jueves, 15 de octubre de 2009

Caramelos en los bolsillos

Escribo metida en la cama… uno de mis nuevos vicios de República Independiente… le paso revista al día disfrutando de ese fresquito que entra por la ventana y que siento sólo en los brazos… el otoño de verdad ha llegado, me digo… ese mes de metamorfosis en la naturaleza que siempre acompaña a mi cumpleaños… queda cada día uno menos… y, sin embargo, se están endulzando hasta lograr llenarme completamente los bolsillos del alma con caramelos…

No, no ha sido al comenzar el día mientras trataba de acabar de preparar la casa para la llegada de mi nueva inquilina… no ha sido guardando esa ropa de verano que por la noche descubrí que tendría que volver a sacar… no ha sido quitándome la pintura lila del brazo… un resto del logro de convertir una estantería desvencijada en una monada decapada… no he perdido la habilidad, pensaba mientras me lavaba un brazo con disolvente, tan sólo se me ha olvidado que la pintura mancha… ayer Pons se descojonaba porque le decía impresionadísima que mis mocos –restos del resfriado- eran de color vaca de Milka… recomendación para los remeros de este barco pirata, no compréis pintura en spray a menos que queráis veros del color en cuestión por dentro y por fuera… esta mañana, todo eso no era más que la locura de una tarde de octubre… una tarde que comenzó queriendo hacer de un espacio sombrío en mi recuerdo algo bonito… una tarde que terminó con una nueva oleada de esas mías de tirar cosas… de dejar espacio… de liberarme, supongo, de muchas ataduras absurdas…

Mi primer caramelo ha llegado cuando he visto la reacción de algunos de esos seres que pueblan este submundo ante mi evidente cumpleaños… a modo de locura, y después de descubrir un concierto de Lagarto Amarillo –BSO de este barco pirata-, Pons y yo propusimos una excursión distinta… y si cumplo mis 30 años en Barcelona, le dije una tarde que la recuerdo sentada en la escalera, y os lío a todos para ir… lo que empezó siendo un proyecto pendiente de ganas y dinero, acabó siendo una firme propuesta… nos vamos a Barcelona, me dijo Pons… reconozco que, en un momento dado, estuve a punto de abortar misión… agobiada por esas facturas pendientes de cobrar… pero esos caramelos que me regala esta extraña vida comenzaron a caerme en los bolsillos… esa familia elegida mía apoya mi ilusión a golpe de sonrisa… buscando el mejor precio, empeñándose en pagarlo… tratando de contribuir a esa huída hacia delante que implicaba cumplir mis treinta así… en Barcelona, esa ciudad que tanto me gusta… esa que tiene grandes y buenos recuerdos… con Lagarto sonándome en las orejas… recordándome el poder que tiene sonreír pese a todo… con una parte de mi gente… sabiendo que a otra parte de mi gente le habría encantado estar… sintiendo ese esfuerzo que hacen, únicamente, por acompañarme en esa noche de entrada a los treinta…

Con la llegada de mi nueva inquilina a casa, llegó el segundo caramelo del día… hablaba con ella para conocerla, para saber más de quién era esa mujer con la que iba a compartir piso durante 4 meses… el teléfono sonó y las dudas al otro lado se disiparon… vete sin problema, escuché decir a Alex al otro lado de la línea, disfruta y me cuentas a la vuelta en qué queda todo… al colgar, sabía el significado de esa frase… me voy a Venezuela, le dije a mi nueva compañera… un poco flipada con la situación, con la realidad… eso que llevaba tanto tiempo esperando ahora era de verdad… y, sin embargo, pensar en ello me acojonaba… llamé a mi bomba atómica particular para decirle que podíamos irnos… a ese viaje que tiene una gran parte de trabajo y una pequeña parte de turismo… sonreí al saber que iba a suceder… iba a tener una dosis de mi tribu particular… de esa que, en dos semanas, me hizo darme cuenta de tantas cosas… tengo ganas de volver a verles, no lo oculto… son una pieza increíble en el puzzle de este año mío… una de las más importantes, lo digo sin pudor… porque me dieron sin pedir… porque me ayudaron a mirar más allá de ver… cuando he visto en la bandeja de entrada de mi mail mi billete de avión, he sentido un escalofrío… me voy de verdad, he pensado, en apenas tres semanas… me río… a Colombia me fui con mucho menos tiempo, es cierto… pero creo que el pánico escénico previo era muy similar al que siento ahora mismo…

Y con un simple recuerdo, volví a sentir que me regalaban otro caramelo… estoy escuchando Fito, me decía en el Messenger, y no sabes lo que me estaba acordando de ti… sonreí al leerlo… ese hermano del otro lado del mar había puesto a descargar nada más llegar a Panamá toda la discografía… sólo le faltaba el último, el que había escuchado en casa… me hizo ilusión… me tenía en su día a día, aunque sólo fuera a través de la música… es curioso… yo le tengo a él y a ese nuevo miembro de nuestra hermandad que es su mujer en casa… en una pared entera con las caretas teatrales nicaragüenses que regalaron en su boda… le conté de mis últimos acontecimientos… de esas tareas tachadas de mi lista pre-treintañera mental… acabamos hablando de algo de lo que, simplemente, nunca lo hacemos… hablamos de puntería, de la supuesta maldición de Tutankamón que padezco… me reí… agradeciéndole esa manera de ser que tiene conmigo… escuchándole pese a leerle a través de una pantalla…

Me regalan caramelos todos los días… con pequeñas cosas… con ese mundo que me rodea, que me quiere y que me protege… ese que me da lo que necesito… un poco de azúcar… algo de color… pero sobre todo, una placentera sensación de dulzura en las neuronas…

No hay comentarios: