jueves, 8 de enero de 2009

Buscando en una huella...

Alas en los pies… plomo en los tacones… aire encarcelado… rebuscó al fondo de su zapato, pero no encontró sus ojos… no estaban… se habían vuelto para no ver… para no vivir… para hacerlo de otro modo… quizás se habían quedado en otra parte, pensó… quizás tan sólo no haya sabido mirar todavía… la arena se consumía en el reloj de arena… más vale el 1% de algo que el 100% de nada… el último grano de arena cayó… se acabó… no había más en esa extraña pompa del tiempo…

Miraba el papel midiendo la distancia… el recorrido… cogiendo carrerilla para dar el salto, aunque sólo fuera hasta el siguiente escalón… “nadie como tú” de Calle 13 sonaba… se la fumó… la disfrutó… sonreía… mirando el trecho caminado, el pendiente… el serpenteante recorrido que, como una espalda, recordaba el dolor de la brecha… la montaña ya no sangra, se dijo… simplemente, se congela… esa canción se quedaría como banda sonora… curioso momento para vivirla… el árbitro pitó el final…

Se miró al espejo con los ojos vacíos… conscientes del reflejo, sabedores de él… a veces la realidad va mucho más allá de las palabras, se dijo… los perfiles le recordaron los días… las arrugas de cada hoja las sombras… pero siguió escribiendo con trazo firme… sabiendo que ese renglón había de ocuparlo… al menos la tinta puede matar la angustia, se dijo… había que empapar el vacío… llenarlo con algodones para tapar los agujeros… para esquivar el disloque de palabras, recuerdos… la huella no ofrecía ninguna pista...

Pasado, simplemente pasado… no me gusta este lado del disco de Odín… una taza de café atrasó el reloj a apenas 60 días atrás… el envoltorio ha cambiado… ahora, simplemente, no existe… con la punzada de la aguja recordó que el tiempo no aguarda… pasa, se pasa… el reloj de arena volvió a girar movido por una brisa del mar… las alas comenzaron a batir… el calendario marcaba que era el momento… una mano le pidió a la otra calor para pelear contra el frío… y se hizo el silencio en mitad de tanto ruido… más, el mismo… plomo en un alma que quiere aligerar más peso… el vacío ocupó su lugar…

Las piezas del puzzle se colocaron en la mesa… pendientes de orden… ansiosas de vida… y, mientras regaba las flores que quizás no nazcan, pensó en lo injusta que es la vida a veces… “viajeros al tren” sonó en su espalda… impulso para seguir hacia delante… siempre… a pesar de los extraños callejones de los días... pese a las preguntas que hacen cola buscando respuestas... no quiero ser Blancanieves, murmuró... tan sólo deseaba alcanzar la salida de emergencia en mitad de la oscuridad que había...

No hay comentarios: