martes, 13 de enero de 2009

Subiendo por la escalera de bajar


… leer un libro en blanco que hable sobre mí
quiero correr donde solo se puede andar
quiero escalar donde ni yo puedo escalar
para después poder subir
por la escalera de bajar…
para después poder reír
con los motivos de llorar...

Lagarto Amarillo

He guardado en la mochila la lista de los errores… de lo que no se debe hacer… de los tropiezos ya vividos, repetidos… cansados de tanta repetición… creo que, al fin, he conseguido verlo claro… ¿de qué sirve equivocarte si sólo te pegas cabezazos contra las paredes por haber vuelto a errar?... hay que darle una lectura positiva… por primera vez, sé que no tengo que caer en los lugares en los que ya metí el pie en la zanja…

Respiro tranquila… ahora sé que no tengo que avergonzarme de los fallos cometidos… no, porque me han servido para aprender… para sentir determinadas sensaciones en determinados momentos… y eso es positivo… es bueno… quizás haya crecido un poquito más, no lo sé… o quizás, simplemente, haya logrado volver a escucharme a mí misma en lugar de oírme… he logrado respirar hondo de nuevo, sí… la vida sigue, nunca se detiene… a veces, simplemente, es cuestión de despertar del sueño… abrir los ojos poco a poco… hasta lograr abrirlos del todo… y disfrutar del paisaje… una misma imagen puede verse con ojos distintos…

En esa misma mochila, he logrado meter una extraña sensación que venía persiguiéndome… la de haber perdido el tiempo, la vida, los días… y sin embargo, ahora ya no tengo esa sensación… sea cual sea la meta, está claro que el camino tenía que ser así… más allá de lo que se quisiera… a veces hay que sentir con la cabeza y olvidar pensar con el corazón… y, pase lo que pase, de todo lo doloroso de la vida se puede sacar una visión positiva… necesariamente buena… todo es dual, como ese disco de Odín… podemos reflejarlo todo o, simplemente, ser invisibles… supongo que pasar de un lado a otro es lo que permite todo lo que pasa en la vida…

Guardé en la mochila esa confianza en que el tiempo lo coloca todo en su lugar… en el que le corresponde… sabiendo que la rendición era evidente… el tiempo es más fuerte que yo, está claro… y, en lugar de levantarse en armas, simplemente hay que dejarse llevar por él… hasta que la marea recobre la normalidad… hasta que pase la tormenta… pero respirando, siempre respirando… a veces desenredar la madeja consiste precisamente en no tirar de la cuerda, sino en buscar dónde está el nudo… con calma, con paz… sin prisas… nunca es tarde para nada… y ya es tarde para tenerla…

Y por último, metí esa cadena invisible que me mantenía atada… anclada… quieta… varada… quizás todavía quede algún metro a mi alrededor, pero ahora mismo no lo veo… necesitaba meterla para librarme de la carga… para sentir el desahogo… para permitir que la aguja de mi brújula volviera a acercarse al Norte… ahora sé que no me arrepiento del tiempo vivido… pero sí que tengo que escribir más allá de las palabras, los recuerdos… las preguntas sin respuesta… la manifestación de las pasiones escondidas… la historia se ha escrito así por algún motivo… quizás la vida consiste precisamente en descubrir cuál es…

Con todo eso, me la quité de la espalda… mucho tiempo con esa carga… quizás demasiado, quizás todo, o quizás nada… ya lo sabré… ahora me siento… y eso es quizás lo más importante… la cara “A” de todo este extraño tiempo de tierra de nadie… de vagar como un zombie por una vida que me pertenece y que sólo viviré una vez… que es mía y que es un regalo que ahora mismo no he tenido demasiado en cuenta… porque olvidé que sólo yo la puedo vivir… que sólo yo aprenderé de ella… que sólo yo tengo que descubrir qué me espera sin querer volar sobre el tiempo…

La vida es un constante final… y eso no es malo… sólo, el comienzo de una nueva historia…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Se te lee mucho más ligera, me alegro. Que el tiempo lo cura todo al final resulta una mentira muy poética, pero somos cada uno de nosotros quienes somos capaces de cicatrizar las heridas propias. Es sólo que a aveces, esa tarea requiere tiempo.

Fátima dijo...

Quién eres??

Anónimo dijo...

soy yo, Nemo...Besos, Dory