sábado, 24 de enero de 2009

Mi primer día en Bogotá

Despierto sin saber muy bien dónde estoy… sólo huelo el centro de flores –maravillosas, por cierto- que mi tía tenía preparado en mi habitación… la rubia me da los buenos días con un sms enviado muchas horas antes… la diferencia horaria es notable… me siento a desayunar con mis tíos… Margarita, la señora que trabaja en la casa, ya se sabe todas mis manías… me prepara un “tinto” –léase un café- y me lo trae acompañado de un vaso de agua… el cenicero llega cinco minutos después… me preguntan si he descansado, he de reconocer que he dormido como un bebé… aparece Pipe, uno de mis primos… con 14 años, el tío es un auténtico analista político con una mente prodigiosa en el cuerpo de un niño… debe pesar 40 kilos, no más… pero se mete entre pecho y espalda, para desayunar, un filete y una arepa… nos ponemos a charlar y, para cuando me doy cuenta, son las 2 de la tarde… Margarita es una mujer con carácter, se nota… ya tiene preparada la comida y casi nos obliga a arreglarnos… mi tía se mete a remojo, yo llamo a mi madre… me informa de que ha bajado a informar a Manolo de que he llegado bien, por lo visto estaba preocupado...

Me siento a fumar en la ventana de la cocina… increíble… es la hora de comer y sólo he fumado dos cigarros… descubro que estar a 3000 metros de altura no me afecta… debe ser el gen cabra de mi padre… miro por la ventana y me sorprende pensar que bien podría ser un barrio cualquiera de Madrid… pruebo la comida colombiana que, como no, está siempre acompañada de arroz… mi tío, que cada día está más sordo, me mira las manos… le fascina mi piel tan blanca… “son bien lindas” me dice… mi tía me llama ranita platanera -una especie autóctona colombiana de rana que es, por lo visto, tan blanca como yo-... arreglamos el mundo en un momento, seguimos conversando… Cristóbal, el chófer de mis tíos, hace acto de presencia… es un señor de Boyacá, el mismo departamento de mi tío… chiquitito, moreno y peculiar, “como buen boyacense” dice mi tía… nos metemos los cuatro en el Renault y salimos a conocer la ciudad desde el coche… más que nada, porque está lloviendo a saco… curioso, aquí la lluvia no suena pero no para… primero me llevan a conocer un barrio de Bogotá que respira bohemia… me encanta el ambiente, mi tía me advierte de que mis primos me traerán por aquí de copas… de ahí a un centro comercial que se llama Hacienda Santa Bárbara, construido en torno a una antigua hacienda colonial que han conservado… alucino… elegimos unas frutas y nos hacen un helado… mi tía me lleva hasta un extremo del centro comercial y me enseña algo especial para mí… una tienda de Surtidora de Aves… sigo alucinando con no estar cansada y no estar sufriendo el “coroche” –mal de altura-…

Volvemos al coche tras el paseo y seguimos descubriendo esta ciudad… es un auténtico vergel, crecen árboles por todas partes… y, añadido, descubro que la ciudad está rodeada de montañas… pregunto si podrían llevarme al lugar dónde llegó mi padre… a esa hacienda donde vivían como criados… y la veo con mis propios ojos… allí está, ahora es una clínica geriátrica… “ve ese cartel, mijita?”, me dice mi tía… “justo ahí estaba la casita dónde vivía su papá”… descubro que esa zona de Bogotá es una de las más pobres… la ladera de la montaña es de colores… casas pegadas entre sí, abigarrando el terreno… pasa un camión y, tras de la lona trasera, asoma una cabeza… un transporte no autorizado pero lleno de personas… los buses que circulan alrededor son de risa… tengo que pedirle a mi tía que me deje subir en uno… vivir la ciudad desde abajo, de verdad… al parar en un semáforo, se nos acerca un vendedor de flores… alucino… aquí te pueden vender en lo que cambia de rojo a verde desde comida a flores, pasando por fundas para el móvil o una faja para la celulitis…

Mi fascinación con las frutas del desayuno desemboca en un carnaval de colores… me llevan a una tienda donde, simplemente, flipo… olores, colores… formas desconocidas… frutas que jamás había visto ni había oído mencionar, todas ellas con nombres jodidamente complicados… como una niña pequeña, lo toco todo… lo huelo todo… el mango huele a mango, la papaya tiene el tamaño de un melón… mi tío me enseña unas papas moradas, las “paisas”… proceden de Antioquia y son las mejores, las que se usan en Surtidora… me siento como esos japoneses que pasean por Madrid, le saco fotos a todo… el chico que coloca la yuca posa incluso para mí… compramos una extraña fruta con forma de estrella… de regreso a la casa, descubro que los baches de esta ciudad son auténticos socavones… paramos en una panadería… compramos unas almojábanas, una especie de pan que cuando lo calientas parece tener queso dentro… nos sentamos a merendar y seguimos de conversación… me muero de la risa con mi tía… incluso a su cáncer es capaz de sacarle un chiste… descubro que no sólo está orgullosa de sus raíces españolas sino que, además, media alma está al otro lado del mar…

Deshago la maleta y, con ella, me deshago de todo el material comestible traído de España… cenamos, charlamos, nos reímos… mañana tenemos un programa completo de actos… mis primos se rifan para decidir quién me secuestra… por lo visto, ya me han preparado incluso viajes para estos días… después de un momento teatral completo entre mis tíos –son fascinantes, sólo fueron 10 meses novios y llevan 50 años juntos-, entro en el despacho de mi tío y veo Bogotá iluminada… es fascinante… se ve prácticamente toda la ciudad desde este piso 11… estás en América amiga, me digo para mí misma… a 3000 metros de altura… y, lo más curioso, veo "mi Madrid" con otros ojos desde aquí…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta potxolita! leer cómo estás viviendo tu aventura, lo bien y contenta que te leo, no sabes lo que me alegra. Me encanta cómo lo describes, casi me lo puedo imaginar..Ojalá pudiera vivir esta aventura contigo. Sabes como me gusta conocer distintos paises! Además estoy segura de que nos ibamos a echar unas risas alli, con su forma de hablar y demás!!
Páselo muy bien neni, aprovecha a tope! Carga pilas! Y luego...ME LO CUENTAS TODO!!

Mil besos desde la vieja Españñña!

PD. Me acabo de dar cuenta de que he escrito Páselo bien, y me ha hecho tanta gracia el haberlo escrito sin querer que no lo he cambiado..Se habrá ido mi espiritu contigo???;-)

Anónimo dijo...

Da igual que tengas una pluma o un teclado entre tus manos, consigues siempre ser la narradora perfecta de un cuento que, en este caso, resulta ser la historia de la propia experiencia vivida. Es un gusto viajar "contigo" y saber cómo se ve a través de tus ojos esa ciudad, ese país. Sin duda es emocionante pisar, sentir, respirar y reconocer todos esos lugares de los que tu querido abuelo y tu padre tantas veces te han hablado. Disfruta del viaje y no te quites la sonrisa, imagino que la llevas puesta desde que facturaste la maleta. Ya se sabe que, puesta, se aligera el equipaje. Besos pequeña Dori

Alvaro Yanguas dijo...

Qué guay!!! Pásalo genial.
Besos

Anónimo dijo...

Presiento que este viaje va a marcar un antes y un después en tu vida. Disfrútalo. S.