jueves, 26 de marzo de 2009

Espíritu femenino

Durante mucho tiempo, estuvo dormido… sin embargo hoy, sin entender por qué, me he dado cuenta de que lo sentía más vivo que nunca… dentro de mí, volví a sentir esa fiebre de la Universidad… esas décimas de feminismo que me hicieron partirme la cara para defender ese sitio que representa la mujer en el mundo… su libertad… me hace gracia, hacía años que no lo pensaba… hoy me he vuelto a sentir orgullosa de este peculiar colectivo que formamos… de esa solidaridad irrompible que regalamos… de ese daño que podemos hacernos entre nosotras… de todo lo que soportamos, vivimos, sufrimos, sonreímos y lloramos…

Mi pequeño trabajo de campo comenzó quedando con una ex compañera de curro que, ahora, me ha metido en un proyecto que me ilusiona… es venezolana, valiente… habla con esa dulzura de su acento… transmite tranquilidad y, sin embargo, es un puro nervio… hablábamos del trabajo cuando de golpe me vi charlando sobre lo injusto… sobre algo que para ambas era obvio pero que resultaba absolutamente inconcebible para un hombre… se tomaba su Nestea riéndose, pasando por dentro su mal momento personal… si tenía que empezar de cero, estaba dispuesta… no la asustaba… pese a estar a punto de ser abuela, pese a haber sido madre forzosa… me maravilló su fortaleza… en su mente, no había sitio para otra idea… y, sin embargo, sabía que esa decisión le estaba doliendo más que nada en la vida…

Tuve que despedirme de ella a la carrera porque había quedado con otra amiga… tenía que acompañarla a ese extraño lugar en el que ninguna mujer quiere estar y en el que todas pensamos que jamás estaremos… a un lugar que implica frío, miedo… una cierta vergüenza, la sombra de una verdad que es a veces sólo tuya… recordaba aquél lugar, ya había estado antes con otra amiga… al abrir la puerta de la sala de espera, aluciné con la cantidad de mujeres que había allí… mujeres peculiares, con esa extraña mirada… todas se miran, saben su estado… saben para qué están ahí… en un lado de la sala, una chica acompañada por su novio y una amiga leía los papeles que le habían dado… estaban traducidos al japonés, su idioma… pero cada vez tenía que dirigirse a algún médico, tenía que llevar a su amiga y un diccionario para poder traducir las cosas… pensé en lo duro de vivir una situación como ésta sin poder expresarte… con la barrera de otra lengua, otros sonidos… una barrera que bien podría ser como chocar contra un muro de hormigón en estas circunstancias…

Mi amiga entraba y salía de la sala… papeles, pruebas… en una de sus pequeñas excursiones, al volver traía el miedo escrito en la cara… me habló de anestesia… me dio un escalofrío… y, mientras escondía mi pánico, le hablaba de calma… tratando de sacar su cabeza de esas cuatro paredes que sabían a conversaciones quedas y demasiados suspiros… cuando se fue, puse a cero el contador de mi tiempo… me leí las revistas de la sala… vi el programa que se emitía en el plasma de la sala… bajé las escaleras… fumé… el tiempo se me estiraba demasiado… y por fin la vi… con su carita pálida, con esa especie de borrachera de despertar… nos sentamos en una terraza… la sentí frágil, la sentí fuerte… la miré pensando en que un cuerpo tan pequeño tenía dentro de un motor gigante… ya está, le decía, ya se ha terminado… ella sonreía con cara de cansada… tenía que llamar a otra amiga que no había podido venir… estaba mala, incluso en el hospital… y, cuando descolgó, esa amiga ausente por fuerza mayor lloraba… se sentía culpable de no poder estar, de haber abandonado a mi amiga… realmente, sentía no haber sabido estar cuando ella lo necesitaba… y por dentro me desbordó esta extraña hermandad que se crea entre nosotras… nos sentimos culpables sin deberlo… asumimos responsabilidades emocionales que van más allá de todo… nos protegemos con palabras, abrazos, miradas… eternas conversaciones o un mar de silencios… da igual… es un idioma único… sólo lo entendemos nosotras…

Tocó desandar el camino… volver a casa, llevar su coche… yo conduzco, le dije… empezamos a rodar por Madrid… entre el tráfico, hablando de cualquier cosa… planeamos ir a El Escorial a pasar el día el sábado por la mañana… disfrutar de ese plan pendiente que teníamos… compartir ese rato sólo para nosotras… para hablar de lo de siempre, probablemente… pero queríamos volver a hablarlo todo… del mismo modo, daba igual… dejamos atrás Madrid… una autovía, hablando de pequeñas decepciones que vivimos a diario… hablando de coches, de un viaje… me preguntó por la rubia, me gustó que lo hiciera... recordé su pequeña lucha... nuestro pequeño vicio de hablar a diario... esa extraña lealtad compartida... una compañera incansable de este extraño año de mi vida se unió a la excursión… iba a rescatarme a mí y llevarme de vuelta a Madrid… nos habíamos convertido, sin quererlo, en el equipo perfecto… no estaba planeado… simplemente, surgió de la manera más natural… llegamos a nuestro destino y decidimos charlar en lo que dura un cigarro… las tres… es curioso… apenas se conocen entre sí y, sin embargo, ambas se saben la vida de la otra… sus problemas, sus dolores… se hablan con un cierto cariño… se conocen sin hacerlo…

De vuelta a Madrid en el asiento del copiloto, hablábamos de los secretos… de las pequeñas espinitas que tenemos clavadas… del precio de vivir, de las pequeñas alegrías que te hacen feliz durante un ratito cada día… de esas verdades que son sólo para nosotras… de esas cosas no contadas que tendremos que guardarnos dentro siempre… y de golpe, mi amiga incansable me dijo algo que sólo podía ser el titular del día… somos Superwoman Purple Power, me llamó, eso que no se te olvide…

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