martes, 20 de enero de 2009

Fábula de la princesa del País de las Bragas

Había una vez una princesa que vivía en el País de las Bragas… como heredera del trono, ella misma llevaba unas… eran su mayor símbolo de distinción… su estandarte… completamente distintas a las del resto de sus súbditas… llevaban cosidas unas perlas prácticamente únicas en el mundo… buscadas y traídas de todos los mares del mundo para honrarla… cada una de ellas, contaba una historia… cada una de ellas, le daba a la princesa una cualidad… del mar Mediterráneo tenía el alma… del Muerto su razón… del Egeo el coraje… del Rojo el corazón… del Arábigo la valentía… y así hasta completar las bragas más destacadas de su particular País… eran la envidia de todos sus súbditos y, como no, de los hombres de la corte…

Las virtudes de la princesa del País de las Bragas eran obvias… su risa alegre y su carcajada la convertían en la dama más irresistible del reino… pese a todos los intentos fallidos, toda su atención se centraba en dos individuos tan distintos como peculiares… por una parte, uno de los lacayos de su reino encargado de velar por el funcionamiento del castillo… por el correcto descanso de la princesa… un descarado que no dudaba en llamar a deshoras a la puerta de la princesa… por otra, un peculiar súbdito… ese que siempre la llevaba de incógnito por la ciudad para no desvelar su identidad… aquél que le daba conversación agradable y dulce… ese que inspira tanta ternura que, simplemente, perdía el morbo que otorga la pizca de maldad…

Bautizados respectivamente como El Pollero y El Oso Amoroso, la princesa comenzó a plantearse la incompatibilidad de aquél triángulo… en sí no lo era, pero ella lo sentía… mientras El Pollero hacía de las suyas, la princesa del País de las Bragas compartía tardes de paseo romántico con el Oso Amoroso… el que no corre vuela, pensó El Pollero… quizás haya que poner un par de zancadillas… pero era demasiado tarde… el encantamiento se había roto… y la princesa del País de las Bragas había elegido correctamente… el Oso Amoroso guardaba dentro de sí al Príncipe Gimnasta… corona de un reino rico en sudor, fuerza y pasión… en sí escondía esos dos peculiares personajes… ternura y vigor… cariño e imaginación… todo en uno, pensó la princesa del País de las Bragas, es el hombre perfecto…

Sin embargo, ahí comenzó el problema… la princesa del País de las Bragas fue consciente del terrible peligro que estaba corriendo… sí, fatídico… enamorarse… hacerlo de un rey de un reino distinto al suyo… caer en las redes del compromiso… de una cierta dependencia… del miedo de que te hagan daño… y de hacerlo… era todo lo que esperaba, y sin embargo no podía afrontarlo... ¿más dolor?... ¿más sufrimiento?... presa del pánico, se agarró la falda para poder correr más deprisa… iba tan rápido que las perlas de sus bragas únicas en el mundo comenzaron a caer golpeando contra el suelo… y, mientras avanzaba en esa carrera desbocada, iba dejando de ser todo lo que la hacía especial… ¿por qué?, se preguntó ella… por eso que siempre he odiado, se contestó, la cobardía… se paralizó… respiró, inspiró… tenía que desandar el camino… tenía que volver a encontrar todas y cada una de las perlas que hacían de sus bragas las únicas del mundo… encontrarlas para no tener miedo de sentir… sino, únicamente, tener miedo de caer en el hechizo de no hacerlo…

Moraleja: en la vida, quien no arriesga no gana… y, a veces, hay que apostar aunque puedan hacernos daño… quizás, incluso cuando todo termina, haya merecido la pena... vivir es sentir y, renunciar a eso, es precisamente renunciar a vivir...

Olivia Ruiz y su “Petite fable” –“Péqueña fábula”… también habla de una princesa que escapa de su propio cuento…


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que malo es el miedo! Y cómo nos puede a veces! Está claro que el que no arriesga no gana, y que perder es también vivir, pero por qué cuesta tanto aceptarlo? Hay veces que hasta vivir te produce miedo...Si pequeña de nuevo...Lo que no te mata te hace más fuerte!!

Pequeño inciso..Yo también quiero unas bragas de perlas ;-)

Anónimo dijo...

Querida amiga,

Tu cuento me ha encantado, una fabula cercana y tierna sobre un problema que muchas hemos tenido en algún momento de nuestra vida.
Tras leerlo me gustaría compartir contigo algunas reflexiones que surgen en mi cabecita. Es curioso como nos pasamos la vida esperando que llegue ese caballero perfecto, aquel nos da una dosis de todo lo que necesitamos (inteligencia, ternura, sonrisa, pasión, …), que nos hace sentir especiales, sin mas. Es curioso como miramos a las demás que si lo poseen y pensamos cuando llegará nuestro momento, pero también resulta interesante como somos las guardianas de nuestro propio espacio y privacidad. Cuando nuestro momento llega se plantea el problema: es miedo o quizá es recelo de perder lo que nos ha costado conseguir, esa bendita independencia que nos da alas para volar allá donde queremos.

Siempre oímos que es mejor arrepentirse de lo que se ha hecho que de lo que se pudo hacer….la famosa expresión: déjate llevar. El conflicto surge cuando nuestro miedo aparece en escena, cuando nos bate en la cabeza con fuerza para recordarnos el pasado y el presente, la fuerza que hemos adquirido de curar las heridas del pasado y la libertad ganada en el presente, cuando vemos lo que hemos sido capaces de conseguir solas y cuando nos sentimos, por fin, bien con nosotras mismas. Considero que este es el punto de partida de cualquier persona….el punto de equilibrio y de tranquilidad que adquirimos y que nos hace sentir BIEN. No queremos que nadie irrumpa en nuestro equilibrio…que lo desestabilice o que, simplemente, entre a formar parte de él. Quizá sea por costumbre, quizá por egoísmo o quizá por puro miedo. Lo más sorprendente es que, después de haber criticado y castigado comportamientos similares, nos convertimos en nuestra propia enemiga… en nuestro propio freno.

Al igual que a ti Fátima, sabes bien que mi emoción domina a mi razón…que siento más alto de lo que pienso…Quizá la solución pase por esto…por un escuchar y no por mandar callar, por sentir y no por pensar….por volar y nos por aterrizar…Una vez más: el tiempo nos lo dirá.

Hasta entonces, te mando un beso gordo desde el país de las bragas