lunes, 9 de marzo de 2009

Destapando un sábado por la noche...

Entono el mea culpa, ahora ya puedo decirlo sin temores… sin tener miedo a cualquier extraña reacción… sí, he decidido engañar al encierro de esta extraña metamorfosis que es la vida… creo que el detonante de esta extraña rebelión ha sido la cara de alucine de mi conserje al verme llegar esta mañana… de acuerdo, eran las 7 y debía tener cara ya de oso panda con tanto rimel y tanta historia… pero a él le ha resultado terriblemente extraño verme a esas horas… de dónde vienes tú, me dice… no sueles venir a estas horas… alucino… mujer, blanca, 29 años, soltera… por lo visto mi estereotipo es incompatible con salir una noche hasta tarde de copas… quizás hace demasiado tiempo que no lo hacía… el suficiente como para que José Luis –el conserje- se muera de la curiosidad por lo eventual del hecho… por eso desde hoy, lo he hecho… le he puesto los cuernos a esos sábados por la noche en los que la madrugada era tan escasa… he decidido darle rienda suelta a mi nueva pasión secreta... volver a vivir las noches del fin de semana...

Mientras subía en el ascensor, temiendo que la luz del ya día hubiera invadido mi habitación, pensé en el día tan extraño que había vivido… con Pons desde prontito… teníamos ambas un día raro, no sabíamos explicar por qué… nos pasamos el día juntas… fuimos a Atocha a la Feria Esotérica de Madrid… así dicho suena a mucho, a la hora de la verdad algo tan modesto como tiendas de artículos y algunos tarotistas… picamos, sí… nos destripó la vida un tal Leo con sus cartas del tarot… con demasiado conocimiento sobre un presente y un pasado que nadie le ha contado… y con demasiado, también, sobre ese supuesto futuro que está por venir… él bostezaba, yo le escuchaba sabiendo las verdades que me esperaban… burlándome por dentro de lo curiosa que es la vida si decides reírte de ella… después del chaparrón de futuro, volvimos a casa… no sé si por decisión de Pons o porque me autoinvité, me acababa de unir a su cena con colegas de la Universidad… el humo imprescindible para superar a Leo, el ralentí invadió mi vida… y llegamos una hora tarde a la cena… la cosa prometía… iba a conocer a un auténtico “eslabón perdido” –definición de Pons- y era algo que me resultaba sumamente divertido… el búho ese que vive dentro de mí se pasó toda la noche girando el cuello… sí… definitivamente el ser humano nunca dejará de sorprenderme… para remate, y entre tallarines chinos y pato –pobrecitos patos-, descubro una copia casi exacta de mi madre… sí, lo curioso es que está sentada en la mesa de la cena y resulta ser la novia del “eslabón perdido”… dios los cría, solos se juntan… y los demás nos permitimos el morboso placer de flipar con ellos… me dieron ganas de meterlos en un vitrina y poder mirarlos durante días… sé que sería cruel, pero como entretenimiento también existe Gran Hermano y nadie dice nada…

El encargado del “Rey del Tallarín” nos echó, alegando que tenía mucha gente esperando para cenar y que nosotros ya habíamos terminado… supongo que tener a doce personas de sobremesa debe ser delito, le rompemos los números de la noche si decidimos fumarnos más de un cigarro con el café… cortesía china oye… bebiéndome el chupito en la barra me vi… y lo que es peor, de hierbas… hacía diez años que me había levantado en armas contra él, pero caí… el objetivo de la noche era lograr sacarnos la espinita de la noche del cumple de Pons… el Morocco tenía que ser conquistado, teníamos que llegar antes de que la cola diera la vuelta a la esquina… calentamos motores en un bar de la calle Pez… Naia me habló de su extraña manera de comer piña… después de dos cervezas, hablábamos de lo que engaña una niña de 15 años hoy en día y de los grandes veranos de “Caravana de mujeres” de Pons… y, de la manera más tonta, escuché un nombre y dos apellidos que me pegaron un chispazo dentro de la cabeza… no podía ser verdad… me reí de la vida y de ver que, tantos años después, hay cosas que no cambian… lástima que tanto frío adolescente se haya convertido en gelidez adulta… sin embargo, carambolas de los astros, ese pasado desconocido acababa de zanjar una deuda… los seres humanos somos curiosos, muy curiosos…

Entrar en el Morocco fue posible… para disfrutar de Rafaella, de la canción de “Estando contigo” de Marisol… para bailar a Viceversa, para gozar con “Thriller”… sí, esto de nacer en los 80 te marca de por vida… encontramos un inocente –y casi infantil- placer al escuchar música de cuando éramos pequeños o, incluso, de antes… sufrí la ocurrencia de llevar una camiseta con una frase… “I was a plastic cup befote I met you” puede dar mucho de sí en un garito y más cuando tiene relieve… en ese tipo de momentos es cuando reniego de mi género… y del contrario… bailamos como si nos hubieran puesto pilas, riéndonos… sin parar de hacer el ganso… entre copas, Azúcar Moreno y todos los personajes que pululaban a nuestro alrededor… daba lo mismo, estábamos allí para pasárnoslo bien… éramos cuatro gatos disfrutando de una noche en la que el la túrmix relaja el modo de picado…

Para las cinco de la mañana, tocó la retirada… el grupo se dividía… Pons y Naia por un lado, Jaime –el amigo que había zanjado su deuda con el pasado- y yo nos íbamos hacia San Bernardo… y llegamos, y dos cigarros después nos sentamos en un banco… mirando a la Glorieta, compartiendo dos pedazos distintos en el tiempo de la vida de una misma persona… una pizca burlona de pasado que de golpe se convertía en una peculiar conversación en el presente… me hizo gracia, acabé la noche como tantas otras cuando estaba en la Universidad… sentada en un banco, muerta de frío… hablando sin parar… disfrutando de una situación tan simple, con tantas coincidencias... con muchas sonrisas…

Sentirse vivo a veces es más sencillo de lo que creemos… es cuestión de disfrutar cada momento sin pensar en lo que pasó ayer ni qué pasará mañana…



1 comentario:

Irina. dijo...

Buenas noches, Fátima.

Bonito vídeo lleno de inolvidables recuerdos para mí!! Me encanta que estuvieras en el concierto del día 5, como siempre genial. No sé cómo encontraste mi blog pero será un placer tenerte por allí, de vez en cuando.

Un abrazo.