sábado, 14 de marzo de 2009

Te juro por mis cuernos...

Viernes de bancarrota… sí… pero por algún extraño motivo, me doy cuenta de que no me quita paz la situación… mi círculo es consciente de mis circunstancias, nos reímos de ellas… no queda otra… así que pese a tener esos 20 euros que me acompañan, decido unirme a una sesión de café a tres bandas… una de esas “tardes de niñas de San Luis” en las que sólo estamos tres… La Enana, Pons y yo… quedamos a una buena hora, las 7, en Ópera… Pons venía del metro flipando en colores con la operación policial que se había montado en un minuto… el chico guapo del vagón resultó pedirle la documentación a todo el mundo… y el que más pinta de grunge tenía, resultó ser quien cacheaba… pequeños espectáculos del Madrid en el que, por desgracia, todavía sigo viviendo…

La Enana nos lleva a un sitio, sé que te va a encantar me advierte por teléfono… el “Anti-café”… plagado de cuadros de los clicks en diferentes versiones… en una, son soldados de la mítica serie de “V”… en otra, Batman y Robin tienen vida gracias a los ortopédicos muñecos… me da la sensación de estar en el salón de cualquier abuela, con esos muebles ochenteros rescatados del Rastro… me gusta, sí, no lo voy a negar… uno de mis sueños es tener un bar en la playa… y, sin duda, ese lugar se parece bastante a la idea que tengo… empezamos pidiendo un batido, cuando leo maracuyá en la carta quiero desmayarme… por fin podré saborear de nuevo esa acidez en Madrid… cuando llega el vaso, mi gozo en un pozo… el zumo es blanco –el maracuyá naranja- y debe tener la fruta bendita en alguna parte… hablamos de los extraños episodios de este 2009… de Don Punto Verde, del cheque regalo del Corte que Pons recibió de un admirador… yo escucho callada desde mi butaca, tan sólo hablo de vez en cuando para apuntillar algún tema… mi cabeza está en los clicks de esas paredes, en mis fotos de Colombia… en el comentario de Pons de por qué no expones aquí… me gusta la idea… una exposición de mis fotos… realmente crees que tengo para exponer?, le pregunto… su cara lo dice todo, es un sí rotundo… no sé si me habla el cariño de esta amistad o sus ojos de comunicóloga audiovisual… mientras pedimos la primera copa –son las 8:30 de la tarde-, prefiero quedarme con la duda…

El primer gin-tonic llega mientras La Enana nos habla de cómo es vivir en casa de sus suegros… esta tarde tengo barra libre, me dice… ella quería verme y ella decide pagar mi parte de toda la historia… de otra, no podría estar allí… a la altura del medio cubata, hablamos de las bodas que tenemos en ciernes… de golpe, hemos montado un extraño mercadillo de intercambio de trapitos… todo con tal de no tener que gastar, me río… esto del gratis me gusta… la Enana decide por sí misma que le sobra medio cubata y lo vuelca en mi vaso… a estas alturas de la conversación, los clicks han saturado mi sistema nervioso y estoy metida de lleno en una compilación de momentos extraños que nos resultan peculiares a todas… la Enana se ríe de las citas post-puestas… Pons asiente desde su lado de este micro mundo que hemos creado… primero nos reímos, después nos descojonamos… al salir del Anti-café, la maquina de tabaco le pone la guinda a lo que era una tarde de café que se prolonga en cena… “Señor/a consumidor/a del temible tabaco, tiene que pedir permiso al camarero ¡Qué fuerte!”… le hago mi foto de rigor, cómo no… la entrada en la pizzería cercana –el objetivo era que admitiera tickets-restaurante”- fue un espectáculo… la Enana iba medio pedo, Pons en su justo lugar, yo muerta de la risa… creo que a nadie de los que estaban allí se les olvidó nuestra aparición… arreglamos el mundo bocado a bocado, y al salir volví a sentir cómo el mundo podía ser un buen lugar para vivir… llevábamos juntas tantos años pese a ser tan distintas… me gustó pasear así de vuelta a Opera…

De vuelta en el metro, Pons y yo nos reíamos… cantábamos, bajito… admirábamos a la mujer que estaba sentada delante nuestro… perseguimos a un despistado al salir del metro, riéndonos de lo empinadas que resultaban las escaleras para salir a la calle… Iñigo me esperaba en casa con ganas de una noche de terapia y una botella de ron… tenía que llevar hielo y refrescos… nos metimos en los bajos de Argüelles, cuánto tiempo sin ir por allí… al pasar frente a la capilla -¿a quién se le ocurrió poner una iglesia en una zona de copas?-, Pons me cuenta que sus padres se casaron allí… su padre aparcó en doble fila porque llegaba tarde y dejó un cartel diciendo “Me estoy casando, disculpen las molestias”… me descojono de ese espíritu maravilloso de entender el mundo que tienen sus padres… después del pertinente show en la gasolinera, bajamos Galileo con el botín en una bolsa de plástico… para cuando llego a casa, Iñigo ya lleva una copa… me dice que ahora sí cree que soy una bruja antes de contarme lo que le dolía… y así, entre humo y copas, empezó a desgranarme la historia de una herida… una herida que, para ambos, era lo menos malo de toda la situación… historias similares, paralelas… con distinto final… al menos, por el momento… pero no era trágico lo que hablábamos, al contrario… ambos nos estábamos riendo de muchos de nuestros dolores… yo prometí empezar a colgarme los abrigos… él daba recuerdos… te juro por mis cuernos, me dije a mí misma, que prefiero reírme del mundo que no llorarlo más…

Con la siguiente copa tan sólo seguíamos charlando… riéndonos, descojonándonos… con momentos melancólicos, sí… escuchaba a Iñigo hablar y volví a recordar a mi primo Víctor una noche del verano pasado… sonreí, era el momento de decirla… primo, le dije a Iñigo, estás jodido… pero jodido, jodido… nos descojonamos, a estas alturas ambos pillábamos la broma… y, lo que es peor, el importante significado implícito que conlleva… sí, ambos padecemos la enfermedad de la tontería, no podemos evitarlo… quizás por eso nos entendemos tan, tan bien… la media alma de hombre de Iñigo se rebelaba contra la situación, mi media alma de mujer sacaba a pasear el rabo acabado en tridente que me sale de abogado del diablo… es mi obligación, le dije… él asintió… me di cuenta de lo curiosa que es la vida en este barco pirata… un espacio del mundo en el que dos enfermos de tontería supina se ríen de sus propias desgracias… donde ninguno de los dos se va a la cama sin esa sensación de buen rollo… un reducto llamado RIFI –República Independiente de Fátima e Iñigo- donde, simplemente y pese a los dolores, era mucho más sencillo vivir… sí, somos un auténtico “dream-team” emocional… hasta el punto de que, en plena conversación sobre dolores, acabamos muertos de la risa viendo este vídeo… por favor, tenéis que verlo... Iñigo no sabía si ponérmelo, pero acertó... si Beyoncé supiera...

Hay veces que en la vida sonreír no cuesta tanto… simplemente, quizás, sea cuestión de disfrutar de esta montaña rusa de emociones rodeándote de gente a la que quieres… y, siempre, riéndote de ti mismo…
Que alguien me explique cómo a una persona -humana- se le puede ocurrir que el vídeo-clip de Beyoncé es la misma coreografía que la canción de Encarnita Polo...


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