lunes, 1 de febrero de 2010

Una tarde de nubes...


Escribo tumbada en el sofá… la vida es un constante experimento, leí hoy en esos extraños muros que existen ahora… sonrío… y sí, lo hago… es la primera vez que escribo así… lo hago a la fuerza, mi cuerpo se ha declarado en huelga… escribo con la cabeza apoyada en una manta eléctrica, oliendo a una de esas cremas musculares con ese olor tan peculiar… lo hago con mi humo, con una taza de té… tengo que ir a por el puto punching-ball, me digo a mí misma una vez más… Tontxu inunda el silencio de esta casa con palabras que se me antojan banda sonora perfecta… estoy sola en este espacio que hace un tiempo que no siento del todo mío… sola por un tiempo infinitamente pequeño, apenas unas horas… sonrío… creo que pese al dolor de cuello, están siendo un auténtico regalo… desde que la puerta se cerró hasta ahora, no puedo parar de mirar el cielo de nubes de este domingo de Madrid… me río… pirateo sin moverme del sofá con la vista perdida en uno de esos espectáculos que me regala la soledad… el silencio… ese que tanto necesito y tan poco tengo al final… 

Miro cómo corren las nubes… cómo se convierten en enormes masas de algodón de color oscuro… cómo de pronto se deshacen para dejar ver el cielo… cómo se ponen rosas cuando un rayo de este sol de invierno se choca con ellas… sonrío… sigo con la vista la estela que deja un avión al cruzar el cielo imaginando mil destinos a los que escapar sin moverme de casa durante un instante… recordando pedacitos de viajes, de todos esos que tuve la suerte de hacer últimamente… sonriéndole a esa caja de recuerdos que te dan los cielos de los sitios en los que he estado, de día y de noche… haciendo balance de un fin de semana de encierro en casa… disfrutando una reconciliación con estas cuatro paredes, una que quizás necesitaba después de tanto tiempo de maleta en mano… aprovechando el tiempo para hacer eso que tanto me gusta, quedarme a sólas conmigo misma… reconozco que resultaré un coñazo, pero lo necesito tanto como respirar… sólo así puedo pararme a pensar en todas esas cosas que se me amontonan en las neuronas… para tratar de encontrarle la raíz, el tallo y hasta el último de los pétalos… criticándome a mí misma un extraño síndrome que padezco sin quererlo y que, a veces, se me mete debajo de la piel sin poder resistirme… haciéndome recordar lo que ya quedó enterrado en otra vida… te sonó a déjà vu verdad, me preguntó con preocupación esa rubia que me acompaña en esta vida… me ha sobrado tener que contestarle…

Sigo en la misma postura mirando pasar las nubes… viendo cómo se escapan mientras sólo oigo música en esta casa… con los móviles apagados… con el fijo desconectado… completamente aislada de ese mundo que existe más allá del cascarón de este barco pirata… queriendo armar así una burbuja de calma para poner en orden un día que empezó alejado de los márgenes que delimitan las horas… esos que hacen que las cuentes con un ábaco mental en el que sólo hay blancos y negros… esos pedacitos de azul que veo entre las nubes me recuerdan a otro que hoy he perdido entre esos márgenes… sin reprochar, compartiendo… quizás porque hace mucho decidí no volver a callar lo que me quema… o, quizás, porque cuando lo hago este cuerpo se me levanta en armas… sonrío… lo mismo da que hable o que calle, me digo a mí misma sintiendo ese cuello que hoy parece un forjado de acero… sigo contando nubes sin poder moverme, notando cómo se me clava una estaca de tensión en la base de la nuca… sonrío… estoy condenada a pasar la tarde así, me digo a mí misma con mucho cachondeo cuando presiento que se pasan los efectos del relajante muscular… bendita condena… no se me ocurre otra mejor para un atardecer de domingo… o tal vez sí, pero esta es así...

No hay comentarios: