viernes, 23 de enero de 2009

Maletas, sobaos y un incendio: esperpento de mi jueves

Como una premonición… me meto en la ducha, pongo el aleatorio del iPhone… y comienza a sonar esa letra de Lagarto Amarillo que parece ser la banda sonora oficial de mi vida… esa canción, de entre las más de 600 que tengo en el aparatito del infierno, describía el momento que estoy viviendo… mañana me voy, me dije para mí… estoy muy nerviosa, lo reconozco… no acierto a encontrar el motivo, pero es como estoy… mañana me voy, me repetí mientras me lavaba el pelo… Colombia… Panamá… una huída hacia delante… como me dijo mi amigo del alma, mi primer sello del pasaporte… por fin… ha llegado ese momento en el que cruzaré el Atlántico… lo he cruzado tantas veces con la mente…

Bajo, como no, a ver a Manolo… ahí está ese caballero que tiene todos los años posibles y que siempre habla conmigo… elegante, educadísimo… no sabe que me voy, Manolo se lo dice… ¿qué vamos a hacer sin el “bebé” un mes, Manolo?... me río… el extraño submundo de este barrio que es mi casa me ha adoptado, soy su mascota… voy a ver a Isa… tengo que volver por la tarde… al volver a mi casa, mi santa –nunca tanto antes como hoy- madre había puesto orden en mitad del infierno… Beatriz planchaba en la cocina… mañana se va señorita Fátima, me dijo sonriendo… mañana… vamos a comer algo donde Manolo… Beatriz me despide con un abrazo… me dice que lo disfrute, que coja fuerzas, que se queden allá las penas… me hace pucheros… tranquila Beatriz, le digo, a menos que me rapte el guerrillero más guapo de las FARC volveré… se ríe, me dice “aaay no!”… es como una madre mi pequeña mujer cuadrada…

Café y bocata después, volvemos a casa… sigo con mis listas, mi madre se descojona… debo estar graciosísima porque hoy todo el mundo se ríe conmigo… y más cuando abre la maleta que ha traído preparada de León y ve mi cara… sí … llevo la friolera de 21 kilos en alimentos peculiares de este país… nada más y nada menos que 20 paquetes de sobaos… tal cual… pastillas de turrón, pan de Cádiz –debe ser que no hay otro puto pan en España, venganza de mi abuela-, pimentón… y, cómo no, los habituales jamón y chorizo… no tengo palabras para describir la cara de póker que se me ha quedado… añadido, se me dictan las instrucciones para superar al control de aduanas cuando aterrice en Bogotá… vaya tela, que me veo sobornando a un madero de los de allí con un paquete de chorizo…

Atónita y perpleja, vuelvo a ver a Isa… me llama Silvia, la mujer de Jesús… me encanta esa mujer, quedamos en vernos a la vuelta… Dani me coloca el cuerpo y la mente… le basta con ponerme las manos en la tripa para decirme muy serio “Fátima, cómprate un punching ball”… Isa vuelve a vestirse de persona … nos vamos a Princesa a rematar mis compras y el regalo de su sobrina… media hora después, está a punto de ponerse a llorar en la boca de metro de Argüelles… te voy a echar de menos, me dice… y yo mucho, le contesto… cuánta ternura hay dentro de un cuerpo tan delgado… acabando de hacer mis compras y con la maleta por hacer, me llama la rubia… le cuento mi día, mis nervios… y, al entrar en Galileo, tengo que colgarle de mala manera… la puerta de mi casa está acordonada y hay dos coches de bomberos y un Samur… flipo... Pons me dice vía sms “estamos tu madre, Iñigo y yo en el Manolo”… flipo más… entro como las locas, con el consiguiente descojono de los tres… los cuadros de la luz se han achicharrado… no hay energía en el edificio… de puta madre, contesto, vamos a hacer la maleta con velas… mi madre me recomienda que me pida un cubata, opto por la birra… el colmo es cuando mi todavía más santa madre me dice que ha cogido mi billete de avión y mi tarjeta de Sanitas, “por si acaso”… es genial… que arda la casa pero yo mañana me tengo que ir… aunque sea sin ropa… y sin sobaos!...

Nos pegamos con la tele de Manolo, que sí tiene luz, para que Iñigo pueda acabar de ver el partido del Athletic de Bilbao… tres botellines después, decidimos ir a hablar con los bomberos… Iñigo se empeña en acompañarme… pero, eso sí, me deja elegir al bombero que más me guste para preguntarle… el más apañao a la vista, a por él que vamos… su recomendación fue que “os déis un rulo, os toméis una cervecita y en una hora volvéis”… increíble, si es que tengo un ojo… y, por si fuera escasa su intervención, apunta que está hasta los cojones de que la gente esté venga a subir y venga a bajar por el edificio… Pons da fe del trasiego de gente durante el fuego… al subir los 6 pisos a pata, ha visto una conversación de un tío en albornoz y otro en gayumbos a la altura del cuarto… increíble…

Nos damos una vuelta… y volvemos a casa… el individuo del albornoz está en el portal de charleta… eso sí, el tío digno no se ha olvidado de ponerse el gato muerto que tiene por peluquín… pedimos unas pizzas, acabamos los cuatro viendo Gran Hermano… la primera vez que mi madre lo visiona, y flipa… discutimos si esa mujer es enana o pequeña… me llama la rubia… me saca de dudas, es enana… a los 25 minutos, mi madre me da el alto… hay que terminar de meter las cosas… entre sobao y sobao, Pons se soba… la acompaño al ascensor y comprueba que los pasillos siguen oliendo a ahumado… la abrazo… este microcosmos me hace sentir bien…

Esta noche no la voy a dormir… quiero recordar este día, incluso el incendio… cada pequeña cosa que lo ha hecho histéricamente especial… extrañamente ajeno… con tareas cada vez menos pendientes que quiero posponer…

A mi vuelta, el trío “cu cu” –Pons, Iñigo y yo- nos vamos a verles en directo… contagian el buen rollo…


1 comentario:

Anónimo dijo...

A-cojonante!
A ti tenía que pasar. Me encantan tus historias porque saben a ti

Sigue contando como se ve el mundo desde tu barco pirata, me gusta

T.