lunes, 16 de marzo de 2009

El día que me ligué al vendedor de "La Farola"

Una mañana de lunes más… un día absoluto de primavera en Madrid… el frío comenzaba a morir, quizás… quizás este buen tiempo duraría una temporada para alegrar estos lunes al sol… estos sin un duro pero con una gran sonrisa y muchas ganas… vaqueros, camiseta y a la calle… había quedado con una amiga y la inventora del término de “el país de las bragas”… ineludible, sin duda… nos tocaba una dosis de buen rollo pese a lo gris que pueden ser algunos días aunque brille la luz del sol…

Disfruté del paseo hasta Moncloa… nada más salir del portal, los cascos de iPhone –puto iPhone- en las orejas… aleatorio, hoy quería dejarme en manos del destino que decidiera por mí el aparatillo… me gustaba la sensación de caminar por Argüelles con esa cantidad de luz, con esa música y no otra en mis oídos… pensando en el proyecto de Claudia, en las ganas de hacer… mientras bajaba Fernández de los Ríos, recordé la cantidad de noches por estas callejuelas… las de Universidad, sobre todo… sonreí… el pasado es haber vivido, aunque a veces se eche de menos una época como aquélla… recordé un bocata de calamaras al pasar por los Arcos de Moncloa… estaba contenta, sí... animada...

Con la misma sonrisa de los buenos momentos, me paré en el paso de cebra del Intercambiador… sonaba “Rebuscando en la basura”, de La Fuga, a toda pastilla en mis oídos… me estaba encantando notar ese solecillo en mis brazos y en la cara cuando algo me asustó… sí, literalmente… pegué un salto en el aire… algo había invadido mi metro cuadrado que me corresponde como peatona de esta ciudad… había sobrepasado el límite y yo no contaba con que nada entrara en esa burbuja espacial que tenemos todos en Madrid… pasados los segundos de pánico, pude ver lo que me había sobresaltado… me fui quitando los cascos de las orejas, Madrid sonaba fuera a un nivel muy distinto… un chico negro más alto que yo me sonreía… tendía hacia mí uno de sus periódicos...

Le pedí disculpas por haberme asustado, él sonreía… le dije que no quería el periódico, él seguía sonriendo… me pidió perdón por asustarme y, acto seguido, me preguntó sin parar de sonreír “Do you speak English?”… yo asentí pensando que, ya que el "no gracias" lo había entendido, me iba a tocar darle alguna explicación de alguna calle, algo que por algún motivo me ocurre habitualmente… sí, debo de tener cara de callejero de Madrid… me dijo que se sentía más cómodo hablando en inglés, que lo dominaba mejor… y, francamente, me sorprendió lo bien que hablaba… me preguntó si me gustaba viajar, que en qué países había estado… yo miraba de reojo el muñeco del semáforo, seguía rojo… le enumeré los lugares en los que había estado, me preguntó si conocía África… negué con la cabeza... le pregunté que de donde era, me dijo un “Nigeria” muy sonreído… con muchos dientes, muy blancos… eres guapo, pensé… me gusta tu manera de sonreír… me dijo que él conocía Senegal, que era un país al que yo debía ir… en un instante, me vi cambiada por cuatro camellos y me hizo gracia la idea… pa lo que hemos quedao, pensé…

Luego me preguntó si iba a la Universidad, no paraba de sonreír… me resultó curioso porque venía pensando en ella y hace siglos que no soy estudiante... le dije que cuántos años creía que tenía yo… él contestó mirándome de arriba abajo que no más de 25 o 26… me dieron ganas de darle hasta un abrazo y decirle un “gracias majo” que jamás entendería… cuando le dije que tenía 29, se rió… simplemente, no se lo podía creer… me preguntó si podía preguntarme a dónde iba... le dije que había quedado con una amiga para tomar café, me dijo que era un bonito día para tomar café… y sin más, me tendió su mano… “David” me dijo pronunciando en inglés sin parar de sonreír… “Fátima” le contesté de la manera más castellana del mundo… abrió los ojos con extrañeza, “eres musulmana?”… no pasa nada, estaba preparada para la pregunta… le contesté mientras le estrechaba la mano… si un día quieres tomar un café, me dijo, yo siempre estoy aquí… seguía sonriendo… un “OK, have a nice day David” salió de mi boca mientras comenzaba a cruzar el paso de cebra…

Caminaba flipando un poco con la situación… el peculiar episodio, la sonrisa... tenía que pasarme a mí, mascullaba mentalmente... pero sin estas cosas, mi existencia no sería tan peculiar me digo... cosas de la vida, hice lo que haría cualquier mujer curiosa… mirar hacia atrás… y allí estaba David, mi vendedor de La Farola, sonriéndome desde el paso de cebra…

Esta canción es simplemente maravillosa... un descubrimiento de Radio3 de un grupo que se llama Yamal...


1 comentario:

Anónimo dijo...

Le hubieras dicho que conocías Bocas del Toro y que no hablabas inglés sino wapping! Si es que lo de América es la bomba. Hay un refrán que dice: "Once you try black, you never come back", jejejeje