jueves, 22 de enero de 2009

Gatas de un miércoles

Sí… así me he sentido hoy… como una gata que necesita a toda costa escapar de los tejados… saltar de uno a otro… volar, sentir el vacío bajo su tripa… algo así debe sentir un gato… algo parecido a lo que he sentido hoy… he vuelto a sentir esta ciudad de una manera única con mi madre como compañera… sí… hoy he sentido esta ciudad de su brazo… la he vivido con ella, desde su propio pasado… y me ha encantado hacerlo…

La recogí a pie en Princesa… nos fuimos a comer… me metí en el bolsillo al camarero regalándole mi bolígrafo… de ahí a Princesa… entramos en Coronel Tapioca y la dependienta resulta ser la tía más encantadora y con más ganas de hablar del planeta… todo comenzó con un repelente de mosquitos y acabó con dos besos como despedida... vámonos a Callao, cogemos el 44… nos reímos, nos ponemos tristes… atacamos el H&M mientras no paramos de rajar saltando de un tema a otro… un vestido fuxia… estás guapísima, me dice… ¿quién si no una madre puede decirte eso con tanta ternura y devoción?... los ojos de mi madre hablan, son de gata también… estoy cansada de Madrid mamá, le digo mientras cruzamos al otro lado de la Gran Vía… y eso que vivo en Argüelles que es como vivir en un pueblo… pues yo no me he cansado nunca de Madrid, pero también vivía en Argüelles… nos reímos… es curioso, para ella ese Madrid del que no se ha cansado es el de su época de estudiante… de cuando conoció a mi padre… de cuando vivía en Argüelles… supongo que, en gran parte, es el mismo Madrid que el mío…

Entramos en Zahara, cuántas veces quedábamos ahí con mi abuela… pedimos dos botellas de agua… sus ojos de gata enamoran a un vagabundo con cara de pirado… el tío se aposta contra el cristal y sonríe a mi madre… eres irresistible chata, le digo con mucho cachondeo… calla, calla… está asustada… parece que se va… salgo como avanzadilla, miro a derecha e izquierda… se ha ido… encaminamos hacia la calle del Carmen… pasamos por delante de la iglesia en la que mi bisabuela descubrió que su hijo se casaba al ver las amonestaciones en la puerta… por lo visto, a mi abuelo se le había olvidado comentárselo… mis abuelos vivían cada uno a un lado de la Gran Vía que antes era como vivir en dos mundos distintos… algo que descubro por lo que me cuenta mi madre… pasamos por la casa en la que creció mi abuelo… me cuenta su historia… en esta plaza le pegó un tortazo a su hermana que nunca le perdonó, me dice… al llegar a la esquina de Alcalá con Santo Domingo, un sol anaranjado cae sobre el final de Gran Vía… qué edificios tan maravillosos tiene Madrid, suspira… al llegar a Canalejas, se acuerda de las violetas… unos caramelos con solera de Madrid que sólo se venden ahí, en una minúscula tienda de siempre… a tu abuela le encantan… un pedacito más de mi rubia… entramos en la tienda Lomo, ahí está Tato… cuando levanta la vista, lo primero que dice es “es tu madre verdad? es que son iguales”… nos reímos… le cuento mi aventura… me regala tres carretes… me explica las movidas de mi cámara para sacarle provecho… me cuenta que es pintor, que por eso vino a España… le prometo ir a ver su exposición a mi vuelta… este chico es encantador, me dice mi madre al salir… argentino pero encantador… me descojono, lo dice con una ironía total…qué bien me conoce…

Al volver hacia Gran Vía para coger el autobús, mi madre se queja de los cambios de la ciudad… de esos edificios antiguos que han desaparecido para dejar paso a edificios de cristal… cristal en esta zona, dice muy indignada… cuando ve el cartel del Chicote, sonríe y recuerda que hoy sería el cumpleaños de su abuelo… una persona de la que nunca habla pero que siempre la relaciona con ese pub que antes era para señores de pasta, artistas y putas… mientras esperamos el autobús me peina, me resulta curioso el gesto… llegamos a casa y seguimos de charla con Iñigo… de risas… habla de mi abuelo, de su acento típico de Lavapies… le echa de menos, lo sé… creo que pese a todo no se resigna a que no esté… me meto con ella, se ríe de mí… se va a Roma, me encanta verla viajar… la dejo metida en la cama mientras me pongo el pijama y bajo a cenar…

Sentada en el sillón… pensaba en esta histérica tarde de Madrid que había vivido con ella… me había metido en un pasado que no conozco… una historia de familia que tiene a la Gran Vía como escenario… pedacitos de todos… pedacitos de mí también en gran medida… para mí también ha sido escenario de muchas cosas… nos sentíamos gatas pese a no serlo del todo ninguna de las dos… disfrutábamos con el paseo pese al frío… pese a mis nervios… pese a su cansancio… es curioso, hoy he vuelto a sentirme sentada en sus rodillas de alguna manera… me gusta que haya venido a ayudarme con mi viaje… me ha dado paz, mucha paz… y me ha regalado recuerdos desconocidos que quizás justifican por qué para mí el corazón de Madrid late en la Gran Vía…

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