domingo, 25 de enero de 2009

Chia y "Andrés carne de res"

La tradición dominguera de salir a comer en familia el domingo no es únicamente patente española… no… por lo visto, aquí en Colombia también se estila… la promesa de este domingo era llevarme a un lugar que, en palabras de mi tía, es “excéntrico”… sí… un sitio al que acuden desde las personalidades más reputadas –ministros de la nación incluídos- hasta gente normal… eso sí, con un determinado poder adquisitivo… en Colombia, la diferencia la marca la cantidad de "plata" que se lleva en el bolsillo...

Después del desayuno, largo y conversado como cualquier momento en esta casa, optamos por arreglarnos para ir a ese peculiar lugar que, cuando algún colombiano lo menciona, se despierta una sonrisa…
mi prima y sus pequeños vástagos vienen a buscarnos… el primer asalto del día comienza con su ex marido… el pequeño de sus hijos insiste en que quiere que su papá venga a comer también… después de 10 minutos de conversación entre la que fuera pareja, y en unos términos muy yankees, nos vamos todos… mi prima conduce… es un disloque… si al tráfico de Bogotá le sumas que ella habla por teléfono, te mira, se gira para hablar con mi tío y se cambia de carril todo en uno sin poner un sólo intermitente no sabes qué hacer… o bien lanzarte por la ventanilla en plan “sálvese quién pueda” u optar por el “relájate, Fátima, y disfruta”… y eso fue lo que hice… al salir a la autovía, me explica en funcionamiento del Transmilenio… un sistema de autobuses que se ideó para evitar taladrar la ciudad construyendo un metro, pero que funciona exactamente igual… de la que vamos saliendo de la ciudad, el tráfico se intensifica…

Nos dirigimos hacia Chía, que en la lengua indígena significa “Luna”… ni al pelo me viene, me digo… mientras avanzamos, comienzo a ver mejor todavía las montañas que envuelven la ciudad en uno de sus flancos… gentes en mitad de la nada aguardando al autobús… vacas pastando… sí, esta ciudad es peculiar… a medida que avanzamos, y después de pagar el peaje –6.500 pesos colombianos, algo así como 3 euros- el paisaje comienza a cambiar… la sabana colombiana se abre paso entre una carretera llena de socavones y un pueblito peculiar… construido con casitas bajas, repleto de coches antiguos donde los haya… con una marea humana rodeando al tráfico, cruzando sin pudor… una puta locura en términos europeos… y una auténtica gozada para mis ojos…


Me parecía mentira pensar que nos estábamos dirigiendo al restaurante más cool de Bogotá… uno que incluso salió en el Discovery Channel y cuya fórmula está a cero coma dos de exportarse a Europa… cuando llego, simplemente, empiezo a flipar… el lugar, llamado “Andrés carne de res”, es un peculiar restaurante regentado por un tipo que está como una auténtica regadera… toda la decoración –curradísima y cachondísima hasta límites extremos- está hecha a mano por él… hablamos de un restaurante que tiene capacidad para 800 personas comiendo… sí, un disloque en el que la música está a todo trapo y charlar se convierte en una aventura realmente jodida… nada más entrar, suena Antonio Vega… no me lo puedo creer… “se dejaba llevar” suena en mis oídos mientras pienso en ese concierto que me perderé… entre el Caribe y Antonio, amiga, no hay discusión… empiezo a flipar con las cosas… con un aspecto rústico, con bancos de madera corridos, todo lo que cuelga de las paredes lo convierte en especial… sobre cada mesa, hay un cartel en forma de corazón del que cuelga una campana… en la nuestra, estaba hecha con cables de un ordenador… en la de al lado, con alambre de espinos… en cada mesa es distinto… el colmo es que el peculiar dueño habla de cuando en cuando por los altavoces… primero convoca un concurso de baile… la peña se levanta al lado de sus mesas y empieza a bailar… se traslada a la calle… me sigo fijando en la decoración… botellas pintadas, chapas de todo tipo de refrescos haciendo collage… la de dios… el tío se ha tomado la molestia de reciclar todo lo que ha encontrado a su paso…


Mi prima me pide un Coco Loco… y cuando llega, me quiero morir con el medio litro que me han traído en una especie de cuenco gigante de madera… para cuando vamos por la mitad, las dos estamos medio pedo… Colombia está jugando en la tele y, cada vez que marca un gol, el restaurante enloquece… a la vez, pasa un comparsa de peña disfrazada de chinos… mi tío se empeña en decir que es mi cumpleaños para que me formen la fiesta, y yo no sé si esconderme debajo de la mesa o salir corriendo… me fijo que no hay un solo camarero feo… alucinante… y mi prima me cuenta que pasan, como quien dice, un casting para trabajar allí… comenzamos a bromear, “me pone dos para llevar a casa”… para cuando Colombia marca el segundo gol, se acaba el partido… se monta un fiestón… los camareros recorren todo el restaurante con una bandera de metros y metros de tela de Colombia y la gente se une… en nada, hay más gente cantando y brincando que comiendo…


Después de 3 horas de espectáculo, porque eso no puede calificarse de otra manera, mis pobres tíos tienen el culo cuadrado de ese banco de madera… si es que este rústico extraño no está hecho para gente mayor, me digo… curioso que mi culo todavía no me esté matando… al salir a la calle, el suelo está lleno de papelitos amarillos en forma de mariposa… mi tía me dice que es el símbolo de “Cien años de soledad”… cómo no… y que en Colombia, cuando se celebra algo patrio, se lanzan al aire... nos encaminamos hacia el coche, que hemos aparcado en un sitio que en el cartel pone “Se lo cuidamos como si fuera nuestro” y que a mí me suena a “Se lo robamos y lo hacemos nuestro”… cuando nos dirigimos a la autovía, está anocheciendo… mi tía me indica que mire por la ventanilla, que se ve el atardecer sabanero… y reconozco que es un auténtico espectáculo… nunca antes había visto un atardecer así…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimada y apreciable,periodista,columnista,
etc,etc.
Bienllegada a Bogotá con jet Lag y mal de altura incluido.(8300 pies).
Tómate 1 miligramo de melatonina.
Un buen tinto del sello de oro.
Cascos de guayaba.
Aborrajado de pescado.
Almejas en salsa de coco.
Ajiaco bogotano.
Desaparecerá el cambio de hora,te cargarás de glóbulos rojos...y,además con buen ron para el relax mental.
Recuerdos para Don Primo y para Doña Adelia,que te lleven a dar una vuelta por el hotel La Fontana Y Tequendama,estás invitada,me lo cuentas porque me traen buenos recuerdos de mis estancias de trabajo en ellos.
Un abrazo y hasta pronto. P.A.

Anónimo dijo...

Neni...Yo también quiero ir a ese restaurante. Y luego dicen que los españoles somos los más juerguistas? Juer pues como se lo montan también por allí. La próxima vez me llevas vale? ;-)

Besos desde el ésta vez inundado
norte

Pd: Te leo y es como si leyera la novela de una estupenda escritoria, pero lo mejor, es que no es una novela, es lo que ya forma parte de tu vida!!