miércoles, 14 de enero de 2009

Beatriz, mi asistenta

Siempre entra sin hacer apenas ruido… se desliza dentro de casa… y solamente siento su presencia cuando dice “buenos días señorita Fátima”… en función del tono de su voz, sé si viene disgustada o no… y eso que siempre es un susurro… pero varía según qué le haya pasado antes de llegar a esta República Independiente… Beatriz nunca se enfada, es acojonante… te cuenta las cosas que le pasan en su vida con la mayor tristeza de todas o con la mayor alegría… pero nunca enfadada… además, me sorprende… no sé la edad que tiene, pero es joven pese a tener una hija de 12 años… pero pese a su edad, guarda una ingenuidad absoluta en sí…

Nunca tiene prisa, nunca mira el reloj… ella viene… en su mente, se hace una composición de lo que tiene que hacer… y se va cuando ha terminado… me pego con ella para que se marche a su hora, pero es imposible… a veces, simplemente, porque se queda a charlar… me cuenta cómo es su vida… cómo vino de Ecuador, lo que sufrió para traer a sus hijos… lo que extraña de su país... su ilusión por volver a Quito cuando sea, como dice, “ya mayor”… un día se me puso a llorar, su marido se quedó sin trabajo… otra vez, vino a casa con su hija… es como una muñeca… igual de pequeña que su madre… Beatriz es cuadrada… es fuerte por fuera, frágil por dentro… a veces me abraza y yo parezco su madre porque la supero en tamaño... todavía, tras dos años, no he logrado que me deje de llamar de usted y “señorita”… y, añadido, ella no entiende entre carcajadas por qué me sienta tan mal que lo haga… que me haces mayor, Beatriz… no diga tonterías, señorita Fátima, usted es muy joven… siempre es la misma discusión, y siempre se ríe… lo curioso es que, hasta esta semana, Iñigo seguía siendo Iñigo, sin más… algo curioso porque Peke sigue siendo para ella el “señorito Paco”… me tengo que reír con ella… no me queda otra…

Añadido, es una pupas la pobrecita mía… el otro día llegó con el ojo morado… arreglando una gotera en su casa, se le había caído un ladrillo en la cara… se le veía hasta el pico en el pómulo… otro día, por poco rueda escalera abajo bajando todas las sábanas sin siquiera ver por encima de ellas… y se ríe… siempre se ríe… sólo se pone seria cuando ejerce de madre… y me pregunta por mi vida… por las cosas que pasan… se apena, se sorprende… tiene grandes frases que me hacen reír… y detalles tan tiernos como ordenarte la ropa de la maleta en el armario… ella es así, ejerce de madre pero de puntillas… sin que te des cuenta… con un espíritu de sumisión tan fuerte que, para preguntarte lo que sea, siempre le da vergüenza… da lo mismo si se trata de pagarla un poco antes porque anda mal de dinero o preguntar dónde he comprado unas gomas del pelo… siempre te pide disculpas, por la "osadía", por adelantado… y yo me mato para decirle que me diga siempre sin problema… que yo no soy como “sus otras jefas” –como ella las llama-, dice ella… pero siempre, siempre vuelve a hacerlo…

Me encanta que venga… porque me regala siempre alguna pizca de su vida… de un país que no conozco... de una lucha vital diaria por salir adelante... siempre se interesa por todo… pero eso sí, me enloquece… porque ella decide y ordena como Frank Sinatra… a su manera… y ahí es cuando pasas de adorar el orden impoluto que ha dejado en la casa a volverte loco buscando… sí, juega al escondite con Iñigo y conmigo pero ella no lo sabe… habitualmente, siempre le toca la china a Iñigo… nos toca desde perseguir el pijama, que ella siempre echa a lavar… hasta volvernos locos con la pregunta de cada martes y cada jueves… ¿dónde está mi cargador?, se pregunta Iñigo cuando se va a acostar… a lo que responde automáticamente con cara de desesperanza… es verdad, hoy ha venido Beatriz…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

un post precioso...

Anónimo dijo...

Y tanto que siempre me toca la china...mítico momento subiendo escaleras, bajando escaleras...Iñigo, que te falta? Respuesta: el agua...subo escaleras, bajo escaleras...Iñigo, que te falta (empiezan las risas)el pijama...buscamos, no encontramos, en el cesto? Siempre...subo escaleras, bajo escaleras...Ya no hay pregunta, sólo risas...sí, el cargador...buscamos, encontramos? 5 minutos,10, 15...siempre aparece, pero Beatriz siempre seguirá jugando al escondite con nosotros, los lunes y los jueves y nosotros nunca lo recordaremos