sábado, 10 de enero de 2009

El globo sobre el tejado

Estos extraños momentos míos de observación a veces tienen curiosos frutos… miraba los tejados nevados que se ven desde este barco pirata… miraba este cielo de Madrid que es mío, que es lo que recordaré cuando me marche de aquí… la luz reflejada sobre la fachada recién pintada, dibujando los perfiles de las azoteas… sintiendo el maravilloso silencio que a veces vive este patio… en medio de esta observación, algo rompió la quietud… apareció un globo en forma de corazón…

Lógicamente me llamó la atención… era lo único que se movía en la más absoluta quietud… y, además, era lo único que rompía la blanca calidez de esta nieve de Madrid… botaba, se movía… sobre el tejadillo… sobre la nieve sin apenas dejar rastro… el aire lo movía a su antojo… lo primero que me pregunté fue de donde podría haber salido… qué historia tendría tras de sí… una historia que, de la manera más tonta, lo había convertido en lo más llamativo de este peculiar jueves… recordé que en el restaurante italiano de abajo a los niños les dan un globo… imaginé la rabieta del crío al perderlo… recordé las llantinas propias cuando, sin darte cuenta, soltabas el cordón y el globo simplemente se marchaba… a veces recuperable, otras no… pero eso sí… siempre le veías ascender en el cielo con la impotencia más absoluta… le veías perderse o, simplemente, engancharse a una farola y quedarse ahí…

Me ha hecho gracia pensar que ojalá todas las cosas terribles de la vida fueran dejar escapar un globo en el cielo… cómo nos la complicamos a medida que vamos creciendo… y, sobre todo, con qué maravillosa inocencia vivíamos esos momentos trágicos cuando éramos niños… la simplificación de aquélla época era bárbara… lástima que, con el paso de los años, las cosas complicadas lo sean realmente… la infancia es la única época de la vida en la que, realmente, tienes licencia para vivir en el País Piruleta… y, quizás, sea la única oportunidad de vivir esas sensaciones libres de preocupaciones…

El globo siguió vagando por el patio… de tejado en tejado… quedándose quieto o sin parar de moverse durante un rato… iba donde le llevaba el viento, daba lo mismo a dónde… me gustó verlo así… completamente libre… de ese hilo, de la mano de ese niño… yendo a su bola, poniendo calor en medio de la fría calidez de la nieve… fui a por la cámara de fotos… comenzó a nevar otra vez… y una ráfaga de viento lo arrinconó en una esquina del patio… entre los muros que hacían la esquina… y ahí se quedó… quieto… sin poder seguir bailando… la vida es caprichosa, amigo… pero incluso ahí, tan quieto, me seguía provocando satisfacción… permanecía tan colorado pese a la nieve… temblando ligeramente cuando le caían los copos de nieve… esperando, supongo, que llegara una nueva ráfaga de viento y echar a volar… no eres tan libre, pensé… sin viento estás jodido…

Al rato, ya no estaba… supongo que buscaba otro cielo…

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