sábado, 24 de enero de 2009

Aviones, toreros, el sargento Romero y América

Llegó el momento, era el día… 23 de enero… el cumpleaños de mi madre, sí… y el día en el que, por fin, cruzaría el Atlántico… pese a mis nervios de esta semana, hoy estaba tranquila… quizás porque estaba tan zumbada de no haber dormido que no tenía capacidad de atacarme… salí de casa dispuesta a tomar café… error… el taxista ya estaba en la puerta… creo que es la primera vez que el Teletaxi cumple con sus plazos… fui incapaz de mirar Madrid antes de irme… sí, parecía que me había tomado 4 copas… el taxista se descojonaba con la conversación entre mi madre y yo… ya estamos en la T4, es inminente… me voy…

La de embarque de Iberia me cuela los 3 kilos de más del equipaje… si ella supiera que son sobaos, chorizo y jamón… me tomo un café en esa cafetería que descubrí con mi padre el año pasado en enero… curioso, la vida cambia en un instante, pensé… llega el momento de embarcar y, contra todo pronóstico, mi madre no me llora… se lo agradezco… cuando por fin logro encontrar la puerta que me corresponde, allí no hay ni dios… me da tiempo a ir al baño, al Duty Free a buscar botellas de mosto para mi tía Adelia… vuelvo y descubro que Iberia nos ha cambiado la puerta, todos corriendo con los bártulos… cuando estoy allí, nos vuelven a cambiar la puerta… me quiero morir, pero el esperpento era una madre con dos niños muy pequeños y sus correspondientes bártulos… en un momento dado, me ofrezco a echarle una mano… acabo con una niña de dos años en brazos…

Después del retraso, logro poner mi culo en el asiento que me corresponde… estaba decidida a dormir… a mi alrededor, lo que menos me esperaba pero que, como no podía ser de otra manera, me tenía que tocar… cinco tíos se sientan a mi alrededor… cuando empiezo a escucharles hablar, cierro los ojos… sí, me ha tocado la china… ese acento pegadizo lo conozco… y, cuando el avión lleva media hora en el aire, ya no hay marcha atrás… a uno de ellos lo conozco de cuando estudiaba… pero lo mejor de todo es que estoy, nada más y nada menos, con el torero Morante y toda su cuadrilla… vienen a Bogotá a torear… sirven la comida, y comienza el show… el banderillero abre su bolsa y comienza a sacar jamón serrano, salchichón y todo tipo de embutidos… el cúlmen llega cuando saca un tupper con tortilla de patata… le pide a la azafata que le abra una botella de vino y comienza a servirnos a todos, yo incluida… no acepta un no… me dice que viaja más que Marco Polo, que se las sabe todas, que la comida del avión es muy mala… y me ofrece una anchoa… el apoderado insiste en que vaya a ver torear a Morante, que me grita desde su asiento que cuenta conmigo… van a salir de copas, que me anime… me río, no me queda otra… después de sentarme con ellos, tomarme un cubata –no sé de dónde lo sacaron- y “enamorar” perdidamente al apoderado –que me saca algo así como 20 años, dice que nunca ha visto unos ojos tan bonitos como los míos y que tengo pinta de ser una mujer interesante- decido dormir… coloco las almohadas, bajo la persiana… me tumbo –no tengo compañero-, me pongo el iPod… y cuando he logrado encontrar postura, esa niña que había llevado en brazos me encuentra… empieza a hablar en su extraño idioma… su madre viene, se la lleva… cuando repetimos tres veces el mismo episodio, le digo que si se quiere quedar conmigo… y la niña, sin pensárselo, se sube a mi asiento y se hace un ovillo… le digo a la madre que no se preocupe… nos quedamos las dos sobadas…

Cuando me despierto, la niña sigue sopa… lo mejor de todo… al banderillero le ha dado tanta penita “la shica” que nos ha tapado a las dos con una manta… sin poder moverme, me quedo en mi asiento sintiendo a esa cría dormida… es tan bonita… el apoderado de Morente asoma la cabeza por encima del asiento, me dice que parece mía… sonrío, descubro que me acaba de gustar pensarlo… me informa de que quedan dos horas de vuelo… insiste en salir de copas, me da su tarjeta… el utillero de Morante se une a la charla… la niña se despierta y buscamos a su madre… cuando vuelvo a mi sitio, me veo cantando a Camarón… es mi sino, qué le vamos a hacer…

Aterrizamos en Bogotá… la bruma cubre la ciudad… cuando por fin salen mis maletas, me quedaba por vivir el control de inmigración… primero me cachean… y después aparece el sargento Romero… un individuo gordito que, como buen policía militar, da mucho miedo… sonreír y pestañear no sirve, el consejo de mi padre se queda en nada… decide abrir todas mis maletas… yo sigo sonriendo mientras él trata de darme conversación de una manera muy poco amigable… cuando me quiero dar cuenta, la cinta está llena de calcetines… tangas, camisetas… de todo… me pregunta qué hay en los paquetes... y, durante un segundo, tengo ganas de decirle que a mi abuela descuartizada pero recuerdo que no me la puedo jugar con la policía militar colombiana... le tengo que abrir, uno a uno, cada uno de los paquetes que llevo… el torero y su comparsa le dicen que me deje tranquila, que soy buena gente… pero a él le da lo mismo… la sargento del principio vuelve a cachearme… me hacen quitarme las zapatillas… los calcetines… el sargento Romero sigue violando mis pertenencias… y cuando cree que es momento, me deja recomponer todo dentro de mi maleta… “bienvenida a Bogotá, señora” me dice con toda la ironía del mundo… ni sonrío ni pestañeo, tengo un cabreo de colores…

Cuando salgo, mi tía está a punto de infartarse… he sido la última en salir… le cuento mi aventura… no sabe si reír o llorar… al menos no me han quitado nada… ya es de noche y el tráfico infernal de Bogotá nos rodea… mi tía me mira, me sonríe… y de golpe me dice “mi ranita, ya está usted mucho más cerca de las estrellas”…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja! me meo neni! Te creías que ibas a volar al otro lado del Atlántico y no te iba a ocurrir ninguna anécdota?? Entonces no serías Fátima!!!
Yo cuando volé a USA mi mayor anécdota fué que no me cabía el culo en el asiento...bueno y que la compañía aérea quebró..pero vamos, nada que ver!!

Veremos que pasa a la vuelta...que miedorrrlll!!!!

Besitos desde el huracanado Norte!!!

Anónimo dijo...

Realmente, no serías tú si no te pasara nada. Es una anécdota muy buena, no quiero imaginar entre el torero y toda su farándula, el jamón y las anchoas en medio del avión…y esa preciosa niña que se encariño contigo.

Esperamos mas aventuras...estoy segura de que habrá muchas mas!

Besos desde el pais de las bragas!