viernes, 3 de abril de 2009

El día que la hija del viento dejó de volar

La hija del viento se miró al espejo… había pasado tanto tiempo… tan poco a la vez… se avergonzaba de sí misma entre risas y tropiezos en un espacio conocido… vivía un auténtico momento adolescente… sí… había decidido vivirlo de alguna manera… desde la perspectiva de los años, de la experiencia y la innata inexperiencia… se rió… hacía demasiado tiempo que no se sentía estúpidamente absurda… diciendo toda sarta de cosas que a la voz le parecían divertidísimas… algo inofensivo se había convertido en una auténtica odisea que librar… una batalla más para ella… ¿verde o negro?... a dios pongo por testigo, murmura la hija del viento, que encontraré el anillo perdido… la voz se reía de la situación completamente histriónica…

La hija del viento comenzó la gyncana… sacó sus alas y, contra todo pronóstico, sólo llegó con 5 minutos de retraso… se sentía jodidamente segura y terriblemente insegura a la vez… una curiosa mezcla de sentimientos… las alas le batían en la espalda… ahora no puedes echarte atrás, pensó para tranquilizarlas… como el común de los mortales, caminó el último tramo del trayecto… llegó al punto de destino, sonrió… esa canción sonaba en sus oídos… la estaba viviendo… pidió disculpas… sonrió… primero las noticias más recientes, después las más lejanas… historias de historias en lo que el reloj corría y saltaba hacia atrás en el tiempo… la hija del viento hablaba sin parar, escuchaba… asentía… negaba… diseccionaba los extraños resortes de las cosas que pasan… las alas temblaban en su espalda… pero ella no quería recordar que estaban ahí…

Con la primera caída llegó el momento de mirar… de sonreír… de apostarse el tiempo que cada uno había estado atrapado dentro de sus alas… acababa de descubrir a otro ser como ella… otro ser con alas… en un susurro, la hija del viento sintió el aire acariciándole el cogote… comenzaba a erizarle el pelo de la nuca… era un remolino de aire que cada vez cobraba más fuerza… no podía volar, necesitaba no hacerlo… y, tras unos pocos segundos, simplemente sus alas no se abrían… la hija del viento las aparcó para recordar lo que era antes de que le atacara por sorpresa la tormenta… antes de que el vendaval la adoptara como hija… cuando toda la arena del desierto la había cubierto bajo un manto asfixiante… convirtiéndola en un ser con alas en mitad de ninguna parte de algún inmenso desierto…

La hija del viento decidió atarse los pies al suelo para no alzarse más… y sonrió, lo hizo… al darse cuenta de que el peso de sus pies era real… auténtico… que, simplemente, ella estaba allí…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo me alegro de que la hija del "wind" haya dejado de volar....Y ya era hora coño!;-)

Ahora eso...a volar..sin miedo a marearse!

Besitos de tu lubia, mi leina!!!

Anónimo dijo...

que gran tarde... que bonito oirte así...

Anónimo dijo...

Lecheee!
Noticias frescas. Ya estás contando por esa boquita baby.

M´alegro marras pequeña!