domingo, 22 de marzo de 2009

La noche de autos

Me miré al espejo… por una parte veía la sombra del recuerdo… 21 de marzo, ha llegado, me dije… doce meses han pasado desde ese otro ya pasado… ajado… jodido… ese que, de alguna manera, le pegó un bandazo a mi vida… respiro, inspiro… me vuelvo a mirar al espejo… me veo de nuevo… un año, Fátima… el reflejo es distinto, yo soy distinta… y sonrío, qué le vamos a hacer… fumo sentada en la cama de esa habitación que ahora es distinta pensando en las cosas curiosas de la vida… me había levantado en León, estaba de nuevo en Madrid… en casa… en esta casa… pensaba en lo curioso de toda esta situación cuando Pons me recordó que estaba llegando a Madrid… me miré, vestida completamente de negro… me brillaban los ojos, no sé por qué… pensé que no había mejor cita para vivir ese 21 de marzo que un cumpleaños de la amiga de una amiga… charlar, reír… evaporarme de mi propia película durante al menos unas horas…

Mientras bajaba Galileo, me encuentro con la chica de la fruta del Pinar… me sonríe, me pregunta que si tengo una cita… que estoy muy guapa… desde luego, pienso, este barrio ha decidido blindarse para darme calor… somos la gran familia que no comparte sangre, tan sólo pedacitos de nosotros mismos… Pons me espera en la esquina, me enseña el tuneado que le ha pegado a sus Converse… subida en mi nube azul, le escupo mis pequeños fantasmas… mis problemas con las fechas, con el pasado, con el futuro… con todo lo que circunda ese mundo que existe todavía de alguna manera más allá de las circunstancias… vamos camino del Rey del Tallarín… un restaurante chino en el que el dueño lleva los pantalones subidos hasta el sobaco y que, una vez estás apurando el café, te pide en su extraño idioma que le dejes la mesa vacía… bajamos San Bernardo mientras me cuenta que le han comunicado que su ex compañero de piso se ha muerto, morido, matado… nos hacemos mayores, pienso mientras me cuenta su reacción, se nos enfría la emoción…

Llegamos… la cumpleañera sonríe desde la puerta… somos diez, la mitad desconocidos… mientras hablamos de los pobrecitos patos mientras devoramos a un primo lejano de cualquiera de los que andan por Acevedo, descubro que ser mala maligna resulta ser mucho más efectivo que buena persona… ser transparente implica no tener misterio… qué jodido es el ser humano pasa por mi cabeza mientras me pongo otro vaso de sangría… cómo nos gusta complicarnos la vida… dos momentos “Martes y Trece” después, estamos del mismo color que la jarra… reír es tan sano para acabar con las tonterías que nos complican la existencia… dura un ratito, sí… pero alivia… y esa noche, yo decidí que me la iba a reír de arriba a abajo… lo pensaba mientras hacía de guía para nuestra siguiente parada, la copa obligatoria antes de pisar el Morocco…
Rebuscando por la calle Pez, encontré el templo buscado… cerveza, por favor, vamos a darnos una tregua… en un momento, estamos diseccionando a una parejita que anda en los prolegómenos de darse su primer beso… nos reímos, nos descojonamos… todos fuimos alguna vez ellos… en mitad de esta explicación compartida sobre el manual de "Cómo lograr un primer muerdo", llega mi compañero de conversaciones de un banco de madrugada… sonríe, me saluda… y después de toda la ronda de besos, me dice que me tiene que contar una cosa… he escrito un guión, me dice… sobre nuestra conversación en el banco… dos desconocidos compartiendo heridas de guerra… sonrío, me hace gracia e ilusión… unas pocas horas en un banco pueden dar de sí siete páginas en clave de comedia, eso sí… me gusta pensarlo…

Llega la hora Morocco… mientras Pons me escolta en esta difícil tarea de poder volar, nos reímos de los granos del mundo… entrando en el garito, de golpe sonrío… me da la luz de los focos en la cara, me gusta de golpe esa extraña visión del alrededor desde ese prisma… me da por apostar con la cumpleañera… si encuentro un bolígrafo en la discoteca, me dice, me dejas que te apunte las canciones que me gustan en la espalda para que te las descargues y hagas un CD… acepto el trato no sé ni por qué… y de golpe, me veo obligándome a remangarme la camiseta para que me apuntara “Bandido de Miguel Bosé” en los riñones… me hace gracia la situación…cada dos temas, tenemos en jaque a toda la gente de nuestro entorno… y cuando el bendito Bic deja de escribir en la espalda, pasamos al brazo… al final de la noche, el repertorio me llegaba al codo y opté por apuntar en el móvil… en mitad de este episodio de surrealismo, bailábamos… lo que fuera, daba lo mismo… hablábamos… reíamos… observábamos… y nos reíamos más… es curioso el poder que tiene una simple mirada…

Después de empezar a sentir que me temblaban las piernas de tanto bailar, Pons y yo optamos por la retirada… las cinco no era una mala hora… al salir del garito, tuve mi segundo de gloria… un desconocido me susurró un piropo… no se puede ser tan guapa, me dijo… mentira, se puede… pero, en este preciso momento, me acabas de hacer sonreír y sólo por eso permito semejante mentira… encaminamos el camino de regreso a casa comentando la noche… riéndonos… olvidándonos del trayecto… tratando de recordar otra época al ver un contenedor de basura tirado en la acera…

Sobreviví con sobresaliente a esta noche maldita en mi calendario, pensé mientras cerraba la llave de casa… la vida siempre da segundas oportunidades… para cambiar las cosas… para vivirlas de otro modo… para reírlas de manera distinta… para sonreírlas sin que haya un por qué lógico…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sobrevivir a las fechas es como dices tu quemar calendario. Estás en el camino, Fatimilla. Cada día quedará una menos que vivir. Y mientras tanto disfrítalas tanto como esta que cuentas