Escribo
tumbada en el sofá… la vida es un constante experimento, leí hoy en esos
extraños muros que existen ahora… sonrío… y sí, lo hago… es la primera vez que
escribo así… lo hago a la fuerza, mi cuerpo se ha declarado en huelga… escribo
con la cabeza apoyada en una manta eléctrica, oliendo a una de esas cremas
musculares con ese olor tan peculiar… lo hago con mi humo, con una taza de té…
tengo que ir a por el puto punching-ball, me digo a mí misma una vez más… Tontxu
inunda el silencio de esta casa con palabras que se me antojan banda sonora
perfecta… estoy sola en este espacio que hace un tiempo que no siento del todo
mío… sola por un tiempo infinitamente pequeño, apenas unas horas… sonrío… creo
que pese al dolor de cuello, están siendo un auténtico regalo… desde que la
puerta se cerró hasta ahora, no puedo parar de mirar el cielo de nubes de este
domingo de Madrid… me río… pirateo sin moverme del sofá con la vista perdida en
uno de esos espectáculos que me regala la soledad… el silencio… ese que tanto necesito
y tan poco tengo al final…
Miro
cómo corren las nubes… cómo se convierten en enormes masas de algodón de color
oscuro… cómo de pronto se deshacen para dejar ver el cielo… cómo se ponen rosas
cuando un rayo de este sol de invierno se choca con ellas… sonrío… sigo con la
vista la estela que deja un avión al cruzar el cielo imaginando mil destinos a
los que escapar sin moverme de casa durante un instante… recordando pedacitos
de viajes, de todos esos que tuve la suerte de hacer últimamente… sonriéndole a
esa caja de recuerdos que te dan los cielos de los sitios en los que he estado, de día y de noche…
haciendo balance de un fin de semana de encierro en casa… disfrutando una reconciliación
con estas cuatro paredes, una que quizás necesitaba después de tanto tiempo de
maleta en mano… aprovechando el tiempo para hacer eso que tanto me gusta,
quedarme a sólas conmigo misma… reconozco que resultaré un coñazo, pero lo
necesito tanto como respirar… sólo así puedo pararme a pensar en todas esas
cosas que se me amontonan en las neuronas… para tratar de encontrarle la raíz,
el tallo y hasta el último de los pétalos… criticándome a mí misma un extraño
síndrome que padezco sin quererlo y que, a veces, se me mete debajo de la piel
sin poder resistirme… haciéndome recordar lo que ya quedó enterrado en otra
vida… te sonó a déjà vu verdad, me preguntó con preocupación esa rubia que me
acompaña en esta vida… me ha sobrado tener que contestarle…
Sigo
en la misma postura mirando pasar las nubes… viendo cómo se escapan mientras
sólo oigo música en esta casa… con los móviles apagados… con el fijo
desconectado… completamente aislada de ese mundo que existe más allá del
cascarón de este barco pirata… queriendo armar así una burbuja de calma para
poner en orden un día que empezó alejado de los márgenes que delimitan las
horas… esos que hacen que las cuentes con un ábaco mental en el que sólo hay
blancos y negros… esos pedacitos de azul que veo entre las nubes me recuerdan a
otro que hoy he perdido entre esos márgenes… sin reprochar, compartiendo… quizás porque hace mucho decidí no volver a
callar lo que me quema… o, quizás, porque cuando lo hago este cuerpo se me levanta
en armas… sonrío… lo mismo da que hable o que calle, me digo a mí misma
sintiendo ese cuello que hoy parece un forjado de acero… sigo contando nubes
sin poder moverme, notando cómo se me clava una estaca de tensión en la base de
la nuca… sonrío… estoy condenada a pasar la tarde así, me digo a mí misma con
mucho cachondeo cuando presiento que se pasan los efectos del relajante
muscular… bendita condena… no se me ocurre otra mejor para un atardecer de
domingo… o tal vez sí, pero esta es así...
No hay comentarios:
Publicar un comentario