sábado, 13 de febrero de 2010

Un cambio de acera...

Sentada en el brazo del sofá, miro simplemente por la ventana… tan sólo oscuridad en mitad de esta noche menguante de febrero que, mañana, será noche absoluta… respiro hondo dándole una calada al último cigarro de esta noche… ese último que, creo, tan sólo fumo porque estoy escribiendo suspendida en este lugar que tanto me gusta… en este mirador del mundo al que me encaramo sólo para dejarme llevar por mi metro cuadrado interior… sonrío… hoy ha sido un gran día, me digo a mí misma sopesando las pequeñas victorias que celebro como grandes momentos… quizás porque, una vez más, me he dado cuenta de que a pesar de que me guíe el corazón tengo cabeza… la vida es un viaje peculiar, me digo sin olvidar de dónde vengo… creo que esa pequeña victoria ha comenzado a fraguarse sentada en esta misma calle pero en la otra acera… en casa de una amiga de esas que haces por casualidad, de esas a las que te une un lugar en el que tomar café y con la que, en nada de tiempo, tienes la sensación de conocer desde hace mucho… tenemos hasta y media gordi, me ha dicho con ese acento suyo granaíno y su alma de opositora impenitente, pero me apetece que te subas a casa un rato… de la manera más improvisada, comenzamos a charlar encendiéndonos un cigarro… compartiendo una tarde de sol de febrero… contándonos un poquito más de nuestras vidas más allá de sus ataques de ansiedad por el embotamiento de opositar a Hacienda, de nuestros problemas compartidos sobre la crisis de los treinta… más allá de eso que, hasta ahora, nos contábamos entre cafés cronometrados para que ella volviera a estudiar… tiempo, un bien preciado del que ella carece pero que decidió regalarme en su día de semi relax…

Sentadas en esa casa suya que hasta hoy no conocía, me he dado cuenta… yo he llegado a la conclusión, me ha dicho con mucho arte, de que todas tenemos un Jesús en nuestras vidas… recuerdo que he sonreído al escucharla decirlo… pensando en cómo son las cosas… en ese redescubierto mundo de la soltería que no deja de sorprenderte… en ese género masculino que, en ocasiones, no sé si ve muertos pero sufre otro tipo de alucinaciones… en esas cosas de esta generación nuestra que no dejas de escuchar y que te quitan las ganas de creer en muchas cosas… la miraba contarme esas pequeñas ilusiones que a todos nos alimentan, que simplemente le dan cuerda a todos los relojes… ilusión, pienso mientras le doy otra calada a mi humo… algo que es difícil de sentir, algo jodidamente fácil de perder… ella me hablaba, simplemente, de la ilusión de un reencuentro frente a un café… de la falta de respeto que había germinado entre esta sociedad nuestra en la que, todavía, una mujer sexualmente liberada tiene que escuchar comentarios machistas… tú ves ahora a los críos de veinte años y se consideran iguales, me decía con esa voz tan sabinera suya, nosotras todavía tenemos que aguantar las tonterías de machito que te hacen mandar a un tío a su casa… me río… si algo me gusta de ella es ese carácter que no disimula… ese arranque tan suyo que le hace recordarle a su contrincante que sabe el lugar que ocupa en este mundo… que sabe lo que implica ser quien es, ella… lo peor de los hombres, me decía, es que se creen sus propias mentiras como si recitaran un credo… reconozco que sonreí tirando de archivo vital, poniéndole una sonrisa irónica a la situación… la miraba entre Fortunas y mi vaso de agua… dándome cuenta de que nos parecemos más de lo que pensaba… distintos orígenes, distintos caminos, el mismo espíritu… tres décadas morenas de genio y humor… una mujer, sin más, con las cosas muy claras… mujer, lo pienso… cinco letras… un significado tan enorme que no cabe únicamente en la definición de  individuo de sexo femenino… supongo que formamos un capítulo aparte de este cosmos en el que nos toca vivir… uno en el que, el día que desaparezcamos, quizás nadie nos recuerde con el paso del tiempo… uno en el que, hasta que lo hagamos, se acordará de quiénes somos… sonrío… vaya par de Juanas de Arco estamos hechas, le he dicho con mucho cachondeo… cada una con su causa… cada una contra su propio molino… cada una, sin embargo, consciente de lo que quiere y lo que no en su vida… lo seremos, sentenció, pero de gilipollas no tenemos un pelo…

Sigo encaramada a este brazo del sofá en el que el mundo se ve de otra manera… mirando al tendido… sabiendo que, sólo cruzando la calle, ella está al otro lado… sentada frente a esos apuntes que no sé cómo es capaz de retener… peleándose contra sus propias neuronas, sus dudas y ese tiempo que se le escapa en una agenda mental armada que lucha contra la desilusión a golpe de cabezonería… me río… es del mismo clan que yo… cree hasta el final, siente de verdad, caza en solitario –como me dijo ese hermano que tengo al otro lado del Océano-, es un terremoto y ha decidido pautarse a sí misma lo que sabe que merece… no necesita demostrarle nada a nadie porque, simplemente, sabe lo que es… sonrío… reconozco que siento admiración por ella, por lo que es y por lo que demuestra ser sin necesidad de hacerlo… por ese terremoto que vive dentro de ella y que no está dispuesto a permitir que nadie lo pare…

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