jueves, 1 de octubre de 2009

Tengo un punching-ball que se llama Vodafone

Cuando a uno se le ocurre la maravillosa idea de cambiarse de compañía de teléfono y ADSL en casa, no sabe a lo que se arriesga hasta que la cosa ya no tiene marcha atrás… cansada de no obtener respuestas de una compañía que nunca contraté pero que me encontré como dueña y señora de mi línea, opté por cambiar… renovarse o acabar quedándome calva por culpa de Jazztel, esa fue mi máxima… después de rebuscar entre la competencia, me decidí por Vodafone… tenía con ellos el móvil de trabajo, tenían buenos precios y nunca había tenido problemas con ellos… me decidí y una operadora encantadora cursó mi pedido por teléfono… colgué satisfecha… contenta… sabiendo que me iba a tener que ahorrar seguir llamando una vez al mes a mi anterior compañía para descubrir de dónde coño habían sacado todos mis datos –incluidos los bancarios-… me senté a esperar la llegada de ese nuevo kit de ADSL que sabía a triunfo… iba a poder cambiar de compañía y tan sólo esperaba la llamada de control de Jazztel para preguntarme por qué me iba… una pequeña venganza de consumidor que, a mí, me parecía la victoria de una gran batalla…

Me equivoqué… la batalla, en realidad, no había hecho más que comenzar… el supuesto kit de ADSL que llegaría en dos semanas a mi casa tardó casi dos meses… dos meses en los que llamé en varias ocasiones para acabar sabiendo que la caja de voz –un aparato la mar de majo que decodifica la señal de Internet de la de voz- estaba fuera de stock… esperé paciente la llegada de ese aparato misterioso que estaba retrasando mi divorcio con Jazztel… el día que llegó, casi monto una fiesta… abrí la caja con la ilusión de un niño el día de Reyes… disfrutando del diseño muy estilo Apple que tenían mis nuevos dispositivos… según las instrucciones, podía montarlo yo pero aún así un técnico vendría a casa para acabar de comprobar que el sistema funcionaba correctamente… menudo lujo, me dije… ilusa… no sabía la que se me venía encima… el ADSL quedó perfectamente instalado con estas manos mías, pero la línea de teléfono requería de la visita del especialista prometido… que llegó un día por la tarde para explicarme que ahora tan sólo hacía falta cambiar “un cablecito” en la caja del edificio y tendría teléfono… como mucho, me contaba mientras se iba, estarás un día sin teléfono… ya era más de lo que me había dicho la teleoperadora encantadora que me atendió el día que lo contraté… será cabrona, pensé, y yo me lo creí…

En ese momento comprobé que, en este país, hay un tío encargado de hacer el bendito cambio de cable… el término exacto es “cambio de par”… una operación complicadísima que consiste en cambiar un cable de una caja a otra pero que requiere de las manos expertas de un técnico para el efecto… un técnico que no llegaba y que, para cuando llegó una semana más tarde, me dejó a oscuras… sí, sin línea… supuestamente, era algo coyuntural… algo que iba a durar apenas dos días… pero para cuando llevaba una semana completa, la cosa empezó a inquietarme… comencé a llamar a Vodafone para averiguar qué era lo que pasaba… para explicarles que soy freelance, que trabajo en casa y que el teléfono es –por desgracia para mí- imprescindible para mi labor… me dieron un número de incidencia y una fecha de resolución… tan sólo una semana más tarde… dado que no estaba en mi mano solucionarlo, me senté a esperar que ocurriera el milagro y mi teléfono resucitara… y mientras tanto, lo reconozco, disfruté de ese maravilloso silencio de no escucharlo sonar…

Sin embargo, para cuando el silencio duró un mes y medio la cosa empezó a encabronarme… un mes y medio llamando a Vodafone… un mes y medio coleccionando cabreos, números de incidencias y muchos minutos en espera… un mes y medio en el que descubrí que mi anterior compañía no estaba dispuesta a dejarme ir… un mes y medio de broncas, para qué mentir, reclamando únicamente aquello que ponía en el contrato… nadie sabía explicarme, después de un mes y medio, por qué mi casa no tenía línea… y, cuando ese mes y medio se cumplió y mi consiguiente llamada fue atendida, se desató la tormenta… Valeria, la pobre operadora argentina a la que aleatoriamente me conectó el sistema, tuvo que sufrir mi encabronamiento absoluto con el funcionamiento de la compañía… después de no entender qué era lo que ocurría, fue la única trabajadora de Vodafone que optó por realizar una comprobación técnica… me hablaba susurrando, creo que tratando de tranquilizarme… anonadada porque nadie hubiera efectuado tal prueba… después de 15 minutos en los que mi querida Valeria se esforzó al máximo, me dio su diagnóstico… el mismo que se temía en el minuto 3 de conversación… la maldita caja de voz, aparato infernal donde los haya, estaba dañada… casi ardo por combustión espontánea… era lo último que me faltaba por escuchar… lo más básico y lo que a nadie se le había ocurrido comprobar…

