
Cuatro días, Fátima… y parezco permanecer inconsciente… supongo que será para no plantearme que voy a estar 10 horas encerrada en un chisme que vuela… y, lo que es peor, sin poder fumar… tranquilos, no os manifestéis… ya he incluido en mi lista meter una cajita de Lexatin… temo montar un espectáculo rollo Melendi en el avión… y, lo que es peor, que el piloto decidiera dar la vuelta… por eso sí que no paso… ya puestos, que llegue allí… he hecho mil listas imaginarias de las cosas que no puedo olvidar… pero, curiosamente, todavía no las he plasmado en papel… es como si me resistiera de alguna manera a planificar algo que, deseo, siga el curso que tenga que seguir… sin plazos, sin fechas, sin planes… vivir sin pensarlo… y creo que eso no sólo es sano sino, además, bueno… ya tengo cruzados los dedos de los pies incluso para que Iberia no monte una de las suyas… pero, si lo hiciera, como es lógico formaría parte de este plan sin estrategia… de esta huída hacia delante… lo que más me preocupa ahora mismo es dejar mis plantas… sí, tonterías de la vida… y eso pese a que Iñigo ha decidido informarme de todas las calamidades que suceden por allí... que si matan al hermano de un narco en Colombia... que si matan al gerente de Cepsa en Panamá... que si un avión -la peor noticia de todas, teniendo en cuenta mi poco cariño a los aviones- cae en el Hudson... vaya, yo que decido desvincularme del mundo y tengo al enemigo en casa...
Cuatro días y llegaré a la ciudad dónde emigró mi padre un día siendo un niño… podré vivir con mis propios ojos las extrañas sensaciones de una ciudad tan distinta a la mía, o quizás no… y, sobre todo, podré poner un pie en ese pasado que no viví pero que me ha traído hasta donde estoy… sí, voy a conocer el lugar en el que mi abuelo comenzó con una huída hacia delante y acabó teniendo una vida… esa vida que, sin ser mía, forma parte de ella… y después, Panamá… un abrazo que ya me imagino…
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