de otra manera… a superar obstáculos… a sentir desilusión en vez de tristeza… a sobrescribir sensaciones, a hacer mutar sentimientos… quizás me hago mayor, me digo ahora mismo muerta de la risa… quizás… no tiene que ser malo… como dice Fito “nunca se para de crecer, nunca se deja de morir”…

1 comentario:

Anónimo dijo...

No hay riqueza tan segura, como un amigo seguro.

Luis Vives