Seguí sus instrucciones para solventar el marrón… la pacífica Valeria me dio la dirección del distribuidor más próximo a mi casa para ir a cambiar el aparatito sin coste para mí… sólo faltaba, me dije mientras cogía el bolso para ir a cambiarla… recorrí la calle encaminándome hacia ese 13 en el que encontraría la solución para volver a tener teléfono… 15, 13, 11… recorrí la calle entera hasta el 1… ni rastro del distribuidor de Vodafone… pensé que, con la ofuscación, me lo había pasado… volví sobre mis pasos, subí de nuevo la calle… y a la altura del 25, volví a bajarla buscando ese bendito 13… era una premonición el número y no me había dado cuenta… en ese local lo que había no era Vodafone, sino un Halcon Viajes con una dependienta con cara de pan… perdona, le dije al entrar, sabes dónde hay por aquí un distribuidor de Vodafone… me miró con cara de alucine… esto era un distribuidor de Vodafone, contestó un poco flipada, pero hace tres años… la rabia me sacudió el cuerpo por dentro… le agradecí la información y salí del local marcando el número de atención al cliente de Vodafone…

De manera milagrosa, no me pusieron en espera… un pobre operador que, seguramente, llevaba una tarde plácida hasta ese momento fue el sufridor de mi llamada… le conté que por lo menos podrían actualizar las bases de datos… que, por lo menos, podrían comprobar que eso que ha retrasado el pedido durante más de mes y medio funciona… le dije que me dijera la fecha exacta en la que se vencía mi contrato de permanencia… y le amenacé con que se iban a encontrar con una baja porque iba a cambiarme de compañía la línea de móvil que tenía con ellos… con el cabreo en lo alto del moño, le pedí que “apuntara en el ordenador” que ni me llamaran para contra ofertarme… creo que el pobre operador, alma cándida donde las haya, acabó la conversación escondido bajo su mesa…

Con las mismas, y a modo de pequeña venganza, me fui a un distribuidor de MoviStar para cursar una migración… lo cierto es que, contra todo pronóstico, no se atrevieron a llamarme para contra ofertarme para que mi línea de móvil siguiera con ellos… sin embargo, tenía la sensación de derrota bajo el brazo… con una maldita caja de voz que, a día de hoy, no he logrado cambiar porque sigue estando fuera de stock por la cantidad de problemas que ha dado… sí, una delicia… una delicia descubrir que, para poder tener línea, tengo que meter la tarjeta en un móvil que sea de Vodafone… una delicia descubrir que ese número de mi casa, con su 91 tan madrileño, no aparece cuando llamas porque en su lugar lo hace un número de móvil… algo que hace que mucha gente no me identifique con la llamada, algo que hace que ni siquiera mi madre a veces responda a mis llamadas perdidas en casa porque no sabe que soy yo…

He perdido mi identidad telefónica… me he sentido impotente discutiendo para no llegar a ninguna parte… he caído en la desesperación con cada contestador que me decía en todo de cachondeo “Bienvenido a Vodafone”… embarqué a una amiga que curra en la compañía para que averiguara por mí qué era lo que estaba pasando… sufrí en silencio –qué remedio- los problemas burocráticos variados… pero eso sí, tengo apuntado en el calendario el día que puedo cambiarme de compañía… el día que puedo dejarles de nuevo con su línea y su contraoferta… lo único es que me da pavor pensar que será volver a empezar con la misma pesadilla… con ese punching-ball verbal que fueron, durante un mes y medio, los operadores de Vodafone… un alivio total para las tensiones, lo reconozco… pero una pesadilla que, con caja de voz o sin ella, no sé si estoy dispuesta a repetir…

1 comentario:

Anónimo dijo...

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