lunes, 30 de marzo de 2009

Caricias

A veces tan sólo el puntero de un ratón puede servir para hacer una caricia… para rozar, sin tocar, unos rasgos… una cara… una sonrisa que no existe más allá de un recuerdo explícito… de una imagen pasada… de una página vivida, machacada y percudida… pero acaricias… como si con ese gesto pudieras acercarte a eso que fue… a lo que existió… a veces, simplemente, a eso que parece lejano en el tiempo y en el espacio… la mente a veces es así de curiosa… no le hace falta el tacto, no le hace falta piel… tan sólo recordar…

Una caricia puede ser escuchar una voz… una que llevas tiempo sin oír… una que reconoces aunque ella no lo haga… una que te hace sonreír aunque esa voz se mantenga fría… ausente, lejana… da lo mismo… a veces las caricias las regalas, las das… con ciertas palabras… con ciertos silencios… con lo no dicho de una conversación… con esos guantazos que te pega a veces una voz por lo que dice, por lo que no dice… por las frases hechas, manidas… repetidas… sin sentido… un callejón sin salida, sí… pero así son las caricias… darlas no implica tener que recibirlas… son un regalo… un pequeño presente enviado de la manera que sea… quizás, muchas veces, simplemente no se entiende… las caricias a veces, simplemente, tropiezan… hay pieles que no están preparadas para sentirlas… hay voces que no saben apreciarlas… hay, simplemente, demasiadas caricias que se pierden en alguna parte del extraño fenómeno de la mente humana… rechazando el calor, la ternura… hay caricias que, aún sin darse, saben a reconciliación… otras saben a despedidas… cada una tiene su propio olor, como todo en esta vida…

Otras veces, puedes acariciar con palabras… escritas sobre un papel, sobre una pantalla… caricias que, en el fondo, destripan lo que eres… sin control, sin releer… sin más… a veces las caricias son, simplemente, eso… deseos enviados… sonrisas regaladas… pequeñas apuestas con la vida… pulsos que te echas a ti misma para demostrarte que tu esencia sigue estando ahí… que algo de ti permanece pese al frío, pese a un invierno que parece que no acaba de marcharse… a veces las caricias te dejan como respuesta preguntas… interrogantes… misterios… lágrimas, también… todo depende del momento… acariciar es un arte, sin duda… y a veces no hace falta ni tan siquiera hacerlo con la punta de los dedos… simplemente es posible con que algo en tu mente haga contacto… con que se despierte un pequeño vacío que has tratado de llenar de alguna manera… siempre creí que, mientras dormía, alguien inventaba caricias para mí… quizás ahora estén todas en la caja de los recuerdos… o, quizás, las mejores estén por venir…

Quizás mi mayor capital sean mis caricias… esas que algunos aprecian, que otros no… esas que me hacen ser quien soy… esas que a veces no doy pero que sin embargo se sienten… como un sello personal… invisible… intangible… un sello que para algunos me hace ser yo… y para otros es, simplemente, algo que no interesa…

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