lunes, 28 de septiembre de 2009

Siete vidas de gata

Mirando por esta ventana, una noche llegué a la conclusión de que los gatos no son los únicos que tienen siete vidas… no son los únicos que saltan al vacío estampándose contra el suelo y sobreviven… sonrío… hay saltos similares que se dan sin darlos… de esos que te parten la mandíbula y, en ocasiones, hasta el alma… pero sobrevives, vives… te lames las heridas como puedes… esperas a que los huesos rotos suelden… a que tu cuerpo tenga la misma elasticidad que tenía antes… antes de que se te escapara una vida… antes de que la vivieras por última vez para dejarle paso a una nueva… ese olor, el de la novedad, siempre anima… huele a sorpresas, a ilusiones… a cosas pendientes de vivir… a nuevos tejados por los que caminar…

Las transiciones entre vidas son claras… son momentos únicos de la vida de cada uno que marcan una diferencia… el “mañana” a ese día nunca será igual… algo habrá cambiado de manera tan drástica que, pese a que todo parezca lo mismo, sea completamente distinto… a veces esas muertes felinas las eliges tú, de manera consciente… tomando una decisión, apostando por algo… otras, sin embargo, acatas la sentencia sabiendo que te rozará el filo de la guillotina… sabiendo que, al día siguiente al levantarte, nada será igual que ayer… ni mejor ni peor, tan sólo diferente… la vida te da la oportunidad de resetear… de formatear el contador para ponerlo a cero de nuevo… sabiendo que te queda menos por vivir… sabiendo que una parte de ti, de lo que eres, simplemente se ha muerto… la muerte no tiene que ser siempre mala, me digo… es una renovación muchas veces… un volver a respirar… un sacar la cabeza de debajo del agua y sentir cómo se te hinchan los pulmones de aire… a veces uno simplemente muere cuando deja de sentirse vivo… cuando, un día, todo se detiene pese a no hacerlo… a veces, simplemente, medimos mal los saltos entre los tejados… o, incluso, preferimos no medirlos… jugárnosla… tratar de echarle un pulso al destino esperando que la suerte se alíe con nosotros… a veces lo hace… otras, por algún motivo, no nos corresponde en ese momento…

Supongo que ya he consumido varias de mis vidas de gata… varias de esas oportunidades de vivir maullando con más o menos despreocupación… con mayor o menor conocimiento de causa… vidas que no tienen bandera ni nación… vidas que tan sólo un buen día se esfumaron cargándote sobre los hombros del ligero peso de haber vivido, de haber pasado… pasado… la realidad es que, pese a estar chamuscada, un alma de gato siempre consume sus vidas… siete oportunidades para volver a empezar sin hacerlo… siete para volver a resucitar… un número mágico para seguir buscando lunas, para seguir mirando lunas… y para continuar paseando tejados…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como lo prometido es deuda:

"Estaba furioso porque no tenía zapatos, entonces encontré un hombre que no tenía pies".

Proverbio Chino