sábado, 31 de enero de 2009

Reconociendo familia, emborrachando anocheceres

Para cuando abro el ojo, todavía no soy consciente del día tan atareado que se me venía encima… después de desayunar una ensalada de frutas, como lo llaman aquí, me visto de persona y salgo al jardín… Víctor, el guardés de la finca, ya está preparando el fuego para la barbacoa… hoy es de pescado, pargo para ser exactos… el tipo está interesadísimo en contarme las peculiaridades de esta tierra caliente suya… es autóctono y lleva colgado de la cintura un machete de medio metro… acá los usamos todos, me dice, incluso hay peleas y a un “man” le cortaron un brazo y se lo reinjertaron… por un momento, no me lo quiero imaginar cabreado… el tipo se adentra, jardín abajo, para traerme bastones de rey… una extraña planta tropical de un rojo intenso que es una auténtica maravilla… eso sí, para conseguirlos se mete –literalmente- dentro de la planta… alucino…

Comienza a llegar la gente… el primero, mi tío Jaime con la mujer de otro tío mío que vive en Ecuador y su hija… comenzamos la charla y recuerdo que me había comprometido a hacer tortilla de patatas… me meto en la cocina con Margarita y Marina, la mujer de Víctor… me mira con curiosidad, con miedo… con respeto… no sé definir cómo me mira… es una mujer pequeña que tuvo que ser bonita pero que, ahora, tiene los ojos tristes y los dientes mellados… como no podía ser de otra manera por aquí, me han pelado las patatas… de golpe, me veo impartiendo clase de cocina española… curioso… yo que en Madrid apenas hago tortillas ya, les cuento cómo hacer… sigue llegando gente… mi prima Yeya con Hervé, su chico francés… el tipo es tan peculiar como interesante en su manera de hablar… su castellano es el de aquí y, sinceramente, te descojonas de la risa… por la ventana de la cocina, siguen apareciendo personas… todos interesadísimos con la tortilla… esta vida es curiosa, me digo… para cuando la volteo y la pongo en el plato, más de media familia está metida en la cocina y aplauden… no ha sido la mejor tortilla de mi vida, me digo, pero a ellos les encanta…


Nos sentamos a comer… cada uno va con su plato, con el pescado a la brasa, a una mesa en la que está dispuesta la guarnición… yuca frita, patacones, ensalada… me siento en la mesa que me resulta más interesante… nos ponemos a charlar cada uno de nuestra vida… mi primo Beto me cuenta que ayer presentó la tesina de final de curso… flipo con el tema… la música como instrumento para evitar la violencia… cuando me dice que quiere estudiar Historia o Arqueología, le pregunto que qué le parece si hace una carrera que le dé de comer… llega mi prima Ana con los niños… Nico, esa pequeña garrapata de 24 kilos, se me cuelga del cuello… me encanta, he de reconocerlo… me encanta sentir ese cariño, a ese niño… a lo tonto, llegan los postres y la comida se disuelve… comienzan las fotos… un Audi entra a toda pastilla en la finca, es mi primo Pacho… resulta ser un guapetón cuarentón encantador que se une rápidamente al paseo improvisado… todos los primos caminamos colina abajo mientras los “mayores”, salvo mi tío, se quedan de charla… vamos a ver dos novillos de cebú, la vaca que se usa aquí… por el camino, cortamos un mango de un árbol y nos lo comemos entre todos… después, al llegar a otro árbol, me dicen que tire yo de la guanábana… la fruta pesa unos 4 kilos y es espectacular por su tamaño…

Al llegar al cercado donde están los bichos, flipo… coño con los novillos, tienen el tamaño de una vaca de las de Acevedo y, además, joroba… uno de ellos nos mira con cara de pocos amigos, está a punto de embestir… subo a Nico al cercado y les miramos desde la barrera… mi primo Andrés me llama… esto lo solucionamos con una naranja… cortamos una de un árbol y, efectivamente, el bicho viene como si fuera un perro… noto su lengua rugosa sobre mi mano… le acaricio la joroba, la cabeza… le rasco detrás de las orejas… no deja de ser un toro, pero ahora mismo es una mascota… los primos y tíos allí congregados optan por volver a la casa, y yo me quedo con el bicho y con mi primo… el animal nos sigue a todas partes, hasta que le cerramos la puerta… se queda mirando desconsolado… el cabreado también observa desde lejos… se ha quedado sin naranja… bajamos dando un paseo hasta la “quebrada”, un recodo del río con el agua más turbia que he visto en mi vida… el campo es un espectáculo… flores de todos los colores brotan de todas partes… unas con forma de estrella –que, además, son maleza ni siquiera flores-, otras del naranja más espectacular que he visto en mi vida… mi primo me indica que toque una, se llama dormilona… según pasas el dedo sobre sus hojas, parecidas a las de un helecho pequeño, se cierra… alucino… al llegar al borde del río, alucino más… aquello es un vergel selvático… bambús enormes, de metros y metros de altura, se elevan hacia el cielo y se doblan sobre el río… otro árbol, me indican, tiene unas espinas que parecen puntas de flecha… por lo visto, las usaban los indígenas… ahora entiendo por qué a la guerrilla colombiana no se la puede localizar aquí... sin ser selva del todo, es imposible ver a nadie e incluso caminar... seguimos caminando en dirección a la casa, es un buen paseo cuesta arriba… trepamos a un árbol a coger un limón, me lo como… subimos hacia la casa y mandamos –aquí sin machete es inviable- un racimo de plátanos… para hacerlo, se tumba la rama del platanero… las hojas son increíbles, inmensas… y frágiles…

Cuando volvemos a la casa, vuelvo a salir corriendo… mi primo Andrés y su chica me llevan a Peña Lisa, uno de los clubes de golf más selectos del país donde mi primo tiene derecho a una casita… coño con la casita, me digo… son tres edificios ordenados en torno a una piscina… tengo mi propia casa para mí, con dos camas y su baño… eso sí, en todas partes está el logo de la empresa de mi primo, un koala… de ahí nos vamos dos casas más abajo, donde están otros compañeros de la empresa de farra… sin comerlo ni beberlo, me veo en una fiesta de piscina… cerveza en mano, charlando… todos somos de Marketing, pero nadie habla de curro… cada uno me va contando sus andanzas por España, todos han pasado por ella… con la tercera birra y la conversación, se me olvida que llevo dos horas escuchando reaggeaton y ballenato… unos se retiran del pedo que llevan encima, otros nos quedamos… comienza a llover torrencialmente… 29 grados y llueve… con la quinta cerveza, ya incluso bailo… esto de bailar tan pegado me hace gracia en un país en el que está mal considerado que, en la primera cita, beses a un tío… si esta gente viviera en España, se asustaría me digo para mis adentros… la novia de mi primo lleva un pedo descomunal… y yo, pese a todo, mantengo el tipo…

Optamos por volver a “casa”… empapada, borracha y contenta abro la puerta de mi habitación… no me puedo acostar, no tengo ganas… engancho el móvil, he de informar de mi estado… una de las hamacas, colgadas en uno de los porches, me dice “ven”… me subo y descubro la maravillosa sensación de estar suspendida en el aire… creo que por eso me gustan tanto los monos, me dan envidia... sigue lloviendo como si no fuera a parar nunca… me gusta cómo suena aquí la lluvia, el ruido que hace… la cortina de agua… cuando me quiero dar cuenta, me he quedado dormida… mecerse en la ingravidez es maravilloso…

Esta canción es una de las que escuché y bailé "pegaíto"... he de reconocer que me gusta...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jo nenisss! de verdad que envidia verde...fluorescente ;-) es lo que siento! Por qué coño no me metiste en la maleta! Te leo y es como leer un cuento de princesitas..juuurr. Cómo me alegro neni de que esté siendo asi...

..pero mientras yo aqui jodida de frio y con mal tiempo tooodo el puto dia..Tráeme un poco de trópico anda...