martes, 13 de octubre de 2009

Un extraño Puente del Pilar

Estoy en ese lugar que considero mío… con el sol calentándome la cara y la música saliendo de mi coche… sentada sobre la manta que siempre me acompaña y que forma, simplemente, parte de este barco pirata… no sé cuántas veces habré bajado a este mismo lugar… a este lugar del pantano en el que puedo ver el viaducto… los árboles… el agua… el sol ponerse… a mi espalda, escucho la desbandada de coches… todo el mundo vuelve a su hogar… a sus ciudades… a esos lugares en los que viven pese a estos paréntesis de montaña… todos miran curiosos desde los coches… siempre pasa, tanto en verano como en este otoño que todavía no se ha acabado de pintar en los árboles… supongo que pensarán que quién será esa pirada… que qué haré, para qué pararé aquí… me río… no saben lo que se pierden… el espectáculo que es parar el motor y sentarse, simplemente, a mirar…

Como siempre, voy a contracorriente… me quedo… en casa, en la mía… en este extraño mirador desde el que puedo ver cómo se marcha el sol… cómo se marcha todo el mundo de vuelta a sus casas… vuelven, yo todavía me quedo… me gusta pensarlo… la excusa es el tráfico de entrada a esa ratonera humana que es Madrid… el motivo es mucho más profundo… me encanta darme un día de margen… uno más para mí, cuando ya no queda tanta gente… cuando el pueblo respira soledad y pensar resulta mucho más sencillo… pensar para alimentar el alma… para colocar todo ese puzzle desordenado que vive en mi cabeza… ojalá un día de prórroga sirviera para eso, me digo cerrando los ojos dejando que el sol me caliente el careto… Bebe sale de mi coche para devolverme a la tierra… una extraña banda sonora que me dice tantas cosas… repaso mentalmente este puente… ese que todavía el viernes no sabía si disfrutar… extrañas coyunturas de la vida… me daba la misma pereza quedarme en Madrid que venir hasta aquí… y sin embargo sabía que el hecho de hacerlo me iba a sentar mejor que bien… pese a ser extraño… pese a tener tantas lágrimas al borde de los ojos sin motivo…

Llegué un viernes por la noche acompañada de una esas grandes amigas sin las que este lugar no es el mismo… para reencontrarme con el olor del otoño… con ese de tierra mojada… lo hice muerta de frío como corresponde a este resfriado que me acompaña y a esos kilos de menos que me recuerdan por qué las focas pueden vivir sobre el hielo… después de una tarde de Mahous, me pasé al Nesquik… al vaso de leche caliente compartido en la terraza del bar con amigos y desconocidos conocidos… de esos que sabes el nombre o de quién son familia, pero nunca jamás has hablado con ellos hasta ese momento… me rendí al cansancio… a ese que llevo arrastrando mucho tiempo… uno que me ha convencido de que algo no anda bien en mi cuerpo… me rendí para dormir todas las horas que me lo permitió… en una habitación que no es la mía pero desde la que, al abrir los ojos, veo el río... mi madre me preguntó al día siguiente por qué no había dormido en mi habitación… le contesté que por una cuestión de frío… y, sin embargo, creo que es algo que va mucho más allá…

Ahora desde este lugar en la última tarde de este puente, me doy cuenta… necesitaba una ración de este lugar, una de las auténticas… de las que se viven sin necesidad de salir de copas por la noche pese a tener que aguantar todo tipo de comentarios sobre lo vieja que estoy… necesitaba un poco de ese espíritu que deja en mí este pueblo, puto pueblo como diría un buen amigo de Barcelona… necesitaba que este cuerpo mío descansara, que la mente también lo hiciera… que el enorme puzzle desarmado que tengo entre las neuronas se reordenara mínimamente… con una dosis de familia de la auténtica… de pasar horas en casa, con abrazos que te hacen sentir hija… de ese calor que sólo te dan tus padres por algún extraño motivo… de ese que sientes, tan sólo, porque remueven Roma con Santiago para que comas lo que saben que te gusta, para que no te preocupen los problemas que parecen acompañar esta extraña transición treintañera en la que parece que nada está en su sitio…

Necesitaba también otra dosis de familia elegida… de esos amigos que te recuerdan muchas veces lo que eres cuando a ti se te olvida… que te hacen preguntas como qué tal te va la vida o te hacen sentir el lugar que te pertenece en el mundo… necesitaba una dosis de escuchar decir que estoy preciosa… sé que suena egocéntrico, pero resulta agradable escucharlo de un desconocido conocido que te demuestra que tú no lo eres tanto para él… necesitaba pequeños detalles de esos que parece que te alegran el día... de un par de boletus regaladas sin venir a cuento... de un abrazo de un amigo que te recuerda que estás viva... de una amiga a la que acompañé y me acompañó durante más de una hora de su casa a la tuya y viceversa... de todas esas pequeñas cositas que hacen que mirar se convierta en ver... que oir sea escuchar...

Sí, no he salido como otras veces... hasta el amanecer, de bar en bar… sí, no hecho realmente nada salvo disfrutar de este micro universo que te amortigua las esquinitas… entre conversaciones, piropos, historias… recuerdos de momentos vividos… novedades… y risas, muchas sonrisas… a lo mejor para otros eso no será nada… sin embargo, para mí tiene un valor que no se paga de ninguna manera salvo estando aquí…

